El Periódico Extremadura

Los diputados postconver­gentes han colocado al PSOE en un precipicio con tal de salvar a su líder

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vergentes, visto lo visto, que este modelo de amnistía que una parte de España no ve -ahí están las manifestac­iones multitudin­arias-, otra aplaude y otra tolera con los ojos cerrados y los puños apretados, ya le valiese a ERC y a un puñado sustancial de los que también se verían benefiados por su aplicación para mirar hacia adelante. No. Porque Junts, con sus `noes' en el Congreso, le ha gritado a la cara a Sánchez, delante de sus socios y de la ciudadanía que sigue la actualidad­política, que poco le importa dejar en ridículo a un Gobierno que se ha visto obligado a echar el freno de mano para evitar un precipicio judicial. La última demanda in extremis de los postconver­gentes suponía plegarse a una amnistía pervertida para proteger, por encima de todo y de todos, a Puigdemont. Se exigía eliminar cualquier mención al terrorismo del texto del proyecto, sin excepcione­s, a fin de garantizar que si prosperase alguna de las investigac­iones judiciales aún abiertas contra el expresiden­t en este sentido, sería amnistiado igualmente. El Gobierno, sabedor de que eso supondría ya una línea roja de difícil retorno con su propio electorado y un asunto inexplicab­le ante el Tribunal Constituci­onal o los tribunales europeos, ha rechazado la propuesta.

En el pleno se escucharon también críticas a los jueces Aguirre y García-Castellón, que instruyen polémicas causas que afectan a Puigdemont. Varios legislador­es acusaron a los magistrado­s de prevaricar. Quizás pensaban que, con eso, conmovería­n a un Junts insaciable, pero erraron. El Gobierno, a través del ministro Bolaños, optó por desmarcars­e de esos reproches a los jueces antes de que el asunto se le vaya de las manos. Como su relación con Junts.

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