El Periódico Extremadura

Cristo, otro milagro para el Montijo

El pichichi montijano marcó en el descuento el gol del triunfo que puede valer una permanenci­a para su equipo

- RODRIGO MORÁN deportes@extremadur­a.elperiodic­o.com MONTIJO

Llevaba 25 minutos andando literalmen­te por el césped del estadio Emilio Macarro. Cada dos minutos se reclinaba adelante, tomaba aire y resoplaba. Segurament­e no explicará a muchos que fueron los peores 25 minutos a nivel físico de la temporada. Pero su entrenador, lejos de tirar de lógica, decidió no quitarlo del campo. Cualquier técnico del mundo lo hubiera relevado de inmediato. Y, por supuesto, cualquier aficionado que estaba en la grada viendo el partido. «Cristo no da para más. Quítalo ya», se levantó un señor dos filas más abajo de los cronistas. Desde luego, no le faltaba razón. Pero Juan Marrero, tozudo con coherencia en ocasiones, decidió mantenerlo.

Físicament­e estaba extenuado. Futbolísti­camente apenas podía sujetar la salida de balón de un Villanoven­se desmelenad­o que empató por insistenci­a y vio que podía ganar por inercia. Pero usted si va al campo del Montijo y ve al número 20 andando, no le diga nada. Ni se le ocurra criticarle. Si no corre más sólo hay dos teorías: o no puede o no le toca. Eso sí, cuando vaya a pasar algo importante, ahí estará él. En el nombre del gol.

Cristo Medina, el inagotable Ratón de Pueblonuev­o, rompió en pedazos un derbi jugado a la ruleta rusa en los últimos 15 minutos y que cayó del lado de la infinita inteligenc­ia del delantero, que cuando no puede más, sabe dónde estar. El Montijo, en la lona tras el empate, encontró un balón largo que Barragán convirtió en un disparo y cuyo rechace se encontró el número 20, que llevaba, repito, andando 25 minutos. Exhausto y vacío. Pero que dentro del área siempre tiene una raya más de ga

solina que el resto para muchas cosas. Para pensar, para decidir y, sobre todo, para ejecutar. Y ahí marcó el gol que puede darle una permanenci­a al Montijo (2-1). El número 20. Un jugador que, por una lesión en el ojo, no tenía ni que estar sobre el césped. Pero con un don brillante para hacer goles importante­s. «Hace los goles que todo el mundo sueña», dijo Marrero tras el partido. Tal cual.

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ALTERNANCI­AS Fue un partido de auténtica locura y tensión. Mucho mejor el Villanoven­se en la primera parte, donde dejó vivo al Montijo. De lo que se arrepentir­ía después Gus ante los micrófonos.

Guille Perero tuvo la primera gran ocasión en un mano a mano en el que Sergio Tienza se hizo gigante y estiró el chicle de su pierna derecha para achicar el disparo del delantero serón. Paradón para abrir boca.

Respondió Madrigal con un disparo desde el salón de su casa que se marchó lejos de la cepa del palo de Lázaro.

Volvió a la carga el Villanoven­se, siempre cargando en el costado izquierdo de la defensa montijana. Víctor Runy volvió a sobrepasar por velocidad a su

par y su disparo seco cruzado lamió el palo de Tienza.

Otra clarísima para el Villanoven­se llegó en las postrimerí­as del primer tiempo. Higor Rocha se encontró dentro del área un precioso centro desde la derecha que envió arriba con todo a favor. Un caramelo que no supo desenvolve­r en el mejor momento.

Cambió el decorado del partido en la segunda parte. Casi de manera inexplicab­le. Yeray avisó con un chut seco que se marchó rozando el palo. Y a la siguiente, no perdonó. Gran centro desde la derecha y remate inapelable del canario, que futbolísti­camente hablando, fue el mejor de todo el partido.

El propio Yeray remató al palo casi a la jugada siguiente para reventar el partido. Y Abraham Pozo no embocó en línea de gol en otra ocasión clamorosa.

El Villanoven­se se lanzó a tumba abierta y en un centro lateral Javi Chino empató el partido en propia meta. Mazazo.

Se abrió la ruleta rusa para todos en los últimos minutos. Y en estos juegos, el inteligent­e es el que gana. Y en eso, el número 20, casi siempre gana. Lo que pasó, ya lo saben ustedes.

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R.M. Guille Perero y Abraham Pozo en un duelo del partido jugado en Montijo.

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