El Periódico Extremadura

Una vida en el Periódico

- Antonio Buenadicha

La sección «Ecos de Sociedad» no tardó en anunciar que «la esposa de nuestro amigo Don Fulano ha dado a luz un precioso niño etc» .Desde ese momento el crío no dejó de crecer y de pronto apareció en una foto de la procesión del Corpus peinadito, con su trajecito blanco, su rosario, su misal y sus guantes blancos pero algo sucios. Puesto que progresaba adecuadame­nte el periódico le felicitaba efusivamen­te porque «el hijo de nuestro amigo Don Fulano ha superado con brillantes notas el bachillera­to...».

Durante todo ese tiempo en casa de nuestro protagonis­ta se recibía el Extremadur­a todas las tardes y en su primera página aparecía La voz del Prelado, mientras que en el interior además de los deportes escribía León Leal Ramos, que tras ilustrarle sobre sus estudios en Salamanca le exhortaba a ahorrar. Una utopía pues le daban de soldada una peseta y solo el cubilete de pipas costaba 50 céntimos. No sería extraño que se informara a los lectores que « a familia de nuestro amigo ha salido para pasar unos días de veraneo...». Unos iban a su pueblo y otros a Figueira da Foz. Lo de Matalascañ­as o la Antilla ha sido posterior.

Pero, en fin, el caso es que ya le tenemos hecho un hombrecito de lo que se alegra el periódico y no le duelen prendas para resaltar que «ha concluido sus estudios universita­rios en Salamanca y obtenido el grado de licenciado en...». A esas alturas era de suponer que tuviera una novia desde hacía tiempo y que tras dar muchos paseos por cursilandi­a y por la pérgola, deseara casarse.

Pues allí estaban los ecos de sociedad para decirnos que el abogado o médico o empresario don Fulanito ha contraído matrimonio en la iglesia de tal con la bella señorita doña...». Y además salían de viaje de novios a París, Roma, Mallorca o Canarias. No resultaría extraño que volviera a aparecer en el periódico, ya sin Ecos de Sociedad, por ser presidente de alguna asociación de vecinos, aspirante a concejal o por enviar una carta al director quejándose del ruido de su barrio o del olvido en el que nos tienen. Las niñas no salían, a no ser la esposa de.

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