Un debate de tres contra dos
PSOE, Podemos y Ciudadanos visibilizan su distancia con el PP frente a Vox, que defiende un acuerdo para «sacar a la izquierda y al PSOE» del ayuntamiento Todos apoyan la Cruz menos Podemos, el único que dice no a la mina
Parece claro que si Rafa Mateos, candidato del PP a la alcaldía, necesitara pactar para gobernar en Cáceres solo tendría el apoyo de Vox. Al menos es lo que ayer se dejó entrever en el debate electoral que planificó por primera vez en la historia de la democracia el ayuntamiento y que tuvo fallos en su organización: el primero el sonido (se retransmitió a través de internet pero se escuchaba con dificultad), el segundo la falta de previsión para que los medios de comunicación (al fin y al cabo fedatarios del acontecimiento) pudieran seguir en condiciones óptimas una cita que no se alargó más de dos horas y que dejó, eso sí, algunas píldoras interesantes.
La fundamental, la previsión de pactos tras el 28-M en un escenario que según las encuestas no le dan la mayoría absoluta a ninguna fuerza que concurre a los comicios. Del debate no se puede extrapolar una consecuencia directa sobre las urnas, especialmente teniendo en cuenta que estuvo cercenado al resto de partidos que acuden a las elecciones (Levanta Cáceres, Juntos por Extremadura, Por una Extremadura Digna, Cáceres Viva y Somos Cáceres) y que se centró en un escenario exclusivo para los cinco que tuvieron representación municipal en las votaciones de 2019 (PSOE, PP, Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox) y no para los diez que aspiran a la alcaldía en 2023.
Como el debate incluía una parte abierta a preguntas de los medios, en respuesta a las de este diario el candidato socialista Luis Salaya dijo que estaría dispuesto a «pactar con todos los que se dejen» y recordó cómo en esta legislatura «ha demostrado la habilidad para llegar a acuerdos y lograr un gobierno estable». Más o menos igual se pronunció Mateos. El líder del PP, en consonancia con su candidata regional María Guardiola, aseguró: «Vamos a pactar con cualquiera, no tenemos líneas rojas aunque nuestra intención es gobernar en solitario».
La opinión de Paco Piñero, que se convirtió en la gran expectación al estrenarse como alcaldable, es esta: «Ciudadanos está en horas bajas», admitió en relación a su partido, y soltó una de sus muchas perlas: «Hemos metido la pata, pero no la mano», para rematar: «Pactaremos con quién gobierne la Junta y asuma la segunda fase del hospital de Cáceres».
Podemos y Vox fueron los que menos se andaron por las ramas. Consuelo López, líder de los morados, vaticinó que consideraba «un escenario improbable» que hubiese un tripartito entre su partido, el PSOE y Ciudadanos, y sentenció que la formación naranja, de corte liberal, está bien lejos de sus postulados pero no de los del PSOE. Eduardo Gutiérrez fue más allá al zanjar que el objetivo de los de Abascal es «evitar que la izquierda gobierne y que el PSOE» siga ostentando el poder.
Nervios
El debate se celebró en el plató del Garaje 2.0., un edificio del poblado minero de Aldea Moret cuyo proyecto comenzó a fraguarse durante el mandato de José María Saponi, y que dispone de un plató de televisión. Empezó a las doce en punto moderado por la periodista María Hurtado y fue grabado por alumnos de la Universidad Popular.
Demasiados nervios entre los candidatos; especialmente se hicieron visibles en el alcalde, segura
mente consciente de lo que se juega. Los cinco se colocaron tras el atril no en función de la representación que ostentan en el ayuntamiento, algo que no gustó a las asesoras de Rafa Mateos, que verbalizaron su protesta.
El orden de intervenciones se estipuló en base a un sorteo. Comenzó Rafa Mateos, que se presentó como la cara de «un proyecto sólido y sensato» capaz de hacer de Cáceres «una ciudad para ser feliz». Le siguió Paco Piñero, que insistió repetidamente en que él es «un político que no es político», sino un empresario. En voz alta hizo esta reflexión: «La gente me dice que si no tengo edad, que por qué me meto en esto... Lo hago porque quiero crear empleo».
Salaya fue el tercero en intervenir. Se refirió, sorpresivamente, a Elena Nevado. En varias ocasiones aludió a la exalcaldesa por esa manía de muchos políticos de tirar del pasado aunque el pasado ya sea pasado, y se erigió como el político del «respeto» y la «verdad» y el que ha conseguido transformar Cáceres en cuatro años, o más bien, «hacer que Cáceres no sea la misma que hace cuatro años».
