Del nobel han decidido que la novela `En agosto nos vemos' se publique la próxima primavera
había abordado la crisis que sufre la protagonista. Un año después de la muerte del autor, su editor Cristóbal Pera –cuyo trabajo fue crucial para fijar el texto de sus memorias– reveló que a este no le acababa de convencer el resultado de la novela aunque había trabajado intensamente en ella. Es sabido que Gabo era capaz de reescribir 14 o 15 veces sus libros hasta alcanzar el resultado deseado y que una vez publicados no tocaba una coma. Pero esa decisión final no se había tomado en este caso y la novela quedó finalmente desechada.
Con estos antecedentes, la difícil decisión de si publicarla o no recayó en la familia, sus hijos Rodrigo y Gonzalo, que han sopesado durante una década esa posibilidad –al fin y al cabo, Gabo pese a su insatisfacción, no destruyó el manuscrito, o mejor dicho los manuscritos, porque son varias las versiones que se conservan– y finalmente la obra verá la luz.
La novela, o la colección de cuentos, según se mire, relata varias historias protagonizadas por una mujer de 52 años que cada 16 de agosto desde hace 28 años realiza una visita en solitario a la tumba de su madre en una localidad de una isla caribeña donde la pobreza convive con la reciente emergencia turística. Aunque goza de una relativa vida feliz y cómoda junto a un marido que la quiere, ella, que llegó virgen al matrimonio, se ve arrastrada por primera vez en su vida por el impulso irresistible de mantener una relación sexual con un desconocido a quien ella elige al azar en el hotel del lugar.
Cada una de las historias que componen la novela muestra estos encuentros sexuales con diferentes hombres en los que la mujer intenta encontrar un reflejo de su primer amante convertido desde entonces en una obsesión para ella. Como detalle curioso, la protagonista tiene el nombre de Anna Magdalena Bach, y comparte nombre y apellido con la segunda esposa del compositor alemán. Esta Anna Magdalena caribeña es hija de un profesor de música y el idilio significativo que le cambia la vida nace bajo las notas del Claro de luna, de Debussy –Gabo era un gran amante de la música clásica–, en el arreglo de bolero que canta una niña en el bar del hotel.
La posibilidad de publicación de En agosto nos vemos ha sido un tema recurrente en la prensa latinoamericana pero cobró más intensidad cuando la Universidad de Texas anunció que había digitalizado los fondos del autor y muchos especialistas académicos se interesaron por consultarlos. La novela fue puesta a disposición de los estudiosos en las dependencias del Harry Ransom. Una de las primeras en pedir el manuscrito, que leyó allí durante más de tres horas, fue la periodista colombiana Patricia Lara Salive, amiga personal de la familia García Márquez y la persona que vendió al autor la revista Cambio, de la que era fundadora. Según contó al diario colombiano Tiempo, la periodista leyó un manuscrito «al que le faltaba un poco de trabajo de edición» con anotaciones varias, entre ellas la que indicaba que la versión había sido enviada a su agente, Carmen Balcells.
Otro de los autores que también ha consultado el manuscrito de Texas es el periodista y profesor de la Universidad del Estado de Nueva York, el colombiano Gustavo Arango, que recientemente lo leyó de cara a un trabajo académico. Por cierto que en la web del Harry Ransom Center se especifica ahora que los documentos de la novela «están restringidos» hasta su publicación, una fórmula que la da por hecho. Arango, ilustre gabólogo, defendió la publicación de la novela en un artículo de El Universal de México tras la lectura. «Es una novela que vale la pena que se conozca». Según Arango, pese a que en varios pasajes Gabo considera distintas opciones para las palabras o un orden distinto en los párrafos, se trata de «una historia completa con secuencias claras y un final preciso».
Además, añade, el final incluye una imagen potente, la de la protagonista, Ana Magdalena, llevándose de la isla los huesos de su madre muerta lo que la vincularía a otra escena memorable de Cien años de soledad en la que Rebeca llega a la casa con los huesos de sus padres en una bolsa.
Hay un aspecto más, que Arango sostiene, nada baladí y que remataría la trayectoria literaria de García Márquez de una forma mucho más amable de lo que supuso su última novela, Memoria de mis putas tristes, que retrataba a un nonagenario que decide pasar una noche de sexo con una adolescente virgen de 13 años a punto de iniciarse en un burdel. Ese tema escabroso, que desconcertó y mucho a sus lectores, tiene su contrafigura en la novela que leeremos el año que viene, En agosto nos vemos.
Allí, por el contrario, muestra a una mujer adulta tomando sus propias decisiones, disfrutando del sexo sin ser depredadora y a quien en absoluto se la puede considerar una víctima. Esta novela será un mejor broche a una de las trayectorias literarias más extraordinarias de las letras en castellano.
La obra, que relata encuentros sexuales de una mujer de 52 años, llevaba una década en la Universidad de Texas