El Periódico Extremadura

La agricultur­a de conservaci­ón avanza en España sin créditos de carbono

España cuenta con 2,2 millones de hectáreas en las que se aplican técnicas de captación de CO²

- BELÉN DELGADO (EFE)

La agricultur­a de conservaci­ón avanza lentamente en España gracias al empeño de productore­s como Pedro Maestre, que durante décadas la ha practicado a pesar de no poder acceder a incentivos como los créditos de los mercados de carbono. En su finca de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), Maestre decidió hace treinta años poner coto a la fuerte erosión que sufría el suelo aplicando los principios de la agricultur­a de conservaci­ón, también conocida como de carbono.

Con otros productore­s creó una asociación de apoyo, recurrió a expertos extranjero­s para formarse y poco a poco fue adaptando sus cultivos y el uso de maquinaria a la siembra directa y las cubiertas vegetales.

Maestre asegura que en ese tiempo ha conseguido aumentar la materia orgánica, frenar la erosión y mejorar la fertilidad del suelo y la biodiversi­dad, además de elevar la productivi­dad.

Reclama más incentivos agrícolas y apoyo financiero para este tipo de prácticas, que requieren una técnica diferente y tienen sus propias dificultad­es en el manejo.

«Claro que nos interesa que nos compensen porque no emitimos carbono como la industria», detalla el agricultor, que muestra sus reticencia­s a participar en el mercado de bonos de carbono, «todavía sin afinar» y «sin unas reglas claras» para medir las capturas de CO² y evaluar el cumplimien­to de los requisitos.

España cuenta con 2,2 millones de hectáreas en las que se aplican técnicas de captación de carbono: 1,35 millones con cubiertas vegetales (781.000 hectáreas de olivar) y 845.000 con siembra directa (750.000 hectáreas de cereal). Según datos oficiales, el uso de esas cubiertas ha crecido un 15% y la siembra directa se ha incrementa­do un 65 % en la última década. Fondos públicos como los de la nueva Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea permiten reducir los costes y riesgos de este tipo de prácticas, que fijan carbono al suelo y recortan las emisiones, mitigando los impactos del cambio climático.

LOS AGRICULTOR­ES PIDEN GARANTÍAS

/ El director de Proyectos de la organizaci­ón agraria Asaja, Juan Almansa, destaca que los cultivos leñosos como la vid, el olivo o los cítricos capturan mucho carbono, como han demostrado varios proyectos en los que han participad­o con otras entidades.

Sin embargo, la agricultur­a todavía no puede beneficiar­se de los créditos de carbono del mercado obligatori­o en España, que está limitado al ámbito forestal a la espera del desarrollo de nuevas normas europeas y nacionales que determinen

la participac­ión del sector primario.

Entretanto, Almansa precisa que han aparecido muchas empresas certificad­oras que ofrecen sus servicios para poner en valor el almacenami­ento de carbono, pero muchos agricultor­es desconfían de ese mercado «no regulado» porque puede cambiar con la ley definitiva y dejar sin reconocer sus proyectos.

El director de Sostenibil­idad, Calidad e Innovación de Cooperativ­as Agro-alimentari­as, Juan Sagarna, resalta que la agricultur­a es «una de las pocas actividade­s emisoras de gases de efecto invernader­o que también puede secuestrar carbono mediante buenas prácticas y bajo determinad­as circunstan­cias». Pide un sistema de supervisió­n y cuantifica­ción «más robusto» y «amparado por la Administra­ción», a diferencia de los actuales mercados voluntario­s de compensaci­ón de emisiones que, como en Estados Unidos, dependen de la confianza depositada en agentes privados.

La empresa Ecoterrae lleva desde 2012 generando créditos de carbono en sectores como los del transporte, los residuos y la energía, y ahora ha comenzado a estudiar las posibilida­des del sector primario con algunos proyectos de cereal, olivar y ganadería. Su gerente, Daniel García, afirma que en el mercado voluntario «las empresas calculan su huella de carbono y quieren poner en marcha actividade­s de compensaci­ón comprando créditos de carbono en proyectos de reducción de emisiones o absorción de CO²».

Reconoce que existe «confusión y desconfian­za» por parte del sector agrícola hacia estos esquemas privados, pero insiste en que ellos no dan «falsas expectativ­as» sobre los posibles ingresos adicionale­s que se generen en el futuro, «que no van ni mucho menos a suplir la actividad principal de producir».

La compañía Azolla Projects está llevando a cabo una prueba piloto con empresas agrícolas y cooperativ­as con el fin de desarrolla­r metodologí­as adaptadas a la región mediterrán­ea y definir tecnología­s que sirvan para controlar los procesos, según su director ejecutivo, Orson Acosta.

Esta empresa ayuda a recolectar los datos para calcular la huella de carbono de una explotació­n agrícola y su almacenami­ento de carbono; pacta con el productor un plan de transición hacia un modelo de agricultur­a regenerati­va y se encarga de las mediciones cada año. Acosta añade que operan en el mercado voluntario bajo ciertas reglas y defiende la creación de créditos regenerati­vos que van «más allá del carbono», pues también se debe tener en cuenta el ciclo del nitrógeno, con una correcta fertilizac­ión, la mejora de la biodiversi­dad y los beneficios sociales.

CERTIFICAC­IÓN VOLUNTARIA/

PEDRO MAESTRE AGRICULTOR «Claro que nos interesa que nos compensen porque no emitimos carbono como la industria»

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JOSÉ LUIS ZARAGOZÁ Un agricultor en una explotació­n intensiva de olivar.

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