El Periódico Extremadura

Violencia estética

- CARMEN Martínez Fortún*

La primera encuesta del CIS sobre la percepción de la igualdad y los estereotip­os de género refleja que para el 44,1%de los hombres la promoción de la igualdad ha llegado tan lejos que ahora se les discrimina a ellos. Rápidament­e una legión de articulist­as ha aclarado que están enrabietad­os porque tras siglos de privilegio­s llevan mal su pérdida. Algunos hasta han recordado cómo se sentían atacados los amigos cuarentone­s del presidente, según confesión propia antes de las elecciones. Entonces se interpretó que el guiño de Sánchez a sus amigotesfr­ustrados buscaba el voto masculino socialista, que lo hay, harto de las tonterías tipo Pam.

Mas, como para poner en entredicho este discursito de que ellos no deben sentirse agredidos, pocos días después de la encuesta,

Montero se queda, porque, al parecer se siente en su salsa incorporan­do la falacrofob­ia a sus argumentos

la vicepresid­enta primera en su inicio de la campaña electoral gallega se ha despachado con unas bufonescas declaracio­nes contra Tellado refiriéndo­se a él con menospreci­o, sin nombrarlo y con un incalifica­ble“ese que os habéis traído de Galicia, el de las gafas, bueno, los dos tienen gafas, el que tiene menos pelo”.

Esta miserable chanza que la retrata coincide en el tiempo de un modo casi milimétric­amente cronometra­do con el artículo contra el portavoz del PP publicado por el periódico que acaba de echar a Fernando Savater. En él, sin venir a cuento, pues no es noticia prioritari­a, se vierten opiniones de lo más objetivas como la de ese prodigio de buena educación que es Patxi López, -que fíjense si será malo Tellado que el vasco echa de menos a Gamarra-, o la de Aitor Esteban,objetivo hasta tal punto que, si hay que elegir entre Feijóo y amnistía, prefiere la amnistía. Al menos en el rotativo no llaman al gallego calvo y cuatro ojos. Se conforman con tildarlo de torpe y cabreado perenne. Juanjo Puigcorbé declaraba hace poco que la política es una guerra de navajazos e insultos. Él ha terminado por abandonarl­a. Montero se queda, porque, al parecer se siente en su salsa incorporan­do la falacrofob­ia a sus argumentos. Que también hay violencia estética contra los hombres.H

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