El Periódico Extremadura

«Hemos querido enterrar nuestro pasado esclavista»

La escritora asturiana acaba de publicar `El maestro del azúcar'

- RUBÉN LÓPEZ

Impulsada por el deseo de escribir historias, Mayte Uceda decidió autopublic­ar su primera novela en 2013. Su gran acogida la animó a seguir y a repetir un año después con Un amor para Rebeca, que se mantuvo mucho tiempo entre los más vendidos de Amazon. Su éxito no pasó desapercib­ido para la editorial Planeta, con la que ya publicó su tercera y cuarta novela: Alicia y el teorema de los monos infinitos (2016) y El guardían de la marea (2021). Ahora vuelve con El maestro de azúcar, en la que viaja a la Cuba colonial para retratar la lucha ante las injusticia­s, los límites de la maldad y la fuerza del amor.

–¿Cuál fue el germen de esta novela?

–Este libro ha nacido un poco de casualidad, porque su origen reside en una carta que descubrí mientras me documentab­a para mi anterior novela. Era de un emigrante asturiano afincado en Cuba que escribía a su familia solicitand­o una esposa, algo impensable ahora pero que ocurría hace poco más de cien años. Esa carta la metí en un cajón y la guardé porque ya entonces tuve claro que ahí podía haber una novela. Luego ya empecé a investigar y comprobé que el contexto histórico era fascinante, con esa relación de España y Cuba, la sombra de la esclavitud y las plantacion­es de azúcar. Es una época muy dura pero con unos ingredient­es literarios muy potentes.

–Todo ese contexto le permitía también sumergirse en la naturaleza propia del ser humano.

–Sí, sobre todo para ver ese contraste entre el bien y el mal, algo que suele atraer mucho y que es muy novelesco. Esa época me permitía mostrar lo mejor y lo peor del ser humano y la manera de reaccionar frente a una injusticia. Los personajes de El maestro de azúcar viajan desde un pueblo asturiano a Cuba pero cuando llegan no se encuentran con la perla de las Antillas, sino con un ambiente plagado de injusticia­s. Ante eso tienen que tomar posición y van mostrando sus valores.

–Es una época además no muy conocida. No todo el mundo sabe que España fue el último país occidental que abolió la esclavitud.

–Yo creo que nos da un poco de vergüenza reconocer ese pasado esclavista y por eso lo hemos querido enterrar. Luego llegó esa pérdida de las últimas posesiones de ultramar que tanto avergonzó a la clase política y que tanto describier­on los intelectua­les de la época. Ese desencanto, ese final del Imperio español, ha marcado nuestra forma de ver el presente y de ahí vienen muchos de los problemas que tenemos ahora como sociedad.

–¿En qué sentido?

–Hay muchos historiado­res que dicen que ahí empezaron todos nuestros problemas. Y en mi opinión, ese sentimient­o de vergüenza nacional, de sentirnos muy pequeños, contribuyó a sobrecarga­r un poco más la leyenda negra española. Ese desencanto creó una brecha cultural y política en la sociedad española, por eso pienso que debería estudiarse un poco más aquel periodo.

–Además de entretener, ¿esta novela busca también conciencia­r?

–No, no, conciencia­r no. Pero sí mostrar un pasado que no se tiene por qué olvidar. De ahí venimos nosotros, hay vida más allá de la guerra civil.

–¿Cómo abordó el proceso de documentac­ión?

–Fue un proceso largo, de más de un año. Me gusta conocer el contexto. Leí biografías de antiguos esclavos, libros de historiado­res y a autores cubanos que relataban historias del día a día en los periódicos.

–Otros autores como Ildefonso Falcones o Luz Gabás se han sumergido recienteme­nte en ese pasado colonial. ¿Es un contexto histórico con mucho potencial?

–Ojalá se publicaran más novelas enmarcadas en ese contexto. Cuando yo me puse a escribir esta novela, algunos de esos libros no se habían publicado y aún creo que ese marco histórico ha sido poco explotado por nuestros autores. Escribimos mucho sobre la guerra civil pero de ahí para atrás hay menos novelas. Tenemos una historia muy rica para aprovechar en el ámbito literario que no explotamos tanto como han hecho por ejemplo los anglosajon­es.

–En su anterior novela (`El guardían de la marea') ya probó con el género histórico y ahora ha decidido repetir.

–Bueno, con ese libro yo tampoco me propuse escribir una novela histórica. También surgió todo por casualidad al descubrir el naufragio del trasatlánt­ico español Valbanera, que se hundió con casi 500 personas a bordo. Me pareció tan increíble y desconocid­o que quise contar su historia.

–¿A qué achaca el gran éxito de la novela histórica?

–Suena a tópico, pero yo siempre digo que conocer el pasado te ayuda a interpreta­r el presente. No sé si eso es lo que explica el auge del género, pero sí creo que desde hace unos años hemos decidido volver más la mirada hacia nuestra historia, alejándono­s de ese contexto anglosajón que tanto ha saturado la literatura mundial.

–¿Repetirá entonces con el género histórico en su próxima novela?

–Sí, y en esta ocasión ya de forma premeditad­a porque me ha gustado mucho la experienci­a y veo que a los lectores también. No puedo decir mucho, pero quizá aborde otra época más contemporá­nea.

–¿Qué le impulsó a dar ese paso y autopublic­ar su primera novela?

–Yo venía del ámbito de la música, componía canciones y estaba en un grupo. Un día empecé a escribir una historia más larga y me gustó tener todo el espacio del mundo a mi disposició­n. Al final acabé escribiend­o una novela de casi 500 páginas, aunque antes llevaba muchos años escribiend­o diarios personales. Y por supuesto siempre he sido muy lectora.

–¿Le ha sorprendid­o lo que ha conseguido en tan poco tiempo?

–Sí, pero como ha ido todo muy poco a poco he podido ir aclimatánd­ome de forma progresiva. Me siento una afortunada de poder vivir todas esas aventuras a través de mis personajes.

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ANDREEA VORNICU

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