Todas las propuestas políticas
mínimo y los trámites para obtener licencias de obras y apertura irían como la seda. Una auditoría a fondo acabaría además con el dispendio en el gasto público.
TSUNAMI DE OBRAS La ciudad se embarcaría en importantes reformas para que puntos estratégicos como Cánovas, Virgen de la Montaña, Moret-Pintores y plaza Marrón lucieran en todo su esplendor. El Poblado Minero saldría del olvido y los edificios abandonados tendrían una segunda vida, entre ellos el matadero. Remodelaciones que convivirían con nuevos espacios como la Ciudad de la Infancia, la Ciudad Financiera, el Museo de las Américas o la Facultad de Bellas Artes.
Sería una capital con todos los servicios básicos a 15 minutos, con un consorcio de transportes, un bus muy barato (o gratis) y prioridad para el peatón, que tendría trayectos en sombra, red de senderos e incluso itinerarios seguros para escolares. Un Cáceres rodeado de bosques que permitirían entrar en el comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero. ¿La mina? Varios partidos la niegan y ninguno la defiende abiertamente.
Se liberaría suelo para conseguir viviendas más baratas, y habría una oficina municipal de alquiler. Estarían siempre cubiertas las necesidades básicas de las familias y se igualarían las dotaciones de todos los barrios (aumentarían los Presupuestos Participativos).
Una ciudad que por fin miraría de frente a los mayores para abrirles centros sociales, salones de baile y hasta una agenda cultural propia. Un Cáceres que deportivamente se pondría las pilas con el repaso a la red de pistas, otra piscina climatizada y un estadio municipal de fútbol.
En definitiva, la ciudad soñada, pero no todo podrá ser..., ni siquiera la décima parte. El ciudadano elige. Por ello, a continuación este diario ofrece los principales puntos de todos los programas.