La verdad de los fracasos, más allá de las encuestas
El poder de las encuestas no desvela lo importante
Desarrollo humano' (David Muñoz, 2007), es un documental de media hora que viajó a Noruega y Níger porque eran, respectivamente, los países con Índice de Desarrollo Humano (IDH) más alto y más bajo. La película cuestiona que el IDH, creado por la ONU, sirva para medir la felicidad. Los nigerianos parecían tan contentos como los noruegos, si no más.
A pesar de lo que esta sociedad radicalmente mercantilizada pretende, los números no lo explican todo. El poder seductor de las encuestas sobre intención de voto no desvela lo importante. Es más, lo esconde.
Por ejemplo: ¿cómo es posible que si PSOE y UP han hecho una tan extraordinaria labor gubernamental, según sus propios argumentarios, estén pidiendo la hora para el empate? Siendo más concretos, partido a partido: ¿Por qué el inefable líder internacional Pedro Sánchez está enfriando cava catalán para celebrar si no pierde todas las CC.AA. en las que manda el PSOE? En cuanto a UP, ¿qué extraña razón explicaría que, si han llevado a cabo unas políticas tan izquierdistas y eficaces para enjugar las penurias de quienes peor están, se vean cruzando dedos para no desaparecer en algunos territorios, incluido el tan importante feudo madrileño? Señores y señoras de PP y VOX, ¿si su proyecto para España es tanto mejor que el del sanchismo, cómo se entiende que las encuestas no les auguren una relajada mayoría absoluta?
Importa cero el detalle de cada dato. Da igual si UP se mantiene por un voto en la Asamblea de Extremadura o se queda fuera. Es lo mismo si Feijóo se consolida o no como alternativa porque le quita o no un par de CC.AA. al PSOE, por un puñado de votos. Solo importa a quienes viven de ello.
Lo que deberíamos reivindicar como ciudadanía libre es el mensaje que lanzamos con los cambios de tendencia en el apoyo a los partidos políticos. Lo cualitativo sobre lo cuantitativo.
Pedro Sánchez partió de la victoria en las primarias de 2017 con un capital inédito en ningún líder desde 1977, exceptuando quizá a Felipe González, y lo ha utilizado exclusivamente para llegar al poder y mantenerse. Eso es lo importante. Ese es el mensaje que lanza la ciudadanía llevando al PSOE al borde de perder el 28-M. Da igual si finalmente pierde o
Los líderes de los partidos deberían estar preparando sus discursos para explicarnos cómo han sido posibles sus respectivos fracasos
no.
Pablo Iglesias capitalizó el malestar del 15-M, singularmente en el ala izquierda de la sociedad. Podemos e IU, sumados, llegaron a los seis millones de votos. Hoy, todo ese espacio electoral junto —aunque no revuelto— cruza los dedos para que el 28-M no suponga el principio de su final.
Eso es exactamente lo que se sabe seguro de Ciudadanos. Que será su final. ¿Qué hicieron mal Rivera, su equipo y sus sucesores, malbaratando una organización que pudo ser crucial para una segunda transición?
Feijóo se mostró muy hábil —¿o solo tuvo suerte?— para hacerse con el poder durante aquella semana de los cuchillos largos, pero parece lejos de «derogar el sanchismo» el 28-M, a pesar de todas las vergüenzas que los partidos del Gobierno tienen que tapar. ¿Por qué?
VOX aspira a desbancar a la «derechita cobarde» y a sacar a la izquierda del poder, pero, por sí mismo, no parece estar en condiciones de lo uno ni de lo otro. ¿Quizá, por ejemplo, porque prometió terminar con el sistema autonómico —algo que apoyarían muchos españoles que no son de derechas— y se han acomodado —o acobardado— rápidamente, gobernando esas mismas CC.AA.?. Esto es lo importante, y no si, por unos votos arriba o abajo, podrán mandar en Extremadura junto al PP.
Los líderes de los partidos, en vez de esconderse tras las cifras, en vez de enredar el discurso político entre decimales demoscópicos y horquillas de escaños, deberían estar preparando sus discursos para explicarnos, la noche del 28-M, cómo han sido posibles sus respectivos fracasos. Para explicarse y para disculparse por engañarnos. Eso ocurriría si tuvieran un ápice de ética política y de compromiso público. Pero como su principal objetivo (¿único?) es seguir viviendo a cuerpo de rey de los altos salarios que se autoasignan, lo que están preparando ya son los discursos de victoria. No porque se los crean, sino porque los necesitan para seguir pedaleando sobre la maquinaria de hacer dinero que para ellos es la política.