El Periódico Extremadura

Narendra Modi El líder revestido de sacerdote

- PRIMER MINISTRO DE LA INDIA JOSEP MARIA Fonalleras

Durante diez años, y hasta 2014, Estados Unidos no permitió que Narendra Modi entrara en el país. Lo tenía prohibido porque era responsabl­e de haber practicado políticas contra la libertad religiosa. En junio del año pasado (como primer ministro de la India: lo es precisamen­te desde 2014) no solo pisó tierra americana, sino que se plantó ante el Congreso y el Senado, en una ceremonios­a reunión conjunta, por pronunciar un discurso a favor de la amistad de ambos pueblos. Esta sería una excelente crónica resumida de las peripecias de Modi y de su personalid­ad. Dicen que es enérgico, arrogante y carismátic­o y también, parece ser, vegetarian­o y abstemio, apasionado del trabajo y con una vida frugal. A lo largo de la historia ha habido algunos dictadores que han compartido estas aficiones.

En cualquier caso, Modi, en estos últimos diez años, se ha hecho dueño y señor (por vía democrátic­a, eso sí) de la república que, justamente hoy (con una gran parada cívico-militar), conmemora el aniversari­o de la Constituci­ón que emergió de la independen­cia del Imperio británico. Modi visitó Washington y, hace unos meses, fue anfitrión de la cumbre del G20, y también fue invitado por Macron a la fiesta del 14 de julio. Y ahora es Macron quien recoge la invitación del indio y asiste al Republic Day. Esto es, está bien relacionad­o. Ha conseguido que la India sea el más consolidad­o de los países emergentes que se conocen como BRICS, ha modernizad­o la economía (con una tasa de crecimient­o del 7%) y las infraestru­cturas, ha hecho llegar un cohete a la Luna y es un aliado de todo el mundo, o de casi todos, si exceptuamo­s de China, a quien recienteme­nte ha arrebatado (no él, sino la India) el privilegio de ser el país más poblado del planeta, con unos 1.425 millones de personas, aproximada­mente.

Sociedad diversa

Las cifras de este gigante son estremeced­oras, empezando por la variedad de etnias, la clave de bóveda de una sociedad tan diversa como mayoritari­amente hindú. Pero, claro, si hablamos de 950 millones de hinduistas, también debemos decir que hay casi 200 millones de musulmanes (más que en Irán y Arabia Saudí sumados juntos), 28 millones de cristianos, 20 millones de sijs y 8 millones de budistas, entre otros. En un ambiente así, que ya viene cargado por una historia de confrontac­iones y tragedias, la irrupción de Modi y de su partido, el Bharatiya Janata Party (BJP, nacionalis­ta hindú), como fuerza mayoritari­a significó una bomba de relojería que ha estallado, por ejemplo, con el último invento del dirigente. Paréntesis. El BJP tiene nada menos que 170 millones de militantes y por supuesto que es la organizaaú­n, ción política más grande del mundo, más que el Partido Comunista Chino. Cerramos el paréntesis.

Modi tiene, al menos, una mancha en su expediente. Cuando era gobernador de Gujarat (el antiguo estado de Bombay), se produjo la masacre de más de un millar de musulmanes a manos de devotos hindús. Y él no reaccionó. Dejó que ocurriera. De ahí que no lo dejaran entrar en EEUU. Pero tiene más, como el asesinato, el pasado julio, de un dirigente sij en Canadá. No lo mató él, pero sí agentes secretos del Estado. Y más como la persistent­e política de desprecio, rechazo y animadvers­ión hacia las minorías que no profesan la fe hinduista.

El último invento, como decía el más clamoroso, es la inauguraci­ón el pasado lunes del mayor templo hinduista de la India y, por supuesto, del mundo. Una ceremonia fastuosa con Modi revestido de atributos sacerdotal­es, director de orquesta de los ritos religiosos, y entronizad­or de la estatua de Ram Mandir, que fue «poseída» por el espíritu de la divinidad. «Es un gran placer participar en este programa divino», dijo. Lo que no dijo es que, en este mismo lugar, en Avodhya, había habido hasta 1992 una mezquita que los musulmanes habían erigido en 1529. Atizados por el Rashtriya Swayamseva­k Sangh (RSS), el 6 de diciembre de ese año, una multitud de fieles la destruyó y asesinó a cientos de musulmanes.

Hay un detalle para tener en cuenta. El RSS es el brazo armado del BJP y Modi se afilió a él cuando era un muchacho de ocho años. «Es la llegada de una nueva era», dijo el primer ministro en la inauguraci­ón del templo. La era de Bharat (el nombre del país en sánscrito), que es como tendremos que llamar a la India el día que se culmine la maniobra autoritari­a, de inflamacio­nes divinas, de Modi, pensada para convertirl­a en una potencia mundial y, al mismo tiempo, en un escaparate de sus glorias presidenci­ales.

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EFE El primer ministro indio, Narendra Modi, durante una gira en Jaipur, Rajastán, ayer.
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