Mar y tierra. La singularidad de La Gambita
Lo regenta Lucio Ávila y está ubicado al lado del Colegio Nazaret
Con un nombre como ése, sería extraño que en La Gambita no se comiese buen marisco. Si las paredes de este local hablasen… podrían contar cientos de historias y anécdotas sucedidas entre ellas a lo largo de sus 20 años de trayectoria en Cáceres. Ubicado en la calle Juan Ramón Jiménez. Lucio Ávila es el propietario del negocio, un hostelero de los de antes que se encarga de atender siempre con una sonrisa a su fiel clientela. «La Gambita es un lugar estupendo que a la hora de las cañas y del tapeo, atrae a mucha gente de otros barrios de la ciudad», destaca Lucio a El Periódico Extremadura. El otro alma mater de la taberna es su mujer, Gregoria Bachiller. Ésta cocinera no ha dejado nunca de perfeccionar su arte con los fogones ni de ganarse el afecto de los parroquianos. «Sus guisos reviven a cualquiera», apunta Ávila con orgullo.
Y siempre, siempre, con cada bebida, él hace la misma pregunta. «¿Qué te apetece de pincho?». La lista es extensa y también depende de la hora. Por el mediodía, lo habitual es que ofrezcan faisán, orejas con tomate, morros, higaditos, pollo empanado, pescado frito... Avanzada la jornada, pasan a los aperitivos, tanto fríos como calientes. Entre los que llaman la atención, la ensaladilla rusa o los embutidos. «Como tenemos cocina, podemos dar mucha variedad», manifiesta.
Además ofrece en su carta arroz con bogavante o paella, gambas de Huelva, nécoras, navajas a la plancha, almejas, mejillones y bacalao rebozado con cebolla caramelizada a una relación calidad precio inmejorable. Saltando de la mar a la tierra, impulso que no opone dificultades en La Gambita, atentos a sus croquetas de perdiz, conejo al ajillo, solomillo ibérico, cochinillo asado... Unos manjares que dejan a quienes entran en este local con la boca abierta y el estómago lleno.