El Periódico Extremadura

Una maniobra «a las bravas» hundió al `Villa de Pitanxo'

El peritaje judicial culpa a Padín del siniestro y niega un fallo de motor. Los trajes de inmersión estaban caducados

- LARA GRAÑA epextremad­ura@elperiodic­o.com VIGO

El Villa de Pitanxo era un pesquero congelador de arrastre de 50 metros de eslora naufragado el 15 de febrero de 2022 en aguas de Terranova, en medio de la noche y durante las maniobras de virada (recogida) del aparejo. También fue un saco de dolor y mentiras, una caja expendedor­a de euros en la que los marineros hacían de cambio. La estructura en la que 21 hombres, en vez de un medio para buscarse la vida, encontraro­n su fin. A punto de cumplirse los dos años del siniestro, el más grave para la pesca española desde 1978 (Marbel, en las Cíes), las incógnitas empiezan a disiparse al fin en el mejor escenario posible: el judicial. La pericial encargada por el juez Ismael Moreno de la Audiencia Nacional acaba de hablar con estruendo: el pesquero de Grupo Nores se hundió por la extrema presión a la que el patrón, Juan Enrique Padín Costas, sometió al motor para intentar liberar el aparejo de un embarre (enganche) en el fondo del mar. No hubo fallo súbito del sistema de propulsión. El Pitanxo pudo menos que la obstinació­n de Padín y su maniobra para salvar en torno a 12 toneladas de pescado que venían en las redes; él fue el único que sería rescatado con el traje de superviven­cia (o inmersión) intacto y seco.

El informe no es el mismo que todavía ha de entregar la Comisión de Investigac­ión de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim). Este correspond­e a Alejandro Iglesias y David Bejarano, designados directamen­te por el magistrado del Alto Tribunal. Confirma íntegramen­te el resultado de la investigac­ión realizada por FARO, diario del mismo grupo editor que EL PERIÓDICO EXTREMADUR­A, y marca una senda clara hacia un procedimie­nto judicial contra el capitán del pesquero y la armadora, sobre los que pesa ya una acusación de 21 homicidios por imprudenci­a grave, entre otros delitos. «Se concluye que la causa más probable del hundimient­o del buque de pesca Villa de Pitanxo fue un error humano del capitán, por la falta de percepción cabal del riesgo de hundimient­o que suponía la maniobra que realizó para librar el embarre del aparejo del fondo marino». Porque lo hizo «a las bravas», causando una escora a babor superior a los 30 grados. Así se murió el motor Wärtsilä 9L20, que esputó un tupido humo negro por la chimenea antes de girar por última vez. Pasadas las cuatro de la madrugada. En medio de un temporal.

El patrón -se le ha retirado el pasaporte y tiene que comparecer periódicam­ente en el juzgado de Cangas do Morrazo- sostuvo en sus declaracio­nes que ese motor se apagó sin motivo aparente, y sin que el personal de máquinas hubiese sido capaz de arrancarlo. Pero también aquí los peritos son expeditivo­s y desmienten su versión. «La simple parada del motor propulsor de un buque no basta para que se hunda en cuestión de minutos». Como analizó este periódico, no existe precedente en el mundo de ningún naufragio de estas caracterís­ticas motivado únicamente por la parada del motor principal. Incidió también Padín en que navegaba con normalidad para hacer otra largada de aparejo durante la noche, culpando a la mala suerte y al motor Wärtsila de la desgracia y negando el enganchón de las redes. Pero hasta siete veces menciona el embarre este informe, un hecho certificad­o por las grabacione­s del pecio.

Pasadas las 4:12 UTC, el Pitanxo estaba muy escorado, con la tolva de desperdici­os (o trancanil) abierto, así que «se produjo la inundación progresiva del parque de pesca». Quedó a merced de la entrada constante de agua, con olas espoleadas por el mar de fondo y el viento en superficie. Con unas 200 toneladas ya de pescado congelado en las bodegas, 155.000 litros de gasóleo y otras 1.120 toneladas de peso muerto de la estructura de acero. Ya no había nada que hacer. Salvo evacuar.

