Ca José, el ultramarinos de Mérida con un sabor único
Está a punto de cumplir 35 años de trayectoria Antonio Blanco. Ahora su hijo y su nuera, José Luis y Carmen, lo regentan
Me dice Pelín, tomando unas cervezas en las VII Sillas, bueno, tomando yo, él mirando, que malamente nos van a respetar cuando no nos respetamos a nosotros mismos. La plaza del Teatro Romano, ahora llamada de Margarita Xirgu por una nefasta ocurrencia de Ángel Calle es un ejemplo de cómo valorar lo forastero y lejano dejando de segundo plato lo nuestro, cercano y emeritense ejemplar. Sin duda, Margarita Xirgu fue una excelente actriz, dicen, que estuvo en Mérida 6 días en su vida: 3 en 1933 y 3 en 1934 pero de ahí a llamarla leyenda de Mérida dista un abismo. Fuese, como la inefable Montserrat Caballé y no hubo nada, bueno la Caballé sí dejó secuelas, se llevó la medalla de Extremadura y en señal de agradecimiento nos puso una denuncia por un batacazo monumental (como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta donde se lo pegó). Maximiliano Macías era de Mérida, apasionado por su pueblo y por su historia, tanto que la estudió profundísimamente llegando a ser un eminente arqueólogo, alter ego de José Ramón Mélida que digo de él «Gracias a usted se ha producido el milagro de la primera restauración del Teatro Romano de Mérida». Pero hizo muchas cosas más. Maximiliano Macías es historia eterna de Mérida y protagonista de nuestro devenir, sin él no serían nuestras bimilenarias piedras objeto de atención mundial; Margarita Xirgu es anécdota temporal de este lugar que no digo yo que hiciera algo, que lo hizo, pero ha sido desproporcionadamente recompensada: Plaza, estatua, menciones varias en mármol… a veces me pregunto, ahora mismo sin ir más lejos, si este desequilibrado reconocimiento se le hubiera tributado si no fuera republicana (suponiendo que este aserto fuera cierto)… con más motivos habría que reconocer a José Tamayo lo que hizo por varias generaciones de emeritenses (la de mis padres, sin ir más lejos, a quienes proveyó de una fascinante cultura teatral por el mero hecho de ir todos los veranos a su scena). Miren, puestos a reconocer lo que hacen por Mérida unos y otros ya están cambiando el nombre de la señora Xirgu y poniéndole «Plaza de Maximiliano Macías, emeritense ejemplar» y, en esa línea a ver, a ver dónde ubicamos espacios de la Bimilenaria para Medea, Manolita Chen, los Pecholatas o, dentro de poco, Jesús Cimarro que, esos, sí que son leyendas.
Plaza Maximiliano Macías
Las Sindicales de Mérida no sería lo mismo sin la fruta, las magdalenas de aceite de oliva, las perrunillas, los bollos de chicharrones, los congelados, el pan, la charcutería y la carnicería del ultramarinos de José Luis Blanco. Un negocio que fundó su padre hace casi 35 años y que se convirtió en una de las tiendas con más solera de la zona. Lo cuenta a El Periódico Extremadura su hijo José Luis, que ahora está al frente del establecimiento junto a su mujer, Carmen Campos. Esa forma de vivir, apoyados en lo cercano, convierte su tienda en todo un referente del comercio de proximidad y la vida de barrio. «Es una profesión que vivido desde que era un muchacho y, como el negocio iba tan bien, me metí de lleno con ello», explica.
Este matrimonio representan a unos profesionales de los que cada vez quedan menos, expulsados poco a poco por las grandes superficies. Ellos trabajan con productos de calidad y dando siempre a sus clientes un trato cercano y personalizado. «Apuesto por el negocio familiar que me ha visto crecer. Mantengo la misma esencia que hace 35 años: buen género y atención.
«Quien viene, repite, y ese es el mayor reconocimiento a nuestro trabajo», señala José Luis
Un comercio de toda la vida
Quien viene, repite, y ese es el mejor reconocimiento a nuestro trabajo. Mi esposa y yo formamos un equipo perfecto... Y además, en todos los sentidos», comenta Blanco.
Por este comercio han pasado generaciones y generaciones de familias emeritenses para comprar legumbres, conservas, aceite, chacina... «Atendemos a clientas que vinieron siendo niñas a comprar con sus abuelas. Es algo maravilloso. Ofrecemos cosas diferentes y esa es la clave del ultramarinos. Por ejemplo, conocemos el nombre del 99,9% de los clientes. Algo que en las grandes superficies no pasa», concluye.