«No se si pasaré aquí la noche»
Vecinos de las Casas Aisladas de Gévora optan por un desalojo voluntario En la ★ Dehesilla, el Calamón se ha desbordado incomunicando a centenares de habitantes
Aunque no hubo que lamentar daños personales provocados por la borrasca, la meteorología hizo que los vecinos de distintas zonas de Badajoz tuvieron el alma en vilo durante todo el día de ayer.
En Gévora, las autoridades decidieron cortar el acceso a las Casas Aisladas como medida de prevención ante las precipitaciones que caían en la zona. Así lo hicieron saber alrededor de las 13.00 horas. Apenas unos minutos después, varios vecinos fueron voluntariamente desalojados como medida de prevención.
Los habitantes del paraje avisaban horas antes de que «la cosa está chunga». Ángel, propietario de una casa en la zona, confirmaba que «yo tengo la casa en alto pero las que están pegadas al río se pueden inundar en cualquier momento». Almudena, que ya ha sido desalojada varias veces antes que esta debido a las tormentas, aseguraba que «yo no se si pasaré la noche aquí».
El caudal del río Gévora no sorprendía pero sí preocupaba a los gevorenses, que constantemente se asomaban «a ver cómo va». Protección Civil estuvo durante toda la mañana controlando el nivel del mismo y hasta la zona se desplazó Ignacio Gragera acompañado del Superintendente de la Policía Local, Rubén Muñoz, para interesarse por el estado de los vecinos y de las labores de emergencia.
Rescate de animales
En la Dehesilla de Calamón fue durante la tarde, sin embargo, cuando se vivieron momentos de angustia: el Calamón se desbordó y dejó aislados a los vecinos de la urbanización.
Guardia Civil se personó en la zona para alertar a los vecinos. «Los puentes están anegados, taponados por la vegetación, y corren peligro. Puede ser que los arranque la fuerza del agua», explicaba Santiago, vecino.
Hasta el lugar se trasladó Cruz Roja, que confirmaba que los dos puentes que dan acceso a la urbanización desde la carretera de Valverde estaban impracticables. «Están superados por el agua y la urbanización ha quedado aislada». Estos tuvieron que realizar intervenciones de rescate de animales y de búsqueda de
vecinos a los que no localizaban, sin que ninguna de ellas revistiera gravedad.
Algunos vecinos con pluviómetro llegaron a registrar, afirmaban, la caída de 10 litros por metro cuadrado en diez minutos.
La intranquilidad hizo que los habitantes de la urbanización salieran a la calle aprovechando que la lluvia ofertó una tregua. Aseguraban que no ha habido destrozos en la zona originados por esta borrasca, si bien el paso de Irene
arrancó algunas encinas centenarias que aún están tumbadas en el terreno. Se mostraban recelosos. «Por ahora no se contempla una evacuación aunque si hay alguna urgencia, nos pasarían», decían mirando al cielo.