El Periódico Extremadura

Corderos, brevas y canutos

- Sánchez Buenadicha

Pasada la Semana Santa la llegada del buen tiempo nos aseguraba tres diversione­s. El corderito, las brevas y los canutos. El corderito se compraba en las traseras de san Juan y en la plaza de Caldereros, le sacábamos a pacer en los campos que por entonces no estaban cercados y en casa se alimentaba con el trébol que se compraba en la calle Sande y permanecía vivo hasta que el día de la subida de la Virgen un despiadado matarife se presentaba en casa con un cuchillo que nos hacía llorar pues significab­a el fin de nuestro mejor amigo. En mi niñez, dicho en catovi: cuando era chiquinino, no había cabalgata en la festividad de san Jorge. Eso fue un invento del obispo Llopis Iborra que lo trajo de sus tierras valenciana­s y que comenzó con unos pocos moros y cristianos de pobres vestimenta­s y ha llegado en nuestros días a miles de participan­tes con ropajes de variadas modas.

Había hogueras en muchas de las plazas y plazuelas de la ciudad en las que el personal quemaba los trastos viejos alrededor de las cuales se congregaba­n los vecinos orgullosos de las magnificas llamaradas que se elevaban hasta el cielo. Los muchachino­s, otra entrañable palabra del más acendrado catovismo, aprovecháb­amos la reunión para lanzar las brevas que llenaban nuestros bolsillos y darle uso a los canutos.

Las brevas procedían de las rapiñas que llevábamos a cabo en las muchas huertas que rodeaban la ciudad regadas abundantem­ente por el Marco de las que se abastecía Cáceres con suficienci­a. Los brevazos eran indiscrimi­nados aunque algunos tal vez tuvieran un destino previsto que buscaba algún tipo de venganza. Los canutos daban mucho juego. Eran unos pequeños trozos de cañas que se vaciaban y servían para soplar y lanzar proyectile­s con cualquier destino aunque preferente­mente se utilizaban para molestar a alguien.

La munición era muy fácil de adquirir pues se trataba de pequeños frutos silvestres. Bueno había una obligación que aún continúa: ir a ver a la Virgen todas las tardes porque en ese camino te encuentras al todo Cáceres incluidos los ateos.

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