El Periódico Extremadura

No nos entienden el tuteo

- ÁNXEL Vence* *Periodista

Una profesora americana ha montado el quilombo al quejarse en TikTok de que sus alumnos españoles la llamen por el nombre de pila, que viene a ser nuestro tuteo en el mundo anglosajón. La docente es una mujer joven, pero aun así considera una grosería este trato informal. Caray. La de tutearse es costumbre que llama la atención de buena parte de los extranjero­s que visitan España; pero no solo la de ellos. Años atrás, el entonces Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, propuso la supresión del tuteo en las aulas, bajo el argumento de que contribuir­ía a un mayor respeto entre alumnos y profesores. Sobra decir que la iniciativa no tuvo el menor éxito. En esto se conoce que España es una excepción que encajaría en el «Spain is Different» ideado por Fraga en sus tiempos de ministro de Turismo.

Los países del ámbito anglosajón e incluso los latinos Francia e Italia, por ejemplo- usan invariable­mente el tratamient­o formal en sus relaciones; y reservan el tuteo para la familia y amigos. Y otro tanto ocurre en la mayoría de las antiguas colonias españolas de América, donde al señor, señora o señorita se le agrega a veces el tratamient­o de licenciado, doctor, ingeniero o lo que correspond­a. Lo mismo sucedía en España hasta mediado el siglo XX, o por ahí. El lenguaje era entonces tan formal como el que aún se usa hoy en el resto del mundo: y ni siquiera resultaba infrecuent­e que los hijos tratasen de usted a sus padres y abuelos.

Hay quien atribuye la generaliza­ción del tuteo en España a la Falange, por curioso que parezca. Sostienen algunos historiado­res que la fórmula del «tú» fue impuesta a sus camaradas por José Antonio Primo de Rivera, que habría tomado a su vez la idea del fascismo italiano. En efecto, Benito Mussolini ordenó el uso de «voi» (tú, vosotros) en lugar del «lei» (usted), que considerab­a poco masculino y extranjeri­zante, vaya usted a saber por qué. Con la caída del fascismo, cayó también el tuteo, como es natural. Más allá de estas curiosidad­es, el uso de un tratamient­o u otro responde a una mera cuestión de formas que poco tiene que ver con la política y menos aún con las ideologías. Fácil es comprobarl­o en el Congreso español, donde las formalidad­es se llevan al extremo pese al carácter campechano del país. Los diputados se tutean en el bar «low cost» de la Cámara, desde luego; pero pasan a señorearse de usted y hasta de señoría cuando suben al estrado. Ahí se ve que han entendido tácitament­e el valor de las convencion­es en el trato.

Ni siquiera los parlamenta­rios de Podemos, rompedores al principio en cuestión de vestimenta y peinado, se atrevieron a desafiar esta norma. Salvo error o despiste del cronista, ninguno de ellos ha usado el «tú» o el «vosotros» para dirigirse a los bancos burgueses de enfrente.

Salvada esta excepción, el tuteo es marca de la casa en España, donde el Gobierno suele dirigirse confianzud­amente a sus ciudadanos con lemas como «el alcohol te miente» o «no podemos conducir por ti». Buena va a montar la profesora yanqui ofendida en cuanto se entere de que es el mismísimo «Government» quien promueve tan informales hábitos. Lo de las aulas se quedará en pura anécdota.

Múgica propuso la supresión del tuteo en las aulas pues contribuir­ía a un mayor respeto entre alumnos y profesores

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