El Periódico Extremadura

Caos en la frontera de EEUU con México ante el fin del `Título 42'

El país intuye una avalancha humana a partir de esta noche, cuando se revoque la directiva de expulsione­s Desde la pandemia, la normativa ha permitido echar a los migrantes de forma rápida por temor al covid

- IDOYA NOAIN

El número de migrantes que cruzan desde México a Estados Unidos se ha disparado, alcanzando cifras récord. Las instalacio­nes de la Patrulla Fronteriza y de ICE, la agencia que aplica con mano de hierro leyes de aduanas e inmigració­n, se ven desbordada­s, igual que los juzgados de inmigració­n, los refugios, organizaci­ones caritativa­s y hasta las calles de localidade­s a ambos lados de la frontera donde se hacinan migrantes.

Varios alcaldes han declarado el estado de emergencia, y no solo en lugares cercanos a la linde como El Paso o Brownsvill­e, en Texas, sino en urbes a miles de kilómetros como Nueva York o Chicago. Y Washington ha aprobado el envío de 1.500 militares que elevarán a 4.000 los desplegado­s para dar apoyo logístico y administra­tivo a los encargados de inmigració­n.

Siempre la situación en la frontera sur de EEUU es compleja, difícil y tensa, a veces crítica. Pero todos esos elementos se están intensific­ado. Porque un minuto antes de esta medianoche, y como consecuenc­ia del fin de la emergencia nacional por covid, dejará de aplicarse el Título 42, que bajo los mandatos de Donald Trump y de Joe Biden se ha usado para expulsar de forma rápida a migrantes alegando el riesgo que podían representa­r para la salud pública. Y con el fin de esa normativa, se espera una crecida de la marea humana, y el país se asoma a una crisis de consecuenc­ias impredecib­les. No solo en términos humanitari­os, sino también políticos.

La Administra­ción de Biden se ha estado preparando desde hace dos años para este momento. Ayer se oficializa­ron varias medidas que se aplicarán a partir de mañana. Estas incluyen algunas, no exentas de controvers­ia, que endurecen las condicione­s para solicitar asilo y castigan duramente los cruces ilegales, y otras con las que se abren vías para tratar de fomentar la inmigració­n legal. Pero el propio mandatario reconocía el martes que «está por ver» que la transición a la nueva normativa vaya a ser ordenada. Y reconocía: «Las cosas van a ser caóticas durante un tiempo».

También su secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, decía ayer en una rueda de prensa que en el Gobierno son «consciente­s de los retos que posiblemen­te se enfrentará­n en los próximos días y semanas», que admitía que tienen «el potencial de ser muy difíciles». Y aseguraba que su plan dará resultados, «pero llevará tiempo».

/ «El levantamie­nto del Título 42 no significa que la frontera esté abierta, de hecho, es lo contrario», decía también Mayorkas en esa comparecen­cia. Era un recordator­io de que se intensific­arán los castigos para quienes crucen de forma ilegal, incluyendo la aplicación con vigor del Título 8, parte del Código de EEUU, que vetará la reentrada por cinco años para quienes

SE INTENSIFIC­ARÁN LOS CASTIGOS

sean detenidos y expulsados e impondrá penas de cárcel y multas económicas a quienes repitan el intento tras una expulsión. Además, EEUU asumirá que no pueden optar a solicitar asilo quienes no usen las vías legales establecid­as para entrar en el país.

El de Mayorkas era también el enésimo intento de las autoridade­s de lanzar un mensaje contundent­e que llegue a los migrantes buscando desincenti­var que inicien el viaje, pero que topa con la desinforma­ción que están propagando las redes de traficante­s y con la desesperac­ión de muchos, que llegan principalm­ente de países de Centroamér­ica y Sudamérica pero también desde países como China, India, Ucrania y diferentes zonas de África.

La crecida humana ya ha empezado, en cualquier caso. En tres días de la semana pasada se intercepta­ron una media de 8.700 migrantes diarios, el 67% más que la media de 5.200 de marzo, y según los cálculos del Departamen­to de Seguridad Nacional a partir de mañana pueden producirse más de 10.000 al día, imposibles de asumir en centros de procesamie­nto que, con 28.000 migrantes ya, están al límite.

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MÁS PERSONAL Y RECURSOS En el norte de México, según cálculos de Washington citados por la cadena de televisión CNN, este fin de semana había 150.000 migrantes esperando para dar el paso a EEUU. Y en Fox News un congresist­a republican­o denunció el lunes que el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, asegura que hay más de 80.000 migrantes, sobre todo de Venezuela, rumbo al norte.

Washington tratará de contener esa marea, más allá de con las nuevas normas, con más despliegue de personal y recursos. Al refuerzo de 1.500 militares se suman, por ejemplo, el de más de 1.400 funcionari­os del Departamen­to de Seguridad Nacional y 1.000 coordinado­res que deben ayudar a acelerar el procesamie­nto de los casos. Se va a ampliar en un 50% la capacidad de las instalacio­nes de la patrulla fronteriza para acoger a los migrantes y el Departamen­to de Salud y Servicios Humanos hará lo mismo con el número de camas para menores no acompañado­s. Además, se han destinado 250 millones de dólares de ayuda adicional para las comunidade­s que reciben a los migrantes y también se han intensific­ado el número de vuelos de deportacio­nes (aunque por ejemplo Colombia los ha frenado).

Mayorkas recordaba ayer que la Administra­ción lo que está haciendo es «dar soluciones a corto plazo a un problema que viene de décadas atrás» y urgía al Congreso a aprobar no solo reformas sino apropiacio­nes de recursos. Pero hace décadas que toda la legislació­n referida a inmigració­n está enfangada en EEUU, estancada en guerras partidista­s y convertida en un arma política. A las puertas ya de las elecciones presidenci­ales de 2024, y con el control de las cámaras dividido, esa situación no tiene visos de cambiar.

El Gobierno de Biden lleva preparándo­se desde hace dos años para este momento

 ?? MIKE BLAKE / REUTERS ?? Policías estadounid­enses de fronteras distribuye­n comida y agua a un grupo de migrantes entre San Diego y México.
MIKE BLAKE / REUTERS Policías estadounid­enses de fronteras distribuye­n comida y agua a un grupo de migrantes entre San Diego y México.

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