Tres ‘diógenes’ por semana
Denuncian la falta de medios para hacer un adecuado seguimiento de quienes sufren estos síndromes a un perfil muy variado de personas
El viernes lo llamaron los Servicios Sociales de El Prat de Llobregat (Barcelona). «Me han pedido si podemos terminar de limpiar el piso donde el miércoles se rescató a Alejandro, un hombre de 46 años que hacía tres que no salía de casa y vivía entre basura», explica Antoni Valls, al frente de la empresa SEO Experts, expertos en limpiezas traumáticas. Lleva más de 20 años dedicándose a vaciar pisos de personas que acumulan residuos y animales. El caso que se destapó el miércoles no le sorprende. «Es algo mucho más habitual de lo que la gente piensa», asegura.
Las limpiezas traumáticas son aquellas en las que suele haber asociado un síndrome de Diógenes (acumulación de residuos) o un síndrome del Arca de Noé (acumulación de animales de compañía). «Son casos de suciedad extrema», cuenta Valls. En invierno se atienden dos o tres al mes. En verano, tres a la semana. No es extraño que en estas limpiezas se encuentre a personas muertas. «Los cuerpos en putrefacción provocan un olor insoportable que puede tardar hasta cuatro días en desaparecer», detalla Valls.
Perfil de los afectados
Entre todas estas historias ve elementos comunes: gente que vive sola (y quiere vivir sola) y con edades superiores a los 50 años. «Yo te diría que son de 40 a 60 años», añade Felipe Lezcano, otro profesional del sector (Vaciados Lezcano). «Ver personas jóvenes es raro. Si
Diógenes los hay es porque hay otras patologías: alcoholismo, drogadicción, problemas psicológicos...», apunta Valls. Y luego se dividen entre los que están vivos o los que se los encuentran allí muertos.
Este trastorno afecta tanto a personas con recursos como a aquellas que no tienen dinero. «Hace poco nos tocó un caso de una señora que tenía mucho dinero. Se había gastado 20.000 euros comprando cosas nuevas que no usaba. La casa estaba llena, no podíamos ni abrir la puerta. Y estaba todo intacto: la bolsa, los tíquets de compra y las monedas del cambio», cuenta Lezcano.
Impagos de ayuntamientos
A estas empresas los casos les pueden llegar por dos vías. «O nos llama la familia del afectado o los servicios sociales para aquella gente que no tiene recursos ni nadie que se haga cargo». Pero a Valls ya no le gusta trabajar con los ayuntamientos. «Pagan tarde y mal», sigue. En el caso de los familiares, la dificultad es que el afectado, si aún vive, se preste a ello.
«Si la persona no quiere, no podemos hacer nada», sigue Valls. «Les dejamos un aviso de que hay riesgo de humedades, plagas, incendio para que lo arreglen rápido. Es una bomba de relojería», explica Valls. En algunos casos incluso se ponen agresivos. «Si el afectado está presente es muy difícil trabajar: primero lo aceptan pero cuando nos ponemos a limpiar se echan atrás, lo quieren guardar todo y se ponen violentos: para ellos sus cosas son algo muy importante», opina Lezcano.
Infecciones y caídas
Valls cuenta que los familiares se las deben apañar para sacarlos de casa. En otros casos, los inquilinos ya están ingresados en el hospital. Lo confirma la neuropsicóloga Marta Balagué. «Suelen ingresar por una infección, o porque caen por la calle y tienen un traumatismo, o son personas alcohólicas a quienes se localiza en la calle en estado de ebriedad. El Diógenes lo detectamos en el hospital cuando hablamos con ellos», señala Balagué.
Esta psicóloga subraya que las personas con síndrome de Diógenes se niegan a aceptar que tienen un problema. «Es la definición del síndrome: ellos ven casos graves pero cuando les mostramos el suyo lo niegan», cuenta. Es por ello que es muy difícil atajar el problema. «Si les das medicación, no la toman. Si les pides que vayan al médico, no van», resume Balagué.