«Cuando está en juego el poder, los roles cambian»
Desciende de una familia de varias generaciones de artistas, una condición esta que lleva con orgullo y humildad, porque su carrera la ha labrado papel a papel. Además del cine y el teatro, en televisión Adriana Ozores (Madrid, 1959) ha trabajado en series tan populares como `Los hombres de Paco', `Gran Hotel' y `Velvet Colección'. Ahora da vida a Carmina, la mujer que toma las riendas de la empresa en `Galgos', que acaba de estrenar Movistar Plus+.
- `Galgos' no es una `Succession' española, es más nuestra.
- Lo que es singular y valiente es que la hayan hecho tan de aquí, de una clase con mucho dinero del norte de España. Tiene una cosa muy reconocible, que es muy casposa.
- Cuando leyó los guiones, ¿le atrapó enseguida la historia?
- Sí, y cuando supe que los directores iban a ser Félix Viscarret, que hizo `Patria', y Nely Reguera, que es tan divina... Me atrapó el combo.
- No es la típica matriarca poderosa.
- Esa es la singularidad, porque ya está muy manido el tema de mujer de una edad y empoderada. Ella no es así. Es la primera sorprendida de todo lo que va pasando y de empezar un tipo de vida que seguramente no quiere. Pero no le queda otro remedio, porque tiene una lealtad a su padre, a lo que le costó sacar honradamente esa empresa adelante. Aunque veremos que no tan honradamente. Son esas lealtades familiares que nos hacen tanto bien y tanto mal.
- Va aprendiendo sobre la marcha.
- Sí. Y una vez que ya se encuentra en una posición concreta, se va dando cuenta de las miserias humanas y de que va a participar en ellas. Es como un crecimiento a lo bestia. Era como una princesa guardada y de repente se convierte en un ser completo, con su luz y su sombra.
- Las relaciones familiares cambian.
- En su compromiso no se ponen en juego elementos tan fuertes como el poder. Pero cuando eso pasa, los roles cambian. Ya no son las mismas consecuencias.
- La madre, la esposa, se convierte en la jefa, y eso nunca resulta fácil...
- En la jefa con todas las responsabilidades y debe decidir qué cabezas cortar. Es un viajazo que ella no ha buscado, pero cree que es lo mejor para todos.
- Hay un momento en que está tomando decisiones importantes, pero a su hija le duele la cabeza y va rápidamente a darle una pastilla.
- Eso pasa. No deja de ser una madre.
- A su hija, Blanca (Patricia López Arnaiz) la ve como a una niña y no se da cuenta de que es su rival.
- Es que ahí entran en juego arquetipos . En las que somos madres e hijas de madres –yo he tenido un chico, pero he sido hija de una madre– surgen cosas muy ancestrales de rivalidades. Y luego está la relación edípica que tiene con su hijo, Guzmán (Marcel Borràs). Yo, al leer el guion y en los ensayos, dije: «Perdón, pero esta señora coquetea con su hijo». A mí me nacía eso. Es que de alguna manera estaba escrito, o la intención, porque explícitamente, no. Yo lo percibí. Y lo hemos trabajado de manera conjunta.
«Está ya muy manido el tema de mujer de una cierta edad y empoderada. Ella no es así»
Carmina sigue siendo madre y, sin embargo, Blanca, lo detesta. Representa a esas mujeres que no quieren ser madres.
- - ¡Claro que sí! Y menos mal. Es que son maravillosos los guionistas y directores. Han abogado porque el marido de Blanca quiera estar en casa con los nenes. Él no tiene esa cosa de liderazgo y, en cambio, ella sí.