El Periódico Extremadura

Profesores multitarea

Quien esté pensando dedicarse a la docencia que lo piense

- VÍCTOR Bermúdez* *Profesor de filosofía

No es por desanimar, pero quien esté pensando en dedicarse a la docencia que se lo piense y, sobre todo, que se prepare. Pese a que aún se escucha el chascarril­lo de cuñado casposo sobre lo bien que viven los maestros, el oficio docente nunca ha sido fácil. A las muchas horas lectivas hay que sumar un sinfín de tareas, cada una de las cuales exige formación, tiempo y talento. De hecho, si los profes fuéramos robots de cocina, creo que batiríamos el récord de funciones o modos disponible­s. Veamos.

La función o modo «guardería». Hay gente para la que los colegios tienen una misión más esencial que la propiament­e educativa: la de facilitar la conciliaci­ón familiar. De ahí que los docentes nos hayamos convertido en cuidadores, controlado­res y hasta porteros de las idas y venidas del alumnado. Algunas familias reclaman, incluso, la jornada partida; lo que podría acabar convirtién­donos en celadores de comedor – ya verán –; o en lo que sea que haga falta para tener ocupados a los niños hasta que padres y madres acaben su jornada laboral.

La función o modo «maestro». Digan lo que digan, sigue siendo lo principal. Que el enseñante tenga algo que enseñar tal vez no sea condición suficiente, pero si necesaria en todo proceso educativo. Sin una competenci­a profunda en aquello que transmites, no haydivulga­ción que valga. Peroesto requiere estar intelectua­lmente «en activo», investigar, formarte, actualizar conocimien­tos… Cosas que no siempre la Administra­ción facilita.

La función o modo «pedagogo». Si pretendes (como es tu obligación) que ninguno de tus cientos de alumnos anuales (cada uno con sus circunstan­cias, idiosincra­sia, intereses y capacidade­s) se quede atrás, has de ser un pedagogo de primera, implicarte y echarle imaginació­n. Te tocará analizar cada caso, crear materiales específico­s, buscar recursos ad hoc, leer, practicar, autoevalua­rte, rectificar; todo lo cual, con las ratios actuales, es tarea heroica y muy a menudo frustrante. Y esto sin contar con que tendrás, sí o sí, alumnos con problemas y discapacid­ades varias, y tendrás que prepararte (en lo que nadie te ha enseñado) para atenderlos como buenamente puedas…

La función o modo «educador en valores». Una educación integral exige que se trabaje con actitudes y valores (sostenibil­idad, respeto a la diversidad, igualdad de género, educación afectivo-sexual, consumo responsabl­e, prevención del acoso, uso seguro de las redes, actitud crítica, etc.), que, con la nueva ley, están estructura­lmente integrados en el currículo. Todo ello exige, de nuevo, preparació­n y trabajo, tanto en contenidos como en aspectos didácticos.

La función o modo «tecnólogo digital». Se acabó lo de manejarte con el ordenador, la pizarra digital o el blog de clase. Ahora (más aún desde la pandemia) has de saber trabajar en aulas virtuales, editar vídeos o podcasts, generar recursos en línea, moverte en redes, incluso manejarte con la IA, y orientar – además – en todo ello al alumnado; todo lo cual requiere de un costoso entrenamie­nto (que ha de actualizar­se, además, cada poco tiempo).

La función o modo «psicólogo-asistente social». Seas tutor o no, parte de tus atribucion­es serán las de conocer, cuidar y a veces hasta «tratar» a tu alumnado más vulnerable o conflictiv­o, afrontando problemas personales y de convivenci­a, tanto en el aula como fuera de ella (desorienta­ción, conflictos morales, trastornos psicológic­os, familias desestruct­uradas, acoso, violencia, drogas…). ¡Prepárate!

La función o modo «mediador comunitari­o». La escuela es hoy la institució­n más estable y segura con la que cuentan muchos individuos y comunidade­s. En algunos casos (especialme­nte en zonas socioeconó­micas deprimidas), el profesor o profesora se convierte en dinamizado­r de la vida social en torno al centro.

Segurament­e se me olvidan muchas otras funciones o modos, como el modo «burócrata», por el que los profesores hacen diariament­e de administra­tivos de sí mismos, cumpliment­ando papeles y haciendo un registro exhaustivo (que, salvo accidente, nadie consulta) de todo lo que hacen. O la función «bilingüe», casi siempre consistent­e en simular una capacidad (la del bilingüism­o) que, por razones obvias, pocos poseen. O el modo «político», que es el que adoptamos algunos para hacer entender a la Administra­ción (ley sí, ley también) el valor y sentido de las competenci­as específica­s con las que trabajamos…

Ahora bien, si, pese a todo lo dicho (y a lo barato que sale nuestro trabajo), sigues creyendo que enseñar es la tarea más hermosa e importante del mundo y, además de maestro, eres capaz de ser vigilante, pedagogo, educador en valores, experto en tecnología­s educativas, psicólogo, asistente social, mediador comunitari­o, administra­tivo, bilingüe y hasta activista político… todo en uno, y sin que te dé un síncope o caer agotado el primer mes, ¡bienvenido! Y mucho, muchísimo ánimo. Lo vas a necesitar.

Si los profes fuéramos robots de cocina, creo que batiríamos el récord de funciones o modos disponible­s

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