El Periódico Extremadura

La actriz alemana que puede hacer historia en los Oscar

Sandra Hüller se convertirí­a en la primera actriz de la historia en ser candidata a dos estatuilla­s en un mismo año por sendas películas de habla no inglesa Las extraordin­arias ★ `Anatomía de una caída' y `La zona de interés', que llega ahora a los cines

- NANDO SALVÀ expextrema­dura@elperiodic­o.com BARCELONA

«Decidí usar mi poder como actriz para privarla de toda capacidad para sentir amor»

«Estoy feliz por el reconocimi­ento y no necesito nada más. Estoy lista para seguir con mi vida»

«Cerrar los ojos a lo que sucede en zonas de guerra es parte de lo que nos proporcion­a una vida tranquila»

En Anatomía de una caída, -ganadora de la Palma de Oro en la pasada edición del Festival de Cannes-, Hüller se muestra a la vez gélida y vulnerable dando vida a una escritora acusada de asesinar a su marido. En La zona de interés -que también triunfó en el certamen francés al hacerse con el Gran Premio Especial del Jurado-, reflexiona sobre la complicida­d colectiva en la piel de Hedwig Höss, esposa de quien fuera uno de los comandante­s del campo de exterminio de Auschwitz, el comandante de las SS Rudolf Höss. Dirigida por el británico Jonathan Glazer, la devastador­a película llegó ayer a los cines españoles.

Hüller confiesa que tuvo muchas dudas antes de aceptar el papel. «En el pasado siempre me negué a interpreta­r a nazis, porque meterse en la piel de un personaje naturalmen­te implica dotarlo de emociones, humanizarl­o; y eso es algo que los nazis no merecen», explica la actriz. «Pero comprendí que, precisamen­te, es importante poner un rostro humano a la inhumanida­d, que tenemos la obligación de seguir recordando lo que pasó en el Holocausto».

Mientras se preparaba para el rodaje, se aseguró de no dotar a Hedwig Höss de aptitud alguna para generar empatía. «Decidí usar mi poder como actriz para privarla de toda capacidad para sentir amor, alegría o tristeza, y me negué a meterme en su mente».

En la película su personaje tiene una vida idílica, en la casa ideal, junto a su hombre y sus hijos: cuida con esmero del jardín, ejerce de anfitriona perfecta de sus invitados, organiza fiestas de cumpleaños para los niños y celebra picnics familiares a orillas del lago. Y se mantiene perfectame­nte ajena a lo que sucede justo al otro lado del muro de su mansión, donde miles y miles de personas son gaseadas y quemadas. «Esta es la vida con la que siempre hemos soñado», comenta a su esposo en una ocasión.

Por supuesto sabe lo que sucede al otro lado; de hecho, a veces viste la ropa confiscada a las prisionera­s, y abona sus flores con cenizas de crematorio. «En general, lo primero que necesito a la hora de dar vida a otra mujer es entenderla; pero, en este caso me resultó imposible», re

cuerda Hüller. «¿Cómo puede alguien acabar creando una vida familiar junto a Auschwitz? Sin duda no fue un accidente, fue una elección. ¿Puede alguien así sentir verdadero amor por sus hijos, o su madre, o su perro? Opino que no, no es posible amar a una parte de la humanidad y desear la muerte de otra parte».

La película se filmó en un set construido justo afuera del verdadero campo de Auschwitz; la casa donde vivió la familia Höss sigue en pie, pero Glazer y su equipo decidieron construir una réplica. El rodaje se llevó a cabo con varias cámaras escondidas estratégic­amente en diferentes puntos del edificio, de manera que los actores a menudo no sabían cuándo

estaban siendo filmados. «Eso infundió en nosotros la sensación de que estar sometidos a una vigilancia permanente, o siendo juz

gados en todo momento», explica Hüller. «Entiendo perfectame­nte la apuesta formal de la película: se trata de eliminar de los planos todo indicio de calidez o subjetivid­ad, y de someter a los Höss a una mirada tan inhumana como la suya propia».

Antes de comenzar el rodaje, los miembros del equipo visitaron Auschwitz. Pasearon por estancias que en su día fueron cuarteles y crematorio­s, y contemplar­on vitrinas que contenían montones de material confiscado por los nazis, como zapatos, gafas y prótesis corporales. «Quizás de manera ingenua, yo había pensado que recorrer aquel lugar me proporcion­aría alguna respuesta acerca de aquella barbarie», recuerda la actriz. «Pero no, todo lo contrario. Solo aumentó el desconcier­to y la incomprens­ión». Pero hay algo que su trabajo en La zona de interés, reconoce, sí le ayudó a entender: que la distancia que separa a cualquiera de nosotros de la familia Höss no es tan grande. «Mirar hacia otro lado nos resulta muy fácil, y muy convenient­e. Cerrar los ojos frente a lo que sucede en zonas de guerra o en las fronteras europeas es parte de lo que nos proporcion­a una vida cómoda y tranquila».

No es la primera vez que el talento interpreta­tivo de Hüller causa auténtico furor a nivel internacio­nal. Le sucedió con su primera película, Réquiem (2006), en la que encarnó a una joven epiléptica destruida por el fanatismo religioso por la que obtuvo el premio a la Mejor Actriz en la Berlinale; y le pasó de forma mucho más aparatosa una década después gracias a Toni Erdmann (2016). «Recibí varias ofertas de Hollywood pero al final todo aquel impulso no resultó en nada concreto».

Por eso cayó en una crisis creativa. «Me sentí confusa. Todo el mundo a mi alrededor se comportaba como si Toni Erdmann fuera el punto más alto de mi carrera, como si tras aquella película no me quedara más opción que ir cuesta abajo. Me costó un tiempo volver a centrarme». A causa de aquella experienci­a ha sido capaz de afrontar todo el entusiasmo y el ruido mediático de los que se ha visto envuelta desde que Anatomía de una caída y La zona de interés se presentaro­n en Cannes con mucha más serenidad y saludable distancia. «Lo que está sucediendo estos meses es hermoso pero muy agotador, y ante todo es trabajo. Me siento feliz por el reconocimi­ento obtenido, y no necesito nada más. Estoy lista para seguir con mi vida».

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Arriba, Sandra Hüller, en un fotograma de `La zona de interés'. Abajo, en `Anatomía de una caída'.
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