La tecnología revela un poblado fortificado de 2.100 años en Talaván
Prospecciones geomagnéticas, drones y georradares permiten descubrir un ▶ perímetro amurallado, con fosos, densamente ocupado por construcciones
El cerro de La Breña, situado junto a Talaván, albergó un importante núcleo poblacional que habría estado en funcionamiento entre el final de la Edad del Hierro y los inicios de la presencia romana en la zona. Se trata de un recinto fortificado de la época tardorrepublicana, en el que la muralla y el complejo sistema de fosos sugieren que se trataría de un enclave de destacado valor estratégico. Así lo indica un innovador estudio firmado por especialistas extremeños, realizado con la llamada `arqueología no invasiva' (vuelos con drones equipados con cámaras RGB, térmicas y LIDAR; prospecciones geomagnéticas; georradares; tomografía eléctrica...), capaz de grandes hallazgos sin excavaciones.
De hecho, en esta época de la historia aumentó la demografía y la complejidad de los asentamientos fortificados, pero a los expertos les faltan datos para entender la organización de los asentamientos y por tanto los detalles del proceso. Aquí es donde las últimas tecnologías ayudan a comprender la anatomía interna de los yacimientos.
Y así se ha podido conocer que el poblado de Talaván, enclavado en un lugar táctico, entre el Tajo y el Almonte, próximo a la estratégica Vía de la Plata y con un amplísimo dominio visual hacia el oeste y el norte (se controlaban los Riberos del Tajo y el paso hacia las sierras de Cañaveral y Mirabel), abarcaba unas 3,5 hectáreas delimitadas por un recinto amurallado y doble foso.
Este trabajo, publicado en `Spal', ha sido realizado desde 2019 con fondos del Ministerio de Ciencia por diversos especialistas (Victorino Mayoral, Carmen Pro, Jesús García, Teresa de Tena, José Mª Terrón, Elia Quirós y Andrea Gil), pertenecientes al Instituto de Arqueología de Mérida, al CSIC-Junta de Extremadura, a la Uex y al Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX).
El cerro ya se conocía como un sitio arqueológico a través de un par de artículos y de restos recuperados (cerámicas, fragmentos de molinos rotatorios, un denario...). Ahora, «los métodos utilizados nos permiten saber qué había en el lugar: un perímetro amurallado densamente ocupado por estructuras construidas, que además guardaban una ordenación notablemente regular», detalla Victorino Mayoral. Estas estructuras, de entre los siglos II y I a.C, empiezan a ser visibles en torno a los 20 centímetros de profundidad, y se revelan claramente entre los 40 y los 50 centímetros. En la mitad occidental se identifican algunos ejes viarios principales.
De hecho, ha sido posible por primera vez describir la morfología del entramado defensivo con detalle y precisión, «un complejo sistema de fosos y terraplenes que no era habitual en la época», precisa Victorino Mayoral. Forma una doble línea cubriendo la totalidad del perímetro, incluso los tramos en los que la topografía del cerro ofrece la mejor protección, algo singular teniendo en cuenta los rudimentarios recursos de la época.
POZA.../
HORNOS, También existen anomalías magnéticas que desvelan la existencia de hornos u otro tipo de dotaciones sometidas a altas temperaturas, y parece confirmarse la existencia de una estructura antigua en torno a una poza que abastecería al poblado.
En definitiva, las soluciones que presenta el sistema defensivo, unidas a otros rasgos de la trama urbana, hacen pensar que podría tratarse de un enclave de tipo militar relacionado con la presencia romana en el proceso de implantación, control y dominación de estos territorios entre el Guadiana y el Tajo.
Los responsables del proyecto agradecen la predisposición del Ayuntamiento de Talaván. Realizarán un par de sondeos para confirmar la estratigrafía y estudiar materiales. Pero las posibles excavaciones que pudieran dejar al descubierto estos restos, con el consiguiente atractivo cultural y turístico, dependerán de la disposición de las administraciones públicas a costear los trabajos, que requieren inversiones en condiciones.
Desde allí se controlaban los Riberos del Tajo y el paso hacia las sierras de Cañaveral y Mirabel