Vox enarboló la bandera del cambio, «una visión diferente sin despilfarro tras el abandono», y Podemos (la tercera vez que acude a unas municipales) fue la única que criticó la falta de los otros cinco partidos en el debate y se alzó como la formación que no tiene ni mochila ni favores que pagar.
El modelo de ciudad que quieren los partidos fue otro de los bloques del encuentro. Piñero lo tiene claro: vivienda, comercio activo, no al derroche, más trabajo y menos políticos (un mensaje que cala en un electorado hastiado de la clase dirigente). Salaya defendió su gestión: el desempleo en Cáceres está cuatro puntos por debajo que en Badajoz, Cáceres es referente cultural nacional de primer orden y con él habrá industria estable y alquiler asequible.
Los postulados de Vox, muy claros: sí a la Cruz, sí a los toros. Los de Podemos, más claros todavía: más bicicletas y «pasar del gris al verde para que una ardilla recorra la distancia que separa Aldea Moret de Cáceres el Viejo sin pisar el asfalto» (así, textual). El PP de Mateos, lo ya sabido: cuatro proyectos (la Ribera, bulevares en Camino Llano y Virgen de la Montaña y piscina climatizada en Nuevo Cáceres).
Turno de réplica
No tardó en llegar la réplica. La primera fue la de un Piñero que visibilizó sus diferencias con el PP. Aunque insistiera en que los de Rafa y los de Salaya visten la misma piel, sus críticas fueron hacia el primero al recordar su paso de Nuevas Generaciones a cobrar de un partido; frente a él, que genera empleo, que tiene el futuro asegurado pero que se mete en política para tratar de cambiar las cosas.
Salaya también arremetió contra Mateos y de rebote contra Nevado sacando un papel con una foto de las escaleras mecánicas de Alzapiernas. Rafa Mateos igualmente mostró papeles con cifras, datos, pero ninguno se vieron bien en pantalla (es un método de discurso político televisivo que empieza a verse más antiguo que el hilo negro).
Eso sí, Mateos supo enseñar el colmillo, recordar las obras que Nevado, su anterior jefa, acometió: el párking de Primo de Rivera, el parque del Príncipe o la avenida Virgen de Guadalupe. Reproches mutuos en los que ambos líderes se perdieron y enredaron.
El bloque económico hizo que Salaya sacara pecho diciendo que en su mandato se han creado 300 empresas más. Para los otros no es suficiente: hay que crear más trabajo y atraer más industrias.
El covid
En el bloque social brilló Salaya. Fue el único momento en el que se le vio seguro: es normal, habló de la gestión de la pandemia y, honestamente, el alcalde ganó puntos de popularidad durante el covid. Pero el virus ha pasado y la política es ingrata. «Cáceres agoniza», espetó Vox, «417 locales vacíos», recordó Piñero, que no tardó en afearle a Mateos que cuando Ciudadanos llegó a un acuerdo de gobernabilidad con Nevado, el principal desencuentro era si dejaba o no de ser senadora. Quedó claro; fue un debate de tres: PSOE, Ciudadanos y Podemos, contra dos: Vox y PP, que por cierto, defienden la bajada de impuestos.
Y para rematar la Cruz y la mina. Sobre la primera, todos apoyaron que no se retire de la plaza de América, excepto Podemos, que pidió su traslado y la remodelación de la zona para hacerla más accesible. Mateos negó que fuera un vestigio franquista, Piñero alegó que es un símbolo cristiano como lo es la Semana Santa, Salaya defendió el ejemplo de Cáceres en la retirada de simbología fascista, pero sobre la Cruz consideró que «no debe retirarse».
En cuanto a la mina de litio, el gran debate de la ciudad, la única que expresó un no rotundo fue Consuelo López de Podemos. Y el único que dijo sí sin ambages, Paco Piñero. Los demás, imprecisos, pero apostando más por el sí que por el no. Vox apeló a velar por la seguridad y el medio ambiente, Salaya igual (posicionándose en contra de que sea a cielo abierto), y Rafa Mateos defendiendo que se respete «escrupulosamente» la normativa vigente.
Tras el minuto de oro, en el que todos pidieron el voto, el debate terminó. Para conocer su vencedor real habrá que esperar a la noche del 28-M.
impuestos, Cs promete más empresas y Salaya, alquiler asequible
Los postulados de Vox, muy claros: sí a los toros. Los de Podemos, más claros todavía: sí a la bici