«Si quieres tener éxito despégate del móvil»
Este señor con pinta de ultratrailer es asesor de confianza de millonarios como Bill Gates y empresas de la lista Fortune 100, como Nike y Coca Cola. Robin Sharma (Toronto, Canadá, 1965), considerado uno de los cinco gigaexpertos en liderazgo del mundo, con 20 millones de libros vendidos en 75 países desde que publicó El monje que vendió su Ferrari, viene a Sant Jordi a firmar como un poseso. Su último título: El manifiesto para los héroes de cada día (Grijalbo).
– ¿Cómo se instruye a Bill Gates y los otros millonarios?
– A menudo por videollamada. Pero he estado en sus yates, casas y oficinas. He observado cómo trabajaban, su cultura empresarial, la percepción de sus esposas e hijos, pero sobre todo les he escuchado atentamente. Muchos de ellos están muy solos.
– ¿Qué tipo de cosas les dice?
– Les digo, por ejemplo, que pueden tener mucho dinero y ser muy pobres, que los grandes líderes ayudan a evolucionar a otros líderes, que la humildad es fundamental –si te crees invencible, llegará un chaval de 17 años que te convertirá en obsoleto en dos días–, que nada externo les hará sentir bien internamente.
– Y por eso cobra fortunas.
– Cuando trabajo para multinacionales soy caro, aunque obtienen lo que pagan. Pero tengo centenares de vídeos de Youtube, bien producidos, con buen contenido, totalmente gratis.
– Es de agradecer. ¿Qué tres cosas recomienda desterrar de nuestras vidas?
– Uno, despégate del móvil, no consumas noticias sin parar, te impide estar presente. Dos, destierra a la gente tóxica, vampiriza tu energía. Y tres, las actividades que parecen importantes pero que a la larga ves que eran inútiles.
– ¿Que en su caso es...?
–La obligación de ir a actos sociales con gente que no conozco. Yo vivo una vida simple, en una granja, en Italia. Suelo cenar en casa, paseo por la naturaleza, hago mountain bike y tengo un reducido círculo de relaciones.
– ¿Practica lo que predica?
– Hago todo lo que puedo para vivir conforme a mi mensaje. Yo hablo del ciclo de la excelencia, pero también del de la recuperación profunda, y este me cuesta. Lucho por ser, simplemente.
– Curiosos. Se diría que nos invita a optimizarnos todo el tiempo.
– ¡No suscribo la cultura de la activación total! No creo en el llevarte al límite para que consigas la máxima productividad. Yo hablo de los cuatro imperios interiores –mente, corazón, cuerpo y alma– que hay que cultivar para tener éxito.
Hay vidas horribles, hay trabajos precarios, hay parejas atroces.
– – Yo he experimentado sufrimiento y tragedias, pero levantándome a las cinco de la mañana, haciéndome más fuerte, todo se hizo más llevadero.
¿Hay que levantarse a las cinco necesariamente?
– – Hay magia en la que llamo la hora de la victoria, entre las cinco y las seis.
– ¿Qué hace a esa hora?
– Aplicar la regla 20/20/20. Empezar por 20 minutos de ejercicio físico –activa la dopamina, la serotonina y la norapinefrina–; sigues con 20 minutos de reflexión –a través de una plegaria, la meditación o la escritura de un diario–, y hay que dedicar los últimos 20 en aprender algo nuevo, a través de la lectura o un curso online. Al finalizar estás más centrado, productivo, sano y empático.
– Viene a decir que si no estás bien, la culpa es tuya. No habla de la coyuntura.
– El sistema puede marcar nuestras vidas, pero cuando echamos la culpa al sistema, olvidamos que tenemos poder. Nelson Mandela, que estuvo 27 años en la cárcel, encontró la manera de transformarlo en una tremenda fuerza interior. Al salir de prisión, invitó a cenar al fiscal que exigió la pena de muerte para él. La historia de la humanidad está llena de gente que transforma la derrota en oportunidad, que no busca excusas y está dispuesta a ser criticada.
– Eso ha hecho una actriz de 68 años que acaba de ser abuela de una hija de su difunto hijo.
– Solo ella sabe los motivos de su acción.
¿El fin justifica los medios?
–
– No digo eso. Digo que fracasar es no intentarlo.
Privilegia usted el instinto sobre la razón.
–
– Sí, porque la razón es lo que el mundo ha dicho que es razonable. Bernard Shaw decía que los hombres razonables se adaptan al mundo, y los no razonables adaptan el mundo a ellos. El progreso ha venido de mano de gente que no fue razonable.
¿Cómo intuye que pasará a la historia?
–
– Durante 25 años repetí: «Vive de tal manera en que la gente te recuerde». Acabé viendo que ahí pesaba el ego. Ahora me da igual cómo me recuerden porque seré un montón de polvo. Solo quiero vivir tan bien como pueda.