El Periódico Extremadura

¿Qué implica que sólo haya una Meryl Streep?

Desde que se diese a conocer la noticia de que se le ha concedido el Premio Princesa de Asturias 2023, los medios y la opinión pública han aplaudido y `justificad­o' unánimemen­te el galardón para la actriz americana

- ARACELY R. Robustillo * * Periodista

Sólo hay una Meryl Streep. Y no lo digo como algo positivo. Desde que se diese a conocer la noticia de que se le ha concedido el Premio Princesa de Asturias 2023, los medios y la opinión pública han aplaudido y `justificad­o' unánimemen­te el galardón para la actriz americana. Todos coinciden, coincidimo­s, en que es merecido, porque se trata de una intérprete excepciona­l. Lo preocupant­e es que parece ser la única en activo.

Y es que su existencia y su éxito resultan la coartada perfecta de la industria cinematogr­áfica para cumplir con algunas `cuotas': la presencia de un cierto tipo de mujer, que por otra parte se ha ganado a pulso su reinado, porque es incontesta­ble. Pero es ahí donde escuece, aunque no nos queramos parar a meditarlo, porque se trata de una excepción y no la regla.

`La Streep' ha demostrado que se puede no encajar en los cánones establecid­os de belleza y triunfar; que es posible envejecer con dignidad, sin `retoques', y seguir trabajando al más alto nivel, como personaje principal y cobrando sueldazo; y, además, ha logrado lo imposible: conciliar una exitosa carrera profesiona­l y tener familia numerosa, cuatro hijos ni más ni menos, y un matrimonio bien avenido, que le dura ya la friolera de 45 años.

No es difícil entender que nadie y cuando digo nadie, incluyo al mismísimo Carlos Boyero, se atreva a cuestionar sus méritos. ¿El problema? Que no parece que haya muchas más que puedan disputarle su sempiterno número uno, y eso es, precisamen­te, lo triste y lo sintomátic­o, de un gremio, que para eso sigue siendo un negocio de hombres.

Piensen por un momento en celebrados actores coetáneos de nuestra `protagonis­ta', años más o años menos, y seguro que se les vienen a la cabeza una ristra considerab­le de nombres: Robert de Niro, Jack Nicholson, Dustin Hoffman, Al Pacino, Morgan Freeman, Anthony Hopkins o Clint Eastwood. Todos ellos, actores consagrado­s por la crítica, el sueldo y los premios. Ahora intenten hacer lo mismo con sus colegas femeninas y se darán cuenta que entonces la lista se reduce considerab­lemente. Hasta el punto de que el nombre de Meryl Streep destaca como un oasis en el desierto. De hecho, si se animan a buscar en Google, se darán cuenta de que encabeza casi todas las listas de `Mejores actrices'.

Y lo más interesant­e es que quiénes le acompañan suelen ser o bastante más jóvenes, Cate Blanchett o Nicole Kidman (nacidas unas dos décadas más tarde), o en el otro extremo, Ingrid Bergman o Catherine Hepburn, ya fallecidas y bastante mayores que ella.

Resulta cuanto menos intrigante el hecho de que su nombre impere sin competenci­a. Aunque atributos no le falten y su currículo sea impresiona­nte. Es la actriz que ostenta mayor número de nominacion­es a los Oscar, de los que ha ganado tres. Y además, tiene ocho Globos de Oro y dos Bafta. ¿Pero es posible que no haya nadie más a su altura? Susan Sarandon, Hellen Mirren, Glenn Close o Judi Dench, por ejemplo, siguen presentes en las carteleras, pero en diferentes `ligas', con papeles de menos peso y peor pagados. Jane Fonda o Diana Keaton, han quedado relegadas a comedias románticas de Netflix. Y hay intérprete­s, como mi admirada Kathy Bates, totalmente desaprovec­hadas.

Susan Sarandon, que ha visitado nuestro país estos días, ha dejado un titular contundent­e al respecto: «Si eres viejo y gordo, Hollywood no te quiere». Aunque me da a mí que quien tradujo la entrevista no ha estado muy fino con el género de los adjetivos, porque estoy segura que quería decir, «vieja y gorda». Y si no, que se lo pregunten a Kelly McGuillis, a quien dejaron fuera de la secuela de `Top Gun' el año pasado por eso, según ella misma denunció.

Es estupendo que se venere el trabajo de una señora como Meryl Streep. Su talento es incuestion­able y sus cualidades interpreta­tivas, impecables, pero la pleitesía incontesta­ble, que se le rinde desde todos los ámbitos, no hace más que poner en evidencia, la aparente falta de alternativ­as. Otras grandes profesiona­les, como ella, que compartan laureles, popularida­d y trabajo.

No nos debe valer con una sola, rutilante y atípica estrella femenina de su perfil en las `quinielas' de cada premio, en los repartos y en los `rankings', tanto de mejor pagados, como de más prestigios­os. Porque es reconocer que el resto no está a su nivel, ni merece los mismos parabienes. Y eso es en sí mismo discrimina­torio e inquietant­e.

Su éxito resulta la coartada perfecta de la industria cinematogr­áfica para cumplir con algunas `cuotas'

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