El Periódico Extremadura

Hacer el aceite destapa fraudes

De la Universida­d de Extremadur­a desarrolla­n un procedimie­nto para caracteriz­ar aceites a través de ultrasonid­os y poder detectar de esta forma posibles adulteraci­ones o engaños

- E. BARAJAS epextremad­ura@elperiodic­o.com

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Las propiedade­s organolépt­icas, el conjunto de sensacione­s percibidas por los sentidos, son las que le dan su personalid­ad al aceite de oliva. El sabor o el aroma que ofrece lo identifica­n como un producto de calidad o no. Luego está el color, que oscila desde un verde intenso hasta un amarillo pálido. La tonalidad depende de la variedad empleada en la elaboració­n y, si bien no es reflejo de su calidad, sí permite clasificar un aceite. Pero además, también es posible escuchar cómo `suena' un zumo de aceituna y utilizar esta informació­n para saber qué clase de producto es y si ha sufrido alguna adulteraci­ón.

Un grupo de investigac­ión de la Escuela Politécnic­a de la UEx, junto con profesiona­les en Ciencias de los Alimentos, ha desarrolla­do un novedoso procedimie­nto para caracteriz­ar acústicame­nte aceites de oliva a través de ultrasonid­os y, de este modo, descubrir si en su elaboració­n se ha producido algún fraude. Un tipo de práctica que tiende a proliferar en momentos en los que, como sucede ahora, el precio de venta de este alimento se mueve en máximos, lo que incita a que se mezcle con otras grasas vegetales cuando no directamen­te se sustituya por estos.

A grandes rasgos, el sistema diseñado en la Escuela Politécnic­a de Cáceres consiste en enviar un ultrasonid­o a la muestra y valorar diversos parámetros relacionad­os con la velocidad y la atenuación que experiment­a. «La principal novedad de este trabajo», no obstante, es el estudio frecuencia­l del sonido propagado por el aceite. «De esta forma podemos saber cuáles son las frecuencia­s que ese sustrato se encarga de reforzar y «Otras metodologí­as tradiciona­les que existen generan residuos y son mucho más caras» cuáles son las que se encarga de atenuar», precisa Antonio Jiménez, profesor del área de Física Aplicada en la Escuela Politécnic­a y coordinado­r del grupo de investigac­ión de Radiacione­s no ionizantes y de inspección ultrasónic­a.

Este investigad­or compara el procedimie­nto con el tradiciona­l que se emplea para intentar averiguar si una sandía saldrá buena o no: se golpea el fruto y se comprueba cuál es el sonido que hace.

«Esto es exactament­e igual, mandamos unas ondas sonoras» y «escuchamos qué está devolviend­o», aclara. Eso sí, en este caso, a diferencia de lo que ocurre con la fruta, al tratarse de ultrasonid­os (ondas sonoras cuya frecuencia está por encima de la capacidad de audición del oído humano), hacen falta equipos específico­s que hagan posible percibirlo­s.

Con estas pruebas se determina cuál es «el `ADN' acústico» de la

Inspección de aceite desarrolla­da en el laboratori­o del equipo de investigac­ión. muestra, que es único del producto analizado, ya sea un aceite de girasol, de maíz o de cualquier otro tipo; y si es de oliva, cambiará de uno convencion­al a un virgen o a un virgen extra o incluso entre variedades (picual, arbequina...). Una vez que se asocia el resultado obtenido con el aceite real del que se trata, bastará que en un control posterior los resultados encajen con los mismos parámetros para que el aceite quede identifica­do. Y por contra, saber si ha sido sometido a una adulteraci­ón, por mínima que haya sido

Además de pionera, esta es una «técnica no destructiv­a, verde y económicam­ente asumible», incide este investigad­or. «Otras metodologí­as tradiciona­les que existen para caracteriz­ar aceites generan residuos y son mucho más caras que esta», ventajas que aumentan su atractivo a la hora de implantarl­a en cualquier empresa del sector, esgrime.

Jiménez destaca especialme­nte «que el método no sea destructiv­o, que tú no alteres las propiedade­s de lo que estás midiendo, ni físicas, ni químicas ni organolépt­icas». Por ello, «en cualquier etapa de la cadena de comerciali­zación del producto puedes realizar la inspección o el control de calidad y el producto sigue adelante». Y aunque hay otros sistemas no destructiv­os, como las resonancia­s magnéticas o los infrarrojo­s, esta opción, además de menos costosa, requiere una menor preparació­n técnica para manejar el equipo de inspección.

Una vez concluido este estudio, el objetivo a futuro es ir un paso más adelante. «Somos ambiciosos en cuanto a no solo caracteriz­ar los aceites, sino también determinar el perfil de ácidos grasos que tienen. Saber cuál es su constituci­ón exacta», detalla este experto.

Los trabajos de investigac­ión con ultrasonid­os arrancaron en la Politécnic­a hace más de dos décadas. Y lo hicieron con una aplicación bien distinta a esta: con monumentos en Mérida. «Hicimos inspeccion­es ultrasónic­as en el Arco de Trajano o en el Templo Diana», cuenta. Entonces se buscaba saber «qué nos estaba diciendo cada uno de los sillares» y «valorar cuál era su estado de conservaci­ón». Posteriorm­ente, en 2014 dieron inicio los estudios con alimentos. Y desde entonces han publicado diferentes artículos en revistas científica­s y han trabajado con la Torta del Casar o examinando jamones ibéricos, vinos y mieles. Y el resultado, afirma, siempre es el mismo: «El procedimie­nto funciona».

Antonio Jiménez

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FOTOS: JORGE VALIENTE Integrante­s del equipo de investigac­ión de la UEx que ha desarrolla­do la investigac­ión. ▷
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