«Nos las quitan de las manos»
Volaron ayer en el Paseo Alto La romería vivió la mejor edición en años con colas que agotaron todas las viandas previstas, desde dulces hasta migas
Un padre le da a su hija un pellizco de rosca de anís, y la niña le guiña un ojo al sentir el sabor dulzón en su boca. Quizás sea una de las muchas maneras de perpetuar las tradiciones de Cáceres, pero también la patatera, la tortilla poco cuajada, las migas con torreznos, los coquillos que se deshacen en la boca, el calor del vino, y en definitiva, eso que se llama `costumbres' y que acaba por unir a miles de personas al aire libre un domingo de enero.
La Romería de los Santos Mártires ha vuelto a congregar a una legión de cacereños en el Paseo Alto, y mira que no son muchos los que conocen la verdadera identidad de estos dos mártires («¿San Sebastián y San Antón?» «¿San Blas y San Judas Tadeo?», contestan algunos en una encuesta improvisada). Pero sea como fuere, San Fabián y San Sebastián, ambos ejecutados por Roma en el siglo III, atrajeron este domingo a un número muy elevado de ciudadanos, tantos que se considera la mejor edición en años, con frío, pero con un sol espléndido.
Se trata de una cita celebrada desde tiempos remotos, de hecho, existen evidencias de su existencia en el siglo XV, con la construcción del primitivo eremitorio. La romería se recuperó hace 44 años, festejándose el domingo más cercano al 20 de enero. La gente ya la espera y acude. Ayer, las colas para comprar roscas llegaban al centenar de personas a la una del mediodía, la mesa de ofrendas apenas tenía ya cuatro ristras de patatera, y las reservas para las migas (4 euros, ración y bebida) se agotaban por minutos.
Desde hace quince años, la Franciscana Hermandad de la Salud ha tomado las riendas de la organización, y eso también ha tenido mucho que ver en la afluencia creciente, con público de todas las edades. «Estamos desbordados, nos quitan las roscas de las manos, una locura, una alegría», declaraba el mayordomo, Eduardo Martínez, mientras iba de acá para allá ayudando a distintas tareas. «Otros años, en pleno enero, hace frío, llueve o el viento se pone imposible, pero hoy ha salido un día estupendo. Para nosotros, es un orgullo poder organizar una romería de tanta tradición y con esta acogida», explicó. A su lado quedaban menos de la mitad de las 2.000 roscas encargadas a la Unión Panadera Cacereña. Había quien se las llevaba por medias docenas,
Venta de Roscas
Migas
Folclore incluso docenas enteras...
Muy cerca, junto al soportal izquierdo de la Ermita de los Mártires, la mesa de ofrendas había despachado todo y solo se veía ya el mantel: ni rastro de las roscas, floretas, coquillos, magdalenas ni vino de pitarra. Más allá, bajo el soportal derecho, la actividad era frenética: Juan, Miri, Benjamina, Maribel y Montse preparaban dos grandes calderos de migas, con torreznos bien fritos, chorizo y pimiento (unas 150 raciones).
Estreno
«Mira qué buena pinta», comentaba Montse mientras bajaba el fuego.
Todo el dinero obtenido con estas actividades se destinará a fines de caridad y a la propia Ermita de los Mártires, que la cofradía de la Salud lleva tiempo adecentando. Fue la última que se construyó en la ciudad (siglo XIX) y precisa arreglos. La hermandad prevé reunirse con el Gobierno municipal porque se hace necesaria una obra mayor, la cubierta, que no puede asumir con sus fondos. Estos días, con las fuertes lluvias caídas, han tenido que achicar agua de las dos sacristías.
Porque además, habrá romería para rato. El ambiente de este domingo lo garantiza. La Banda Municipal de Música se ha incorporado por primera vez a la cita y también la Asociación de Folklore Santa Lucía. El paseo de Ibarrola vuelve a tener su gran día. En dos semanas... San Blas.