Burgess explica la ultraviolencia de `La naranja mecánica'
Filmin ha estrenado un documental sobre el manuscrito inacabado del escritor
S«Me han convertido en una especie de experto en violencia cuando no sé nada de ella», dice el escritor
i se busca en TikTok el hashtag #aclockworkorange, se descubre que, al menos en el momento de escribir este artículo, tiene más de 135 millones de visualizaciones. #Naranjamecanica, por su parte, tiene casi 44 millones.
Estos números, aunque ciertamente no supongan una evidencia científica incontestable, sí dan una idea de la importancia que todavía tiene entre los jóvenes la creación de Anthony Burgess, una novela publicada en 1962 (en España en 1976), y su adaptación cinematográfica, dirigida por Stanley Kubrick en 1971 (aquí se estrenó en 1975). Un libro contemporáneo de novelas que parecen tan lejanas en el tiempo como La plaza del diamante de Mercè Rodoreda, El siglo de las luces de Alejo Carpentier o Las ratas de Miguel Delibes. En comparación con estas, la novela de Burgess, más de 60 años después de su publicación, parece seguir en plena forma.
Como seguramente muchos lectores recuerdan, La naranja mecánica nos cuenta la historia de Alex DeLarge, un delincuente adolescente que pasa los días acompañado de un grupo de tres amigos a quienes él llama drugos y cuyas pasiones son la música clásica de Ludwig van Beethoven, el sexo, las drogas y la ultraviolencia.
Esta última se representa de forma particularmente cruda y gráfica tanto en el libro como en el film. Al principio de la historia, asistimos a un auténtico festival de palizas y violaciones horribles cometidas por Alex y sus drugos. Después de que una de sus fechorías vaya demasiado lejos y tras ser traicionado por sus supuestos camaradas, Alex es detenido por la policía y encerrado en prisión acusado de asesinato.
Esta primera parte de la novela (y de la película, en la que un ma
gistral Malcolm McDowell interpreta a Alex), escandalizó a millones de personas en todo el mundo. El tratamiento que Kubrick le dio a algunas de las escenas tampoco ayudó ya que, tanto algunos planos, como los vivos colores y el uso de la cámara rápida, hicieron que las fechorías de los protagonistas les parecieran a algunos espectadores una especie de farsa digna de risa.
Sin embargo, es después de esa parte de la historia cuando la cosa se pone más interesante. En prisión, a Alex le ofrecen presentarse voluntariamente a probar una nueva técnica experimental, conocida como el Método Ludovico, que consiste en utilizar una terapia de aversión (en este caso la proyección durante horas de imágenes violentas) acompañada de drogas, para eliminar completamente la pulsión violenta de las personas.
Tras el lanzamiento del libro y, especialmente, tras el estreno de la película (que fue lo que realmente hizo llegar la historia al gran público y a los medios), Burgess se hizo mundialmente famoso. Además Kubrick delegó gran parte de la promoción de la cinta en él, convirtiéndolo en la cara visible de una profunda polémica. El autor fue acusado de banalizar la violencia, de legitimarla e incluso de hacerla atractiva a la juventud.
A partir de entonces, parecía que detrás de cada acto violento cometido por un grupo de jóvenes estaba la creación del autor. «Si violan a un par de monjas en el Vaticano, yo recibo una llamada», explicaba el propio escritor en una entrevista en televisión. «`Señor Burgess, ¿