55 niños se convierten en costaleros en la V Cruz de Mayo
Participaron menores desde los 4 a los 17 años, que cargaron pasos de 15 y de 100 kilos Es la quinta edición de la actividad, que comenzó en el año 2018 como un homenaje a los `aguadores'
Ayer Badajoz volvió a oler a incienso y a escuchar a la Banda de Tambores y Cornetas del Resucitado. No era Semana Santa, pero lo parecía en las calles del Casco Antiguo. La quinta edición de la Cruz de Mayo, organizada por la Asociación de Capataces y Costaleros San José, congregó a centenares de pacenses que no quisieron perderse cómo niños y mayores cambiaban los roles por un día en una procesión.
Pasadas las 20.00 horas de la tarde empezaba a organizarse un cortejo de más de 100 personas en el interior de la Iglesia de la Concepción, sede canónica de la asociación. «¿Está bien puesto el costal? ¿Va en vértebra?», le preguntaba Jesús Núñez, costalero desde hace 26 años, a un niño de no más de ocho años que afirmaba con la cabeza. El adulto no podía evitar el nerviosismo. «Es el primer año de mi hija como costalera. Yo poco le enseño, lo lleva en la sangre», decía. A su lado Sofía, de 12 años, confirmaba las palabras de su padre. «Voy en el paso pequeño... ¡de momento! Empecé de `aguadora' y cuando supe que podía ser costalera con la Cruz de Mayo decidí apuntarme. Esto es una pasión».
Para llegar a este día, los niños han ensayado tal y como lo hacen los adultos. Durante dos fines de semana del mes de abril, los pasos salieron a la calle para que ellos se hicieran con el peso y con el recorrido marcado.
En la calle, cientos de pacenses esperan a que salga la procesión con los móviles preparados para grabarla. La Cruz de Guía, los faroles y las insignias iban portadas por rostros habituales de la Semana Santa que, normalmente, van delante o debajo de los pasos. Tras ellos, vistiendo la camiseta de la asociación, costaleros que ejercían de nazarenos por un día. Los hermanos pequeños y algunas madres eran ayer los `aguadores'. «Hazle una foto bonita a mi hijo, que va debajo», le pedía una mujer al fotógrafo de este periódico.
«Disfrutad, que el día es vuestro. ¿Nos vamos a la calle?», le preguntaba Ricardo Becerra, presidente de la asociación, a los más pequeños, ya colocados debajo del paso. Sonó el llamador y comenzó
el `racheo' de pies. En unos minutos el primer paso estaba en la calle y San Juan estallaba en aplausos. Este está hecho de cartón pluma y decorado con claveles. «Hemos intentado aligerar todo el peso posible porque son niños muy pequeño», explicaba Becerra. 15 kilos llevaban sobre sus hombros.
El presidente de la asociación le dedicaba la procesión, apenas unos momentos antes de salir, a Antonio Fernández. «Es el vicepresidente de la asociación. Está pasando por un bachecillo de salud y hoy no puede estar aquí». Tenía buen sustituto: su hijo Pablo Fernández, de 17 años, llevaba con tino y mano firme el segundo paso. Bajo los 100 kilos de peso van los adolescentes. «¡Ahí quedó!», exclamó Pablo tras hacer el `revirao' entre las calles Bravo Murillo y Arco Agüero. A su corta edad, es el capataz de esta procesión por derecho propio. «En mi primera vez tenía
12 años. Al principio es complicado llevar un paso pero se va acostubrando uno», contaba Pablo. Este año se ha estrenado como costalero en Semana Santa portando al Cristo del Amor y a Nuestra Señora de las Lágrimas. «No puedo elegir entre ser costalero y ser capataz, son cosas distintas pero me gustan mucho las dos», afirmaba con rotundidad.
Los niños eran los protagonistas del día. Una representación del
colegio Sopeña formaba también parte del cortejo. «Se trata de que aprendan a vivir la Semana Santa», decía el director del centro, Jesús Berrocal. A su lado un alumno de ocho años, Jesús, se mostraba totalmente convencido. «El año que viene seré costalero yo».
Maribel Muñoz, hermana mayor de la Cofradía de la Vera Cruz, lo resumía afirmando que «es la mejor forma que tenemos de hacer cantera».