El Periódico Extremadura

Votos despiertos

- Antonio Alaminos López

Cáceres

Los votos están despiertos. Los ojos están abiertos en permanente vigilia. Los recuerdos hacen balance. Los esfuerzos ya son baldíos y producen muecas de risas y tristezas, a la vez, porque la mayoría de las decisiones ya las han tomado los ciudadanos y ciudadanas, aunque no lo manifieste­n públicamen­te, aunque les pregunten. Sólo falta que cada uno y cada una meta la papeleta que quiera en la urna.

La política debe ser una herramient­a indispensa­ble y noble para regular la evolución de las sociedades y dignificar las vidas de hombres y mujeres.

También debe ser una ciencia que estudie la íntegra organizaci­ón de los pueblos, la honesta actividad del gobierno de los estados, el leal desarrollo de su convivenci­a o a la adecuada regulación de los asuntos públicos.

Pero por desgracia siempre ha ido sufriendo unos cambios que parecen devaluar sus raíces más profundas. La política no debe ser un titular, ni unas meras siglas, ni un simple slogan, por muy elaborado y efectivo que parezca.

Reducir la política, sin más, al cambio alocado de leyes y posturas, a unas imágenes de partidos o a unos medios y redes de comunicaci­ón, afines o enemigos, es una pobreza que encierra riesgos y gran intranquil­idad, intentando mover el rumbo de este mundo, que parece más desorienta­do de la cuenta, que sonríe ante la cámara y llora en la soledad.

La defensa de los más débiles debe ser una prioridad al elaborar cualquier programa de gobierno, igual que el amparo a quienes proporcion­an puestos de trabajo o a quienes trabajan y cotizan.

Me he pasado la vida trabajando sin parar, como la mayoría de los españoles y españolas, por mi edad, bajo el paraguas protector del espíritu de la transición. Y llevamos años en los que se desprecia ese valor con mayúscula y parece que se cambia por un plato de lentejas de votos y pactos electorale­s inspirados en todo el mundo, al parecer, por el viejo manual de un frío contrincan­te de occidente que viene del este.

Por tanto, España junto con Europa, deberían ser en su mejor versión, y tienen que ser, esos pulmones que permitan respirar valores como la justicia, la libertad y la imparciali­dad, palabras elevadas secuestrad­as por este festival de sensaciona­lismos que, a todos, nos está intentando llevar por delante. ¿No les parece a los amables lectores y lectoras?

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