« Balenciaga mantuvo siempre la distancia de la realidad»
ALBERTO SANJUÁN Actor. Protagoniza la serie `Balenciaga'
De Cristóbal Balenciaga nos ha quedado su obra, prendas de alta costura elaboradas con una técnica exquisita y una creatividad propia de un genio, pero poco de su persona. El actor Alberto San Juan (Madrid, 1968) le ha prestado su cuerpo y su voz, convenientemente provistos de un refinamiento y un sutil amaneramiento, para componer el personaje en Balenciaga, serie que acaba de estrenar Disney+. Su filmografía acumula más de 50 películas, más de 25 series y otras tantas obras de teatro, no obstante, él siente que este proyecto es el más enorme que ha hecho y hará. Por lo pronto, Balenciaga ya siempre será él.
¿Tenía la sensación en el rodaje que estaba haciendo algo grande?
– Desde que me dan el papel siento que es una cosa enorme. Nunca había hecho algo así. Y no sé si lo volveré a hacer. Un protagonista tan absoluto de una serie basada en un personaje tan importante.
¿Había interpretado antes a un personaje real?
– Sí, hice una película con Emma Suárez que se llama Horas de luz, en la que hacía de una persona llamada Juan José García, que estuvo preso.
Pero no era mundialmente conocido. Aunque, en realidad tampoco Balenciaga lo era como persona.
– Es mundialmente famosa su obra y prácticamente un desconocido el autor.
No disponían de mucho material para construir el personaje.
– Nos hemos basado básicamente en las obras de los biógrafos, que se basaron en los testimonios de quienes lo conocieron. Su voz grabada no existe y su imagen solo está grabada en una grabación de un minuto y pico trabajando con un montón de personas en el taller. Y de fotografías hay una docena. Era un tipo que huía de la exposición pública, no quería que se hablara sobre él. Y era católico practicante y había nacido a finales del siglo XIX. Todo hacía pensar que ocultaría su homosexualidad.
Aparte le tocaron vivir unos años convulsos con la entrada del fraquismo en España y la ocupación alemana de Francia.
–Él venía de una aldea del País Vasco, una familia humilde y de una sociedad muy conservadora en la que luego encima viene la dictadura, aunque ya tenía 42 años y la personalidad hecha. Pero, claro, crecer en el primer tercio del siglo XX y en Guetaria...
Gran parte de la serie está en francés y en euskera.
– En Disney España se verá la versión original, no tendría ningún sentido doblarla, porque uno de sus atractivos es que es una serie europea en el sentido de que los personajes y el reparto no es español. Y también hay alemanes, ingleses, estadounidenses...
¿Tenía nociones de esas lenguas?
– No. Nada. Lo logré a base de prepararme con una profesora el guion. Además, no es cualquier euskera, sino de Guetaria, porque varía mucho de unas zonas a otras. Tampoco tenía la más mínima idea de coser. Y también estuve con un diseñador y costurero, Iñigo Garaizabal, preparándome para aparentar que supiera coser.
Balenciaga huía de la prensa. ¿A usted le gustaría también no tener que pasar por esto?
– Ahora hago una media de siete entrevistas diarias... Pero vamos, absolutamente asumido porque es parte del trabajo. Me gustaría que existiera la posibilidad de hacer promoción sin ese exceso, personal, pero no es posible.
¿Por el cansancio o por tener que exponerse tanto?
– Lo ideal para un actor sería, como como pretendía Balenciaga, que no se sepa nada de su vida personal y que se le conozca a través del personaje. Pero eso no es posible.
Balenciaga no se posicionaba políticamente, ¿cobardía o supervivencia?
– Nunca se expresó políticamente en público, nunca. Pero esto siendo un personaje público en la España franquista creo que tiene un valor, porque no mostrarse adepto al régimen en una dictadura... Él mantuvo siempre su distancia y ese es uno de los temas de la serie: hasta qué punto uno puede mantenerse a distancia de la realidad en la que vive.
«Lo ideal para un actor sería, como pretendía el modisto, que no se sepa nada de su vida»
La serie lo muestra, eso sí, muy leal con los suyos. Pero cuando estos desaparecen de su vida aumenta su creatividad. ¿Se sentía más libre?
– Hay un contraste muy interesante que es que un señor tan austero y formal, más bien conservador, muy discreto, sin embargo, a la hora de de imaginar sus diseños era salvajemente libre. Un creador sin límites y con la capacidad técnica para realizar materialmente aquello que había imaginado. A la hora de hacer su ropa no tenía límite. Si bien es cierto que durante la ocupación nazi de París se prohíben los sombreros de casa Balenciaga porque son demasiado atrevidos.
Debía asumirlo para sobrevivir.
– Era consciente de que la alta costura solo la pueden pagar las mujeres de la clase dominante. Y la clase dominante es la que gobierna en cada momento. En el franquismo, los franquistas; en la Francia ocupada por el nazismo, los nazis y los colaboracionistas. Y como todo ser humano sobrevivía. Él no era un combatiente de la resistencia.
Usted también ha sido humilde y ha remado a favor del proyecto acatando las órdenes de su director.
– He sido disciplinado con el guion y las indicaciones de los directores. Ya tenía demasiadas cosas de las que ocuparme como para encima cuestionar ninguna cosa.
¿Contento con el resultado?
– Razonablemente contento, sí. Del todo satisfecho, nunca. Siempre uno sueña con llegar más lejos.