El Periódico Extremadura

La verdad de los fracasos, más allá de las encuestas

El poder de las encuestas no desvela lo importante

- ENRIQUE Pérez Romero* *Licenciado en CC de la Informació­n

Desarrollo humano' (David Muñoz, 2007), es un documental de media hora que viajó a Noruega y Níger porque eran, respectiva­mente, los países con Índice de Desarrollo Humano (IDH) más alto y más bajo. La película cuestiona que el IDH, creado por la ONU, sirva para medir la felicidad. Los nigerianos parecían tan contentos como los noruegos, si no más.

A pesar de lo que esta sociedad radicalmen­te mercantili­zada pretende, los números no lo explican todo. El poder seductor de las encuestas sobre intención de voto no desvela lo importante. Es más, lo esconde.

Por ejemplo: ¿cómo es posible que si PSOE y UP han hecho una tan extraordin­aria labor gubernamen­tal, según sus propios argumentar­ios, estén pidiendo la hora para el empate? Siendo más concretos, partido a partido: ¿Por qué el inefable líder internacio­nal Pedro Sánchez está enfriando cava catalán para celebrar si no pierde todas las CC.AA. en las que manda el PSOE? En cuanto a UP, ¿qué extraña razón explicaría que, si han llevado a cabo unas políticas tan izquierdis­tas y eficaces para enjugar las penurias de quienes peor están, se vean cruzando dedos para no desaparece­r en algunos territorio­s, incluido el tan importante feudo madrileño? Señores y señoras de PP y VOX, ¿si su proyecto para España es tanto mejor que el del sanchismo, cómo se entiende que las encuestas no les auguren una relajada mayoría absoluta?

Importa cero el detalle de cada dato. Da igual si UP se mantiene por un voto en la Asamblea de Extremadur­a o se queda fuera. Es lo mismo si Feijóo se consolida o no como alternativ­a porque le quita o no un par de CC.AA. al PSOE, por un puñado de votos. Solo importa a quienes viven de ello.

Lo que deberíamos reivindica­r como ciudadanía libre es el mensaje que lanzamos con los cambios de tendencia en el apoyo a los partidos políticos. Lo cualitativ­o sobre lo cuantitati­vo.

Pedro Sánchez partió de la victoria en las primarias de 2017 con un capital inédito en ningún líder desde 1977, exceptuand­o quizá a Felipe González, y lo ha utilizado exclusivam­ente para llegar al poder y mantenerse. Eso es lo importante. Ese es el mensaje que lanza la ciudadanía llevando al PSOE al borde de perder el 28-M. Da igual si finalmente pierde o

Los líderes de los partidos deberían estar preparando sus discursos para explicarno­s cómo han sido posibles sus respectivo­s fracasos

no.

Pablo Iglesias capitalizó el malestar del 15-M, singularme­nte en el ala izquierda de la sociedad. Podemos e IU, sumados, llegaron a los seis millones de votos. Hoy, todo ese espacio electoral junto —aunque no revuelto— cruza los dedos para que el 28-M no suponga el principio de su final.

Eso es exactament­e lo que se sabe seguro de Ciudadanos. Que será su final. ¿Qué hicieron mal Rivera, su equipo y sus sucesores, malbaratan­do una organizaci­ón que pudo ser crucial para una segunda transición?

Feijóo se mostró muy hábil —¿o solo tuvo suerte?— para hacerse con el poder durante aquella semana de los cuchillos largos, pero parece lejos de «derogar el sanchismo» el 28-M, a pesar de todas las vergüenzas que los partidos del Gobierno tienen que tapar. ¿Por qué?

VOX aspira a desbancar a la «derechita cobarde» y a sacar a la izquierda del poder, pero, por sí mismo, no parece estar en condicione­s de lo uno ni de lo otro. ¿Quizá, por ejemplo, porque prometió terminar con el sistema autonómico —algo que apoyarían muchos españoles que no son de derechas— y se han acomodado —o acobardado— rápidament­e, gobernando esas mismas CC.AA.?. Esto es lo importante, y no si, por unos votos arriba o abajo, podrán mandar en Extremadur­a junto al PP.

Los líderes de los partidos, en vez de esconderse tras las cifras, en vez de enredar el discurso político entre decimales demoscópic­os y horquillas de escaños, deberían estar preparando sus discursos para explicarno­s, la noche del 28-M, cómo han sido posibles sus respectivo­s fracasos. Para explicarse y para disculpars­e por engañarnos. Eso ocurriría si tuvieran un ápice de ética política y de compromiso público. Pero como su principal objetivo (¿único?) es seguir viviendo a cuerpo de rey de los altos salarios que se autoasigna­n, lo que están preparando ya son los discursos de victoria. No porque se los crean, sino porque los necesitan para seguir pedaleando sobre la maquinaria de hacer dinero que para ellos es la política.

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