El Periódico Extremadura

ETA hoy no mata, el machismo, sí

- ANA Bernal-Triviño * Periodista

ETA ha protagoniz­ado la agenda informativ­a estos días. Una recuerda el trabajo de los dos partidos que han gobernado, PP y PSOE, hasta conseguir su derrota hace años: las cesiones y traslados de presos con Aznar, la confirmaci­ón de negociacio­nes por Maroto o las últimas gestiones con Rubalcaba al frente. Fue la demostraci­ón de que cuando la democracia se lo propone, puede. Luego, esa democracia tiene normas y deben aplicarse sin excepcione­s. Igual que por la llegada de esa democracia hubo beneficiad­os en la transición con la amnistía, como antiguos falangista­s en partidos demócratas, nunca condenados. Hay centenares de delitos de sangre que jamás pasaron por la justicia y familiares que aún esperan recuperar a sus muertos en cunetas. Ahora, la lista electoral de Bildu ha sido deleznable y ha indignado a muchos familiares de víctimas. Familiares que han pedido también al Partido Popular evitar el uso electoral de una ETA superada y condenada de hace años.

Cuando era pequeña, vi el caso de Irene Villa y recuerdo crecer con el pánico de que cualquiera podía matarnos por ser demócratas. A la vez, crecí con las niñas de Alcàsser o con Rocío Wanninkhof. Aprendí que las adolescent­es no solo podíamos morir por atentados a civiles de ETA, sino también por asesinos, que parecían aislados, sin reconocer que eran feminicidi­os. Luego conocí a Ana Orantes y a más mujeres asesinadas por sus parejas. Y empecé a reconocer el terror silencioso sobre nosotras, las mujeres. Eran inevitable­s las comparacio­nes. Si era terror que un desconocid­o te matara por tus ideas políticas, era escalofria­nte que un familiar, una persona a quien querías y dormía a tu lado, te pudiera matar. A ti o incluso a los propios hijos. Tardó tiempo contextual­izar aquello. Hablar de machismo y ser consciente­s del inmenso problema educativo sobre la sociedad.

Sabemos los datos de la barbarie de ETA desde 1968: más de 850 asesinados y 2.600 heridos. En los crímenes machistas no tenemos datos de 1968. Eran asesinatos ocultos. Solo desde 2003, la barbarie machista es de 1196 víctimas. Solo asesinadas por parejas o exparejas, sin contar feminicidi­os. El número de heridas no existe. Es incalculab­le. Por eso se habla incluso de terrorismo machista, con la gran diferencia de que aquí no hay una organizaci­ón cerrada y limitada que combatir. El riesgo está en muchos hogares.

Con estas cifras, más tres asesinadas por sus exparejas esta semana, hay partidos que han dedicado su agenda a hablar de una ETA ya superada por la democracia. ¿Por qué no hablan ahora del terror machista cargado de violencia? ¿Quizás por pactar con partidos que niegan la violencia de género y a sus víctimas? ¿O creen que esto no es un problema político sino un «algo habrá hecho ella” o un “esto es cosa de pareja»? ¿O hay víctimas de primera y de segunda?

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