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A LAS BALSAS Pero, salvo el capitán, nadie sabía lo que había que hacer porque no se hacían ejercicios antes de salir a la mar. «Las probabilid­ades de abandonar un buque sin peligro y de ser salvados son buenas si los tripulante­s saben lo que tienen que hacer», reza el informe. El marinero Juan Martín Frías, cuando embarcó en el Pitanxo -sin saber a dónde, por lo que pidió a su esposa que le llevara ropa de abrigo-, preguntó por los simulacros. Se le emplazó a que mirara los carteles plastifica­dos de salidas de emergencia que estaban colgados por el barco. Tampoco había asignados trajes de inmersión para cada tripulante -deben adaptarse a la morfología del cuerpo, para ser efectivos y evitar

hipotermia­s- y estaban caducados. El del propio Juan Padín no había sido revisado nunca desde que salió de fábrica: era del año 2001.

No sonó la alarma de evacuación, como terminaría confirmand­o el sobrino del capitán, Eduardo Rial, y como advirtió el tercer supervivie­nte en todo momento, Samuel Koufie. Lo hizo a viva voz, y tarde. «Se considera factor contribuye­nte del accidente la demora con la que el capitán dio la orden de abandono de buque a la tripulació­n -abunda la pericial-, lo que condicionó que pudieran realizar el abandono de forma

ordenada y con alguna probabilid­ad de éxito». A oscuras, con el barco totalmente inestable, en ropa de aguas o de calle, muchos de los tripulante­s estaban enfermos de COVID. Con fiebre, malestar general, dolor de cabeza, escupiendo sangre o con el asma agravada, pese a que Padín declaró a Centro Radio Médico -entidad dependient­e del Ministerio de Seguridad Social- que eran todos asintomáti­cos. Siete de los nueve cadáveres recuperado­s dieron positivo en los test al llegar a Canadá. Todos murieron de frío; uno de los cuerpos se recuperó amputado.

 ?? INFORME PERICIAL-01/2024 ?? Trajes sin revisar desde 2001. El traje con el que fue rescatado el patrón Juan Padín, el único que estaba seco e intacto, era de la marca Crewsaver. No fue revisado desde su fabricació­n, en 2001. Los demás recuperado­s también estaban caducados.
INFORME PERICIAL-01/2024 Trajes sin revisar desde 2001. El traje con el que fue rescatado el patrón Juan Padín, el único que estaba seco e intacto, era de la marca Crewsaver. No fue revisado desde su fabricació­n, en 2001. Los demás recuperado­s también estaban caducados.
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Hubo embarre. Hasta siete veces constata el informe pericial que el aparejo del Pitanxo embarró en el fondo del mar, una conclusión sustentada en las grabacione­s del pecio. Corroboran la versión del marinero Samuel y desmienten al capitán Juan Padín.
INFORME PERICIAL-01/2024 Hubo embarre. Hasta siete veces constata el informe pericial que el aparejo del Pitanxo embarró en el fondo del mar, una conclusión sustentada en las grabacione­s del pecio. Corroboran la versión del marinero Samuel y desmienten al capitán Juan Padín.
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 ?? ?? La balsa de estribor, rota. Se recuperó también la de babor, pero no fue utilizada por ningún tripulante. La de estribor se rajó por el fondo tras su despliegue, por donde desapareci­eron al menos dos cuerpos. Samuel permaneció de pie, vestido de calle y con ropa de aguas, para no mojarse.
La balsa de estribor, rota. Se recuperó también la de babor, pero no fue utilizada por ningún tripulante. La de estribor se rajó por el fondo tras su despliegue, por donde desapareci­eron al menos dos cuerpos. Samuel permaneció de pie, vestido de calle y con ropa de aguas, para no mojarse.
 ?? ?? Secuencia de la recreación del naufragio elaborada por los peritos.
Secuencia de la recreación del naufragio elaborada por los peritos.
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INFORME PERICIAL-01/2024
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INFORME PERICIAL-01/2024

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