Llega Cien Montaditos y la plaza y Pintores recuperan su emporio
Núcleo comercial de Cáceres recupera su pulso de la mano de nuevas franquicias y empresarios cacereños
Carlos Chamorro y Javier Rivero son buenos amigos y jóvenes emprendedores cacereños que ya apostaron por la ciudad con la apertura en Santa Joaquina de Vedruna de la firma The Good Burger (TGB). Chamorro es abogado y Rivero es gerente de una empresa distribuidora de gas. Llevaban un tiempo buscando una franquicia como modelo de negocio y ampliar así la oferta de la restauración cacereña. Lo hicieron en septiembre de 2022 en un local del número 3 de esa calle, donde antes estuvo la boutique Chevalier. Cada 10 años la cadena cambia de imagen y este de Cáceres fue el segundo TGB 2.0 que se abría en España.
Ganas de apostar por la ciudad hay muchas, y más por parte de los jóvenes. Así que no contentos con TGB, Carlos y Javier se han liado la manta a la cabeza y ahora abrirán los Cien Montaditos en la plaza Mayor, con nueva imagen y un cambio de carta.
Ocupará el local donde estuvo el Bar Los Portales, que en su día llevó David Román y en el que durante años trabajó Quiñones de segurata. Aquello fue en sus orígenes la droguería de Castel. Joaquín Castel Gabás llegó a Cáceres procedente de Chía, un municipio de la provincia de Huesca. Y lo hizo por mediación de su tío, José Gabás, que era presbítero y administrador de los bienes de la marquesa de Ovando. Castel era un científico de reconocido prestigio, progresista y de gran valía que echó raíces en la ciudad. Fue un hombre avanzado a su tiempo que en torno a 1887 abrió en la Casa del Sol una fábrica de gaseosas y sifones con el nombre de La Extremeña, aunque lo que le dio mayor fama fue la farmacia droguería que a finales del siglo XIX instaló en los soportales de la plaza Mayor, en un local que había sido de su suegro, Rafael Carrasco, y al que también trasladó la fábrica. Fue tan famosa la droguería que allí estaba el conocido `peso de Castel', llamado así por ser la balanza a la que los niños de los años 40 iban a pesarse.
Esto de que florezca un negocio como el de Chamorro y Rivero no es un movimiento en absoluto baladí, porque viene a corroborar que la plaza Mayor y la calle Pintores llevan camino de ser un emporio. De hecho, lo fueron, y no se sabe muy bien por qué, de la noche a la mañana perdió fuelle, algo realmente inexplicable teniendo en cuenta que ambas áreas son la puerta natural de acceso a la Ciudad Monumental, joya de la Unesco y por la que a diario pasan cientos de turistas.
La plaza ha vivido su máximo apogeo esta Navidad con la apertura de la pista de hielo: se demuestra por tanto que es un lugar ideal para dinamizar el comercio local. Y si no, que se lo pregunten a la cadena Ale-hop, que abrirá en marzo su tienda, en el número 26 que dejó libre Springfield, que llevaba cerrado desde hace tres años y que en su origen fue la boutique Vestimoda de la familia de los Antequera.
Pintores era en 1958 el paraíso que todo comerciante quería pisar. Inolvidables fueron Almacenes Mendoza, que estaban justo al lado de El Precio Fijo. En la calle se repartían multitud de negocios: El Siglo, Perfumería Terio, Correa, Siro Gay, Juan García, que vendía tejidos, La Muñeca, de Rosendo Caso, que llamaban así porque tenía un maniquí y entonces no era muy corriente tener maniquís en las tiendas de Cáceres; la sastrería Pérez, más conocida como La Petaca porque tenía dentro una réplica de los estuches que se utilizaban para llevar cigarros o tabaco picado, y Almacenes Gozalo, que era junto a Mendieta de las más importantes.
Cáceres siempre ha sido una ciudad que ha sabido despertar, y apostar. Sólo hay que echar un vistazo al pasado y recordar a Laviana (pareja cómica junto a Franquete), el humorista que murió el pasado domingo, y que tanto luchó por esta tierra en esos años de los 60 y 70 en los que Isabel Zaballos y su hermana Ana despuntaron con Aniza, el primer instituto estético de la capital. Organizaban desfiles, con la entonces Maja de España, Teresa Chamorro, y de la mano de Laviana, los periodistas Ángeles Luaces, Antonio Nevado o Pepe Higuero, entre otros, colaboraron en multitud de causas solidarias.
Cáceres es la ciudad donde Albalat pone la mejor merluza jamás imaginada (la plantilla estuvo en Torrequemada comiendo cochinillo, porque pocas cosas hay mejores que ese cochinillo del Bar La Plaza). Es también la ciudad de Atrio, con Toño, Jose y sus tres estrellas Michelín, que han conseguido que su último proyecto, el hotel de lujo Casa Paredes Saavedra, haya centrado una de las publicaciones internacionales de Arquitectura Viva. Por cierto, Toño pasó por La Terraza del Príncipe, que lleva Eduardo Rodríguez Sanjuan, más conocido como Tibu. Sepan que comer allí es siempre una garantía. Palabra de Estrella Michelín.