Afinando (XX)
Uno de los que más interés mostró en ayudar al maltrecho rey de Castilla, Alfonso VIII, después de Alarcos, fue el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada. No fue un gesto simbólico. El propio prelado invirtió dinero de la sede primada para levantar, restaurar y renovar las defensas de la propia ciudad. Sin embargo, hasta fechas muy próximas a nosotros se había entendido esta ayuda de un modo, si se me permite, superficial. Los vestigios del importante recinto toledano, contemplados con ojos de arqueólogo, resultan desconcertantes, a primera vista. Constituyen una suerte de palimpsesto. No presentan una tipología unitaria y desde fecha muy temprana los investigadores habían señalado las diferencias morfológicas entre unas partes y otras y habían analizado de un modo muy certero los elementos defensivos atestiguados. No en vano varios de esos historiadores eran profesores en la Academia de Infantería y sabían de lo que hablaban, dejando aparte las fantasías moriscas de una cierta bibliografía más o menos técnica. Pero no se dejaron de cometer fallos interpretativos, debidos en gran parte a la tendencia, no exenta de nacionalismo, a identificar los elementos constructivos levantados con un aparejo más imponente en cuanto a su fábrica con una de épocas supuestamente más gloriosas de la ciudad del Tajo. Si en una obra se leían dos partes claramente edificadas con piedra, una, y con ladrillo, la otra, y ésta ocupaba la parte superior, necesariamente eso condenaba a la inferior –la pétrea- a estar considerada como perteneciente el susodicho período, digamos taifa.
Eso pasó, precisamente, allí. Obras militares de difícil adscripción temporal en un monumento dado se clasificaron con arreglo a criterios poco exactos y eso desdibujó no solo su fecha probable, sino que excluyó la posibilidad de trazar el perfil técnico de algunos de sus artífices, difuminando el de sus autores. Sobre todo, si su origen no era local. El componente levantino no aparecía por ninguna parte. Y las innovaciones se sumaban a la cuenta de resultados de las fortificaciones taifas del reino de Tulaytula. Sin justificación arqueológica alguna, porque no se documentaban en los recintos árabes coevos.