El Periódico Extremadura

Ya ni siquiera en casa

La incontesta­ble derrota ante el Gipuzkoa deja muy tocado al Cáceres de Roberto Blanco

- JAVIER ORTIZ deportes@extremadur­a.elperiodic­o.com CÁCERES

Si el Cáceres Patrimonio de la Humanidad se aferraba a una aceptable fiabilidad para agarrarse a la permanenci­a tendrá que mejorar actuacione­s como la que protagoniz­ó este viernes ante el Guuk Gipuzkoa. La incontesta­ble derrota (68-86) vuelve a dejar muy tocado al conjunto de Roberto Blanco, y no tanto por el desenlace en sí, porque perder contra el cuarto de la liga es admisible, sino porque la deficiente imagen en absolutame­nte todos los aspectos que se ofreció durante la mayor parte del choque.

Al final hubo silbidos mayoritari­os de una hinchada que lleva año y medio aguantando demasiado en varios niveles: malas decisiones con los fichajes, jugadores con un déficit de identifica­ción con el proyecto y un entrenador al que parece habérsele esfumado por completo la brillantez y la puntería que ha caracteriz­ado la mayor parte de su etapa en ese banquillo. ¿Los directivos? Estuvieron fantástico­s impulsando refuerzos de garantías la pasada temporada y ahora deberán hacer lo mismo porque si no este barco les se irá a LEB Plata con ellos dentro.

Firmó el anfitrión un primer tiempo deprimente, de los de cortarse las venas una y otra vez. Desde los primeros compases el Gipuzkoa dejó clara su superiorid­ad (0-9, min. 3), sin que el nuevo quinteto inicial verdinegro, con el regreso del ofuscado Hansel Atencia

y el gélido Remu Raitanen, supusiese mejora alguna.

A base de triples, porque no había manera de meter un balón en condicione­s a los interiores, el Cáceres sobrevivió durante un tiempo, estabiliza­ndo la diferencia entre los 6 y 10 puntos. Y a poco de terminar el primer cuarto llegó

un momento surrealist­a y casi tercermund­ista: la mesa de anotadores se equivocó haciendo su trabajo y el partido estuvo parado nada menos que un cuarto de hora sin que nadie diese con la solución. Cuando se reanudó no es que al Cáceres se le hubiese cortado el ritmo, porque no lo tenía, pero al menos supuso una cierta tregua hasta el parón (14-22).

La `segunda unidad' no solucionó apenas nada. Gael Bonilla asomó del banquillo para regalarnos una de esas actuacione­s llenas de irrelevanc­ia. Quizás sea una estrella el día de mañana, pero de momento no lo es. Una estrella cumple (más o menos) todos los días. Quien seguro que no lo va a ser es Vaidas Cepukaitis. Qué poca sangre (otra vez), por Dios, pero da igual donde mires.

Las vías de agua locales se multiplica­ban y Gipuzkoa se aprovechab­a, incluso con algunos detalles de magnanimid­ad porque, la verdad, otro rival con más colmillo se hubiese ido al descanso con una diferencia incluso superior a los 14 puntos que logró (34-48). Casi un mal menor cuando concedes tantas posiciones claras de lanzamient­o y, en el otro lado, la selección de tiro es, siendo generosos, defectuosa. No daba, desde luego, la sensación de que el escenario pudiese dar un vuelco.

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SEGUNDA PARTE Todo lo que se había simplement­e amagado hasta entonces se confirmó a la vuelta de vestuarios. Esta vez Gipuzkoa estuvo mucho menos condescend­iente y, para evitar posibles sorpresas en forma de resurrecci­ón extremeña, se decidió a no tener ningún tipo de piedad. Se despegó con enorme facilidad aprovechan­do que enfrente había un equipo que se deshilacha­ba sin remedio.

Sin demasiado esfuerzo se alcanzaron los 20 puntos de diferencia (38-58, min. 23) y a partir de ahí todo fue un dolorosísi­mo y espeso vía crucis. En el Cáceres la mayor parte de sus componente­s se dedicó a hacer la guerra por su cuenta, aunque la estadístic­a particular nunca puede salvar a nadie individual­mente en un día así.

En el banquillo, Blanco sumaba una nueva técnica por protestar y también acumulaba rotaciones y decisiones que no tenían repercusió­n positiva alguna. 49-75 y diez interminab­les minutos por disputarse todavía.

Al menos hubo un poco de vergüenza torera en ese último acto, no permitiend­o una sola canasta visitante hasta que faltaban 4:55. Tampoco sirvió para acercarse casi nada. La bandera blanca ya la habían sacado hacía mucho tiempo desde el banquillo local alineando en la recta final a los vinculados Lucas Sigismonti y Dani García Casarrubio­s.

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JORGE VALIENTE Dani Rodríguez entra a canasta.
 ?? ?? Roberto Blanco apunta al marcador durante el parón del primer cuarto.
Roberto Blanco apunta al marcador durante el parón del primer cuarto.

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