El necroturismo llega a Badajoz
Una ruta por el cementerio viejo y los allí enterrados desgrana la historia del siglo XIX en la ciudad
A las diez de la mañana de ayer se mezclaban en el cementerio viejo los pacenses más madrugadores que, cargados con flores, iban a ver a sus desaparecidas madres, con un numeroso grupo de turistas. «Me interesa, incluso me gusta, el necroturismo. Cuando estoy de viaje adoro ver cómo la gente decora y honra a sus muertos», decía Sofía Capasso, una de las asistentes. Ella es argentina y está viviendo en Badajoz mientras da clases en la Universidad de Extremadura. «Me enteré de esta ruta por mis compañeras de trabajo, no me la quise perder».
Como ella, más de 60 personas acudieron a la cita que el Ateneo de Badajoz tenía con la historia del Badajoz del siglo XIX.
José Manuel Rodríguez Pizarro e Iván Cedrón fueron los encargados de guiar al grupo entre panteones y nichos. «Se trata de sumergirnos en ese Badajoz que nos dimos cuenta que interesaba cuando dimos una charla sobre Tomás Romero de Castilla», explica Pizarro. Dicho encuentro fue el germen de la actividad que ayer se realizó y algunos de los presentes eran `repetidores'. Nieves Algaba, otra de las asistentes, confesaba ser seguidora de la forma de contar la historia que tiene Pizarro. «Es interesante y didáctico. Siendo yo de Badajoz, nunca había venido a la zona de panteones, por ¿Quién anda ahí? ejemplo, y esta es una buena excusa para hacerlo», afirmó.
La misma curiosidad que sentían los asistentes por los datos que contaban los guías, la sentían los visitantes del cementerio al ver a un grupo tan numeroso parado ante cualquier escultura. «¿Qué está pasando?», preguntaba un hombre al ver el tumulto.
La visita hizo un recorrido por los hechos y los personajes más relevantes que tuvo la ciudad en el siglo XIX. Se visitaron las tumbas de ilustres como Carolina Coronado o el propio Romero de Castilla, entre otros.
La ruta acabó tras dos horas de paseo aderezado con datos e, incluso, alguna leyenda. Los asistentes estiraron el turno de ruegos y preguntas. Sin duda, la visita fue un regalo para los aficionados a la historia de Badajoz.