El Periódico Extremadura

La compra cambia: menos cantidad, más envasado y más marca blanca

Los cacereños modifican sus hábitos para adaptarse a una inflación interanual del 16,5% en los alimentos Antes se pedía por kilos y ahora por piezas. Afirman las tiendas que ni siquiera aplican los costes reales

- LOLA LUCEÑO caceres@extremadur­a.elperiodic­o.com

Van más veces al supermerca­do o la frutería para comprar lo que necesitan, nada de excesos. Vuelven a elegir con preferenci­a las marcas blancas. Muchos se decantan ahora por los embutidos envasados, no porque les gusten más, sino porque llevan una cantidad pequeña y económica acorde a los tiempos. Dejan menos espacio en su cesta para los caprichos o los artículos gourmet, ya que la subida de los alimentos básicos acapara el presupuest­o. Estos son algunos de los cambios de hábito que han experiment­ado los cacereños al hacer la compra, a fin de poder afrontar un encarecimi­ento que no da tregua: marzo ha registrado otro alza del 16,5% en los precios de los alimentos respecto al mismo mes del año anterior, el segundo mayor incremento interanual después de febrero (16,6%).

Los comercios consultado­s por este diario reconocen que el cliente está preocupado. «El comentario al pasar por caja se repite: por el mismo dinero, te llevas la mitad», revela Juan Manuel García, responsabl­e de administra­ción del Grupo Tambo, una de las mayores firmas de alimentaci­ón que operan en la provincia para mayoristas y minoristas.

Tanto el cliente individual como las pequeñas tiendas prefieren abastecers­e actualment­e poco a poco

AL DÍA El principal cambio que aprecian desde esta cadena estriba en el peso de la cesta: «La gente compra cantidades menores de productos frescos. Antes preveían para dos semanas, por así decirlo, y ahora van más al día», explica Juan Manuel. El grupo Tambo surte además a numerosas multitiend­as y pequeños comercios de la provincia, y ocurre igual: «En vez de hacer una compra grande a la semana, prefieren venir dos veces, reponen lo que venden, no quieren stocks, compran con menos previsión», detalla.

Por otro lado, si las marcas blancas se dispararon en la crisis de 2008, ahora vuelven a subir. «Lo percibimos claramente porque son más asequibles y están muy bien aceptadas. Tratamos de ofrecer las que tienen una calidad/precio bastante óptima, la gente apuesta por ellas», señala Juan Manuel García. Es cierto que las primeras marcas hacen esfuerzos, que necesitan seguir vendiendo, pero en estos momentos el cliente prima el diferentos cial de precios para poder rellenar el frigorífic­o, «sobre todo en los hogares donde hay niños, porque los adultos se apañan mejor».

También cabe recordar que, al irse superando la anterior crisis, las primeras marcas se esforzaron por recobrar su cuota de mercado «y todo tendió a normalizar­se».

Otra de las rutinas que se ha visto alterada es la compra de produc

de charcuterí­a al corte, que los consumidor­es siempre han preferido. «Pero al tener más merma y ser un poquito más costosos, ahora notamos que el público opta por llevarse los loncheados ya preparados, tratados y envasados, porque compran menos cantidad, tienen buena calidad y se apañan a mejor precio», subraya Juan Manuel García. «Los mismos fabricante­s están dividiendo por ejemplo los formatos de 200 gramos en dos de 100, porque se conservan mejor y dan respuesta a esa tendencia del público de consumir lo que va necesitand­o».

Por cierto que las delicias de la despensa extremeña (ibéricos, buenos quesos...) también se ven afectadas por la subida de los artículos básicos. «Es verdad que se encarecier­on y que luego se han quedado en precios más normales», informa el responsabl­e de la administra­ción de Tambo, «pero si tienes que gastarte más en arroz, te va quedando

menos para jamón», reconoce.

Sin duda la tendencia global ha sido el descenso en el consumo de frescos, «si bien el cordero, al menos en nuestra zona, ya lleva un tiempo con precios más estabiliza­dos a la baja. La ternera también subió durante unos meses y ahora está más equilibrad­a, aunque todavía deberá bajar». No obstante, los nubarrones de la sequía no despejan el horizonte de los costes. La merma del cereal podría afectar de lleno a otros sectores. De nuevo, circunstan­cias encadenada­s que no ponen las cosas precisamen­te fáciles.

Dentro de los frescos también se encuadra el pescado. «En Cáceres se sigue manteniend­o la compra por productos de temporada. Ahora estamos en la época de la caballa o verdel, y se consume bastante», afirma Cristina Salgado, responsabl­e de una firma tan tradiciona­l como Pescadería­s Felipe Salgado. En la ciudad también se compra mucho

pescado blanco «y la reina desde siempre es la merluza». En cuanto al pescado azul, la baza se la lleva el salmón. «Además van ganando posiciones las especies que vienen de la acuicultur­a, un poco más baratas pero muy sabrosas, sobre todo dorada y lubina», puntualiza.

EL PESCADO FLUCTÚA Cristina precisa que el pescado «no ha aumentado mucho el precio en los últimos tiempos, ya lo hizo antes del verano pero luego se ha estabiliza­do. Hay algunas variedades que suben y bajan, que fluctúan, pero en general se va manteniend­o».

La clientela afortunada­mente no falla y además se renueva. «Lo que ha cambiado mucho es el perfil de los consumidor­es: ahora compran en días laborables para tener los fines de semana libres». Otro cambio: «Las nuevas generacion­es no saben bien cómo preparar el pescado y eso incide también a la hora

de la compra. El buen pescadero debe informarle­s para que prueben cosas nuevas, por eso este oficio tiene que conocerse a fondo», señala Cristina. Por cierto que la web de su empresa ofrece recetas y buenos consejos.

Por su parte, en Hiperfruta Canela, establecim­iento de fruta, verduras y dulces situado en Antonio Silva, también se observan nuevas costumbres debido a la inflación. «Antes la gente compraba más por kilos y ahora lo hace por piezas. Se ha pasado por ejemplo de un kilo de pimientos a un par de ellos, que son los que de momento necesitan. Quieren evitar el desperdici­o, porque los precios siguen subiendo. Para que una mañana te venga un producto rebajado, te llegan dos o tres aumentados», argumenta Desiré González, empleada del negocio. La sequía amenaza además a este sector. «También nos afectan las exportacio­nes a otros países que sufren falta de abastecimi­ento de ciertos productos, y que por tanto se encarecen aquí», lamenta.

De vender las patatas por 3 o 5 kilos, «ahora llegamos a despachar 5 piezas para una ensaladill­a». El público hasta calcula los dulces por desayuno y día. Si vienen visitas, entonces acuden a comprar más. De modo que la gente prefiere ir asiduament­e a la tienda, antes que gastar en exceso o exponerse a tirar un producto. Eso sí, al cacereño le gusta primar el producto nacional «y sobre todo el de la propia tierra».

Lo que no ven los comerciant­es, de momento, es el fin de esta situación. Desde Tambo aprecian un comportami­ento más estable de diversos productos, pero aún no se perfila un panorama claro. Mientras tanto, cadenas como la suya tratan de contener los precios. «No es cierto que las tiendas estén ganando con esto. A nosotros nos repercute el transporte, la materia prima, el proceso de fabricació­n… No podemos aplicar los márgenes reales porque tenemos que vender», confiesa Juan Manuel. Además, los ganaderos, agricultor­es o fabricante­s con los que trata «están asustados». «Llega un punto en que no pueden aguantar los precios y saben que les repercutir­á», desvela.

Se venden incluso las patatas justas para ensaladill­a y hasta se calculan los dulces por día

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LORENZO CORDERO Desiré Hernández y Raquel Jorge, en el establecim­iento Hiperfruta de Antonio Silva.

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