Las Migas Solidarias baten su récord de participación
Más de 3.000 ▶ personas acuden a San Francisco a colaborar la causa Banco de Alimentos ▶ de la ciudad destinará los beneficios a comprar leche y aceite
El sol lució espléndido en la plaza de San Francisco tras varios días de lluvia intensa en la ciudad. «Ha habido años en los que no nos veíamos las caras con la niebla y otros en que nos ha llovido, y siempre estábamos sin fallar. ¡Hoy, con el día que ha salido, aún más!», aseguraba Sonia Redondo, que degustaba un plato de migas alrededor de las once y media de la mañana.
Como ella, 3.000 personas respondieron a la llamada que el chef Javi García hace cada año a la solidaridad. El cortador de jamón Pepe Alba celebraba la respuesta del público. «Ya hemos abierto el segundo jamón y no son ni las doce. ¡No sé cómo vamos a acabar! ¡Tendremos que abrir el tercero!».
Mientras los cocineros preparaban los 650 kilos de pan -550 de pan blanco y 100 más sin gluten-, más de una decena de voluntarios se repartían las labores.
Los primeros cobraban y entregaban los tickets. Un segundo grupo ofrecía las bebidas: refrescos, batidos, leche o café. Un tercer núcleo llenaba generosos platos de migas calentitas. Dos últimos voluntarios colocaban una loncha de jamón recién cortado por Alba en cada uno de los platos. «Esto cada año está mejor organizado», decían los más fieles asistentes.
Raquel Martínez se ha ofrecido voluntaria por primera vez. «Es que quería colaborar con la ciudad. Todos los compañeros me están ayudando mucho», explicaba. Nunca había asistido antes a las Migas Solidarias y se mostraba sorprendida por la afluencia de los pacenses. A las 8.00 horas comenzaba para ella la tarea. «Lo primero ha sido colocar las carpas, las mesas, las vallas y organizarnos». David Luengo, a su lado, entregaba las bebidas con ella. Era su cuarto año como voluntario. «Es reconfortante».
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UNA COLA DE 45 MINUTOS La mesa de reparto estaba frente al templete de San Francisco, lugar donde los cocineros se afanaban en preparar los peroles. La cola para pedir una ración comenzaba justo al pie del mismo y se alargaba por delante del kiosko, llegando a la esquina del parque con la calle Guardia Civil. Desde ahí, giraba a la izquierda y llegaba hasta la otra punta de la plaza, pasando por delante del gran supermercado.
«No hay prisa, hace buen tiempo y es sábado. Lo importante es colaborar», decía la familia Mota García. Curro, Inma y su padre Paco aguardaban su turno pacientemente. Hace algo más de un año han sabido que Inma, la hija mayor de la familia, es celiaca. «Siempre vamos a este tipo de planes pero desde que sabemos que hay opciones para ella, más aún». El pequeño confesaba que colaborar con la causa «está bien, pero yo vengo sobre todo porque me encantan las migas y tengo hambre».
Unos metros adelante, un grupo de mujeres de la asociación de mayores de La Paz conseguía sus raciones. «Siempre veníamos cada una por nuestra cuenta, este año hemos quedado para venir porque lo pasamos mejor», decía Carmen. Las doce conseguían hacerse con una mesa para desayunar tranquilas, compartiendo risas y alimentos. «Hace sol pero frío. Da igual, a nosotras nada nos para».
Alrededor de las 14.00 horas se agotaron las existencias: se habían entregado más de 2.300 raciones. A pesar de que se avisó a las personas que estaban en la cola en ese momento, muchos quisieron seguir en la fila para hacer un donativo desinteresado.
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LECHE Y ACEITE Cristina Herrera, presidenta del Banco de Alimentos de Badajoz, acudía a primera hora. «Está siendo un día estupendo. A las nueve de la mañana ya había gente esperando. Las Migas Solidarias ya se han institucionalizado en Badajoz y son una buena forma de ayudar a los que más lo necesitan». Aún no se han echado cuentas de los beneficios obtenidos, pero lo recaudado tiene un fin claro, aceite de oliva y leche. «Necesitamos muchísima leche. Son productos de oro, ahora mismo. Siempre necesitamos de todo, pero esto más».
A las 14.00 horas se agotaron las raciones pero la gente continuó en la cola para hacer donativos