«Ahora la gente monta un grupo y ya piensa en tocar en el Primavera Sound»
Publican el elepé `Casa Linda'
Joan Delgado (voz y batería) y Aleix Turon (voz y guitarras) son Cala Vento, dúo que ha logrado cuadrar el círculo al obtener el favor de un público numeroso sin renunciar a la independencia y la autogestión. El viernes vio la luz su cuarto elepé, Casa Linda, espléndida colección de canciones a caballo entre la energía guitarrera y la inmediatez pop, grabado parcialmente en su propio estudio y publicado por su propio sello discográfico (Montgrí).
– Su tercer elepé, Balanceo, se cerraba con la canción Fin de ciclo. Han pasado cuatro años. ¿Era literal?
– Aleix Turon: Balanceo era un disco que abría muchas puertas, acabábamos de crear el sello [Montgrí] y nos empezamos a autoeditar, pero también cerraba una etapa de aprendizaje de lo que es un grupo de música. Todo lo que ha venido después ha sido desde una perspectiva de ya saber a qué estamos jugando. Necesitábamos renovar objetivos.
– Joan Delgado: Y además llegó la pandemia. Tras unos años a un ritmo muy bestia nos obligaron a parar y eso nos hizo replantearnos muchas cosas y valorar todo lo que habíamos hecho. Supongo que le pasó a mucha otra gente.
– La otra gente no aprovechó el parón para construirse un estudio de grabación con sus manos…
– A. T.: Ya, claro [risas]. Lo que queríamos era que el local de ensayo fuera un poco más agradable, porque cada vez pasábamos más horas allí y estaba en mal estado. La idea era limpiarlo y hacer una pequeña reforma, pero empezamos a tirar millas y nos fuimos engorilando y acabamos montando un estudio.
– J. D.: Y todo a base de tutoriales de Youtube y aprendiendo con parientes y amigos. Ahora entro y no me creo todo lo que hemos hecho allí.
Esa vocación hazlo-tú-mismo tan característica de Cala Vento, ¿obedece a un impulso ético o a una obsesión por el control?
– – J. D.: Es menos ético que obsesivo. Es una fijación personal: si tenemos el tiempo, ¿por qué no aprender y hacer las cosas nosotros mismos? No hay nada, o casi nada, que no podamos hacer. Tardaremos el doble, pero habremos aprendido algo y nos ahorraremos pasta.
– Dicen que en este tiempo de pa
rón se llegaron a plantear si tenía sentido grabar otro disco.
–A. T.: Balanceo tenía una vocación de interpelar a la gente, provocar una reflexión, intentar cambiar ciertos patrones de comportamiento. Era ambicioso en ese sentido. Luego te das cuenta de que eres muy pequeño y que es difícil cambiar las cosas. Este disco no sabíamos por dónde tirarlo, porque esa línea no daba para mucho más. Y tampoco queríamos hacer algo muy egocéntrico, hablar de movidas personales. Le dimos
vueltas y buscamos un equilibrio, pensando que seguro que hay mucha gente que, como nosotros, necesita hallar espacios de refugio de todos esos males que señalábamos en Balanceo. Liberarnos un poco de esa responsabilidad individual que acaba siendo una carga.
– J. D.: Por otro lado, nuestra posición política ya está muy presente en la manera en que hacemos las cosas y gestionamos el grupo. Y no queríamos caer en una dinámica de canciones panfletarias, que no es que no nos gusten, pero nuestra manera de hacer va por otro lado.
Antes de la publicación de Casa Linda dieron a conocer seis de las 11 canciones del disco. ¿Lo hicieron para adaptarse a las dinámicas actuales del negocio musical?
– – J. D.: No ha habido intención de mercado. De hecho, los jóvenes que sacan un single tras otro los espacian más. Pero es que no fuimos capaces de decidir qué singles sacar y al final dijimos: «Pues todos estos». Igual ha sido tirar piedras a nuestro propio tejado, porque pierdes impacto.
– A. T.: En este momento el mercado está muy atomizado y, con las listas de reproducción, parece que cuando sacas una canción te lo estás jugando todo a esa carta. Pero somos lo que somos y nuestro público entiende que funcionamos así. Luego las canciones tienen su propia vida.
Aquí la que llama más la atención es Conmigo. Cala Vento, un dúo de guitarra y batería, publica una canción sin guitarra ni batería.
– – J. D.: Es un experimento. Al final de cada concierto siempre poníamos una canción grabada de otros grupos para saludar y un día decidimos hacer una nuestra que sirviera para eso. Conmigo era acústica, pero se nos ocurrió hacerla así, con sintes, para darle al play y cantar y saludar. Será la última de los conciertos y por eso es la última del disco.
– Otra novedad es Passar pantalla, la primera canción que publican en catalán (y euskera). ¿No es raro que hayan tardado tanto en hacerlo?
– J D.: Pues quizá sí… A este asunto no le hemos dado tantas vueltas como le podríamos haber dado. Tampoco se nos ha apretado mucho...
– A. T.: Mi vecino sí me apretaba… – J. D.: Y mi madre [risas]. Pero al final salió natural. Era una canción que nos encantaba pero solo teníamos la base instrumental y no nos salía nada de melodía vocal ni de letra. Probamos a cambiar de idioma. Y tampoco. Hasta que Jordi Mora [responsable de las mezclas del disco] nos sugirió hacer colaborar con Gorka Urbizu, de Berri Txarrak. Le enviamos la canción y nos pasó una grabación con la melodía cantada en guachu guachu. Al final decidimos hacerla en catalán con sus partes en euskera. Estamos muy contentos.
En 23 semanas afirman querer pasar cinco meses «en el pueblo más pequeño de Aragón». ¿Han estado alguna vez en Salcedillo?
– – J. D.: No, pero lo hemos buscado. A ver si para la próxima gira llaman.
– Cala Vento tiene fama de haber tocado en casi todas partes. Es otro rasgo que los distingue.
– J. D.: Tocar en el máximo número de sitios es una de las claves de Cala Vento. Hemos ido a todos los rincones de España y hemos vuelto. Y eso ha ido creando una comunidad guay. Miguel Ángel Blanca [músico y cineasta, excantante de Manos de Topo] dijo de nosotros que éramos «el último grupo de verdad». Se refería al último grupo de carretera, sudor y rock. El último seguro que no, pero es verdad que ahora la gente llega a la música con idea de montar un grupo para tocar en el Primavera Sound y parece que piensan que todo es festivales y listas de reproducción. – A. T.: Nosotros creemos en otro modelo. Ir a tocar para hacer caja o para sentirte por encima de los demás y luego volver a casa es algo contra lo que hemos luchado siempre. Tenemos esa vocación de ir creando comunidad, también con promotores, salas, restaurantes… Nos gusta viajar, conducir, tocar y gestionar las cosas personalmente. Con este disco queremos llevar un paso más allá lo de ir eliminando intermediarios. Para la gira montaremos nuestra plataforma de ticketing. Y hemos creado una newsletter para fans, para que los canales de comunicación no sean solo las redes, que no podemos controlar.
– ¿Compartir esa filosofía es un requisito para formar parte de la escudería Montgrí?
«Si tenemos el tiempo, ¿por qué no aprender y hacer las cosas nosotros mismos?»
–A. T.: Hay varias cosas. La propuesta nos tiene que gustar a los tres [Aleix y Joan dirigen el sello junto a su mánager, Nore Chesapik]. Y no es fácil, porque somos muy diferentes y nos fijamos en cosas muy diferentes. Ha de tener canciones, buen directo, discurso, una estética próxima, y también compartir determinados valores. ¡El listón está alto!
¿A qué grupo les gustaría reclutar? No se pongan restricciones.
– J. D.: A El Último de la Fila.