El Periódico Extremadura

«En nuestro trabajo lo más difícil es no contar la mentira»

- MARÍA LEÓN Actriz INÉS ÁLVAREZ BARCELONA

María León (Sevilla, 1984) es una actriz de raza. Como su hermano Paco León. Y como su madre, Carmina Barrios. Igual te alegra el día en una comedia como Allí abajo como te sumerge en su drama particular en Heridas, el éxito actual de Antena 3. En esta ficción, una adaptación de la turca Madre que a su vez lo es de la japonesa Mother, María León se mete en la dolorosa piel de una mujer que trata tan mal a su hija como se trata a ella misma. La actriz la defiende como si fuera alguien de la familia. Porque sus personajes lo acaban siendo. Heridas ha tenido el mejor estreno de una serie española.

– ¿Qué le diría a quien dice: `¿Otro ¿No hay ideas nuevas?'

remake'?

–Es que ya está todo inventado. Por eso hay que coger una inercia buena y reinventar­se. ¿Que es lo que ha hecho Rosalía? Hace música inventada, pero tiene su propio estilo. Yo no he visto ninguna versión, ni la japonesa ni la turca, porque no me interesaba. Yo quería contar una nueva Yoli. La he hecho mía y la he descubiert­o sobre la marcha igual que la descubrirá­n los espectador­es. A nivel de plataforma­s es nuevo que sean tres mujeres las protagonis­tas. Hay personajes masculinos interesant­ísimos, pero las que llevan el timón aquí son las mujeres.

– ¿Y cómo es su Yoli?

– Como las tramas van separadas, en los primeros capítulos el personaje central es Manuela (Adriana Ugarte). Yoli vive un drama social real. Es víctima y es verdugo. La víctima de maltrato puede ser también verdugo. Es que si ella no toma la decisión de respetarse a sí misma, no lo puede hacer nadie. Por mucho que haya un verdugo que pegue. Las víctimas se tienen que dar cuenta de que se hacen verdugos de su propia vida para sobrevivir. Y es más habitual de lo que creemos. Hay muchas Yolandas en este mundo, por desgracia.

Lo fácil es decir que es mala.

–Pero la gente no es mala ni se equivoca porque quiere, sino porque no sabe y porque no puede. La sociedad te señala porque te dedicas a una profesión u otra y te encajan en un determinad­o grupo social. A la que no tiene una familia se la señala. He aprendido muchísimo con esta mujer, que se deja llevar, que se equivoca. El motor no es ella, es todo lo que la rodea. Y esa niña está siendo señalada por su madre, pero para cuidar a la niña hay que empezar a cuidar a la madre. Y nadie la cuida. Es más, a la niña se la secuestran. Y el miedo lo tenemos todos. Nazcas donde nazcas y vengas de donde vengas a todos nos duele la barriga igual. Y todos debemos tener una oportunida­d. En este personaje lo que he querido defender como una loba es que es un ser de luz metido en una caja negra.

– Porque ella quiere a su hija.

– Pero trata a la niña como se trata a sí misma. Como sabe. Como puede. Se equivoca. Pero es que lleva sola con su niña desde los 16 años.

Todas son mujeres imperfecta­s.

– Eso es lo que la hace diferente. Se presentan personajes que son víctimas. Las superheroí­nas también lo son. A su manera. Yolanda quiere a su hija. Si no la quisiera, la habría dado en adopción. Ella oculta su dolor y lo oculta con la niña. La anulan y ella anula a su hija. Pero para sobrevivir. Tiene que justificar su mala fe, su dolor. Y termina siendo el verdugo de su hija.

– Dice que este personaje le pone cachonda. – Esa complejida­d a mí como actriz me pone cachonda. Es un personaje que he ido descubrien­do en cada secuencia, a ver adónde me llevaba. Y mantener ese tono emocional ha sido complejo. Defender el maltrato es muy difícil. Y en las series se cuenta sobre todo el dolor, pero aquí ella tiene que ocultar el dolor. Y no juzgar. Ha sido un proceso complicado.

– ¿Se llevaba todo eso a casa?

– Lo vivo, salgo destrozada, pero no me lo llevo conmigo. Sí que había un desgaste físico tremendo. Cualquier escena era como subir una montaña. Tienes que ponerle mucha energía. Y eso me pone. Porque maquillarm­e para decir un texto me aburre muchísimo.

Demuestra tener una gran inteligenc­ia emocional ¿La ha desarrolla­do más con esta serie?

– – Creo que es algo que me viene de la profesión. Yo llego a querer al personaje como si fuera de mi familia. A Yolanda hay que entenderla, humanizarl­a, acompañarl­a... Y no en todos los trabajos puedes hacer este desarrollo, porque no tienes personajes tan ricos como este.

Pero yo siempre lo intento. En el caso del personaje de Pepita, de La voz dormida, que fue mi primer trabajo para el cine yo entendí cómo respiraba. Porque cuando vives una guerra, también te levantas, te limpias el culo y bebes agua.

– Es lo que dice Paco, su hermano, que pese a todo se vive igualmente.

– Exactament­e. Y en nuestro trabajo lo más difícil es no contar la mentira. Y para ello hay que desenmarañ­ar el funcionami­ento, el porqué. Qué es lo que nos enseña. A mí Yolanda me ha enseñado muchísimo. Cuando uno es víctima, tiene esa capacidad de ocultarse. Y el maltratado­r también es una víctima, a veces, porque tiene miedo. Desenmarañ­ar a los personajes es lo que más me gusta.

– Ha aprendido de Yolanda , pero también de Cosette.

– La niña es alucinante. En situacione­s muy feas, y se me ponen los pelos de punta al recordarlo, me decía: `Tranquila, mamá'. Yo la preparaba antes y le decía: `Gordi, esto es mentira, ¿eh?'. Son situacione­s muy complejas de contar. Y la tía me miraba y demostraba una intuición emocional tremenda. Y eso ha sido una suerte para llegar el resultado que se ve. Cosette te cuenta un personaje precioso porque como actriz no se ha desconecta­do de nosotras ni un momento.

– Heridas demuestra que no hay un único tipo de maternidad. No hay buenas y malas madres.

– Educar a un hijo es muy complicado, pero se va a complicar más dependiend­o de cómo estés desarrolla­do como persona. Hay muchas madres que son niñas que han tenido un hijo y no les ha dado tiempo de ser mujer. ¿Cómo van a ser madres? Es el caso de Yolanda.

«He defendido como una loba que mi personaje es un ser de luz metido en una caja negra»

– Adriana Ugarte habla de personajes con luces y sombras.

– Es la dualidad del ser humano. Yolanda tiene una luz tremenda. Y ganas de vivir, algo que no le permiten ni se lo permite. Se le presenta como alguien oscuro, pero es un ser de luz al que han apagado. La sociedad la ha llevado a la oscuridad. Eres bailarina, pues eres puta... Pero tiene muchísima alma. La gente la irá queriendo.

«Mi Yolanda quiere a su hija. Si no la quisiera, la habría dado en adopción»

– Pero no desde un principio.

– En la serie creo que se ve todo ese aprendizaj­e, todo ese arco. Así que cuando por la calle veamos a una madre así con una niña, pensemos que está haciendo lo que puede e intentemos sentir algo de empatía hacia ella.

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FERMÍN CABANILLAS/ EFE

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