Donde hay poca justicia es un peligro tener razón
Anselmo Fernández-Blanco Pérez
El Tribunal Constitucional ha decidido - el martes 9 de mayo desestimar el recurso que interpuso el Partido Popular, hace ya la friolera de 13 años, contra la ley del aborto aprobada por Zapatero.
He leído un extracto de la sentencia. Aunque no soy jurista, me ha indignado que la citada sentencia subraya la importancia de la ideología de género en las políticas sanitarias... como criterio de interpretación de las normas jurídicas. Es decir, que el sabio tribunal, cuya misión es velar para que las leyes se ajusten a la Constitución, ahora – aprovechando esta sentencia – se atreve a afirmar que es criterio de constitucionalidad el estar de acuerdo con la ideología de género. Pues, con todos mis respetos, yo no estoy de acuerdo.
Les pondré solo tres ejemplos de actitudes derivadas de la ideología de género para que ustedes mismo calibren si es justo «tildar de anticonstitucional» a una persona por no estar de acuerdo con la Ideología.
En primer lugar, usted no podrá pensar, aunque lo demuestre científicamente y coincida con la mayoría de las feministas, que hay una naturaleza humana que hace a unos seres hombres y a otros seres mujeres.
Otro ejemplo: si siguen la ideología tendrán que admitir que un hijo adolescente, que pasa por una crisis, empiece a hormonarse sin más control que su sola apetencia, y sin que ustedes (los padres de la criatura) puedan intervenir. Piensen en que uno de sus hijos o nietos pasa por un momento difícil o tiene un desequilibrio emocional, hormonal o de otra índole.
Y para terminar, ¿qué les parece esta frase de una política española defensora de la misma ideología: «los niños, las niñas y les niñes... pueden amar a quien quieran y pueden tener sexo con quien quieran».
Sería interesante que ustedes leyeran, yendo a las fuentes, los entresijos de la ideología que el Tribunal Constitucional toma como referencia.
Aprovecho para felicitar a la magistrada Concepción Espejel – una de los magistrados discrepantes - por advertir que la sentencia no se ciñe a una interpretación estrictamente jurídica sobre el aborto ya que introduce un planteamiento ideológico.
Cuánta razón tenía Francisco de Quevedo cuando afirmaba que «donde hay poca justicia es un peligro tener razón».