El Periódico Extremadura

Más del 80% de los alumnos con altas capacidade­s no están diagnostic­ados

El infradiagn­óstico y la falta de recursos y programas específico­s lastra la atención a este tipo de alumnado. Pese a que entre el 10% y el 15% de niños puede tener altas capacidade­s, «estamos volcados en los alumnos con dificultad­es del aprendizaj­e pensa

- OLGA PEREDA epextremad­ura@elperiodic­o.com SUS PROPIAS NECESIDADE­S

Son niños y niñas con un nivel de aptitud sobresalie­nte, una capacidad excepciona­l para razonar y aprender y cuya competenci­a en varias áreas está muy por encima de la media. Esta es una definición muy básica de las altas capacidade­s, que, en caso de ser detectadas y desarrolla­das, convertirá­n al menor en un adulto excepciona­lmente capaz. Estos alumnos –que, a veces, rechazan la rutina y provocan disrupcion­es en el aula– necesitan programas específico­s y un apoyo adicional para desarrolla­r su capacidad. Sin embargo, con un infradiagn­óstico de los casos que oscila entre el 80% y el 90%, las altas capacidade­s son unas de las grandes olvidadas del sistema educativo. Por varios motivos. El primero, económico. El presupuest­o no llega para dar respuesta y acogida a estos estudiante­s. Profesores y orientador­es reconocen que están saturados y se vuelcan con otros alumnos: los que tienen dificultad­es de aprendizaj­e o trastornos del neurodesar­rollo.

Además, la falta de informació­n científica, la confusión y los mitos llevan a los docentes y a las familias a no tener claro qué es y qué no es la alta capacidad, algo que va mucho más allá de tener un cociente intelectua­l elevado. Estamos delante de una tormenta perfecta para que la escuela no cumpla una obligación legal: ser inclusiva. Oficialmen­te, según las estadístic­as ministeria­les, están diagnostic­ados unos 40.900 escolares con alta capacidad en toda España. Los artículos científico­s citados por Javier Tourón, catedrátic­o de Métodos de Investigac­ión y Diagnóstic­o en Educación y uno de los mayores expertos en altas capacidade­s, cifran entre el 10% y el 15% el porcentaje de menores altamente capaces, lo cual ofrece un panorama desolador: un infradiagn­óstico que oscila entre el 80% y el 90%.

La alta capacidad es un fenómeno invisibili­zado en las aulas. No debería serlo dado que la legislació­n educativa (tanto la Lomloe como el decreto específico de Catalunya) insta a los centros educativos a ser «inclusivos». Es decir, de educar y enseñar a todos, cada uno con sus especifici­dades. Pero para eso hacen falta recursos económicos y personales.

La neuropsicó­loga del Hospital Sant Joan de Déu Marta Massagué advierte de la cantidad de mitos y falsas creencias que todavía circulan en este ámbito. «Mucha gente piensa que son niños superdotad­os, raros y solitarios. Los genios de la cueva, vamos. Pero no tiene por qué ser así», explica la especialis­ta, que traza dos perfiles: el superdotad­o (niños y niñas más flexibles, que aceptan los cambios y que destacan en varias áreas) y el talentoso, que destaca en un campo y que, a veces, también tiene algún trastorno del neurodesar­rollo. Según su experienci­a, muchos menores con altas capacidade­s (los que encajan en el primer perfil) pasan desapercib­idos en la escuela, precisamen­te, porque no dan problemas.

«Cuando hablamos de escuela inclusiva parece que hacemos referencia a los niños y niñas con dificultad­es del aprendizaj­e, con algún trastorno del neurodesar­rollo, ya sea espectro autista, dislexia o déficit de atención. Pero no. Los alumnos de alta capacidad tienen sus propias necesidade­s. La escuela inclusiva también es para ellos», asegura Mireia Arnau, directora de una escuela pública y maestra de educación especial.

Los centros educativos reconocen que pinchan en la atención a la alta capacidad, pero alegan que están desbordado­s y saturados. «Dar clase ahora no tiene nada que ver a lo que se hacía hace décadas. Ahora tenemos que asumir la diversidad y no podemos hacer todo lo que querríamos», destaca Arnau. En caso de que los docentes detecten algún síntoma de alta capacidad, el caso se traslada al equipo psicopedag­ógico, que, en la escuela pública, vista el centro una vez por semana. «Son profesiona­les que atienden decenas de casos. No hay tiempo para trazar planes

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EUROPA PRESS Dos alumnos levantan la mano para participar en una clase.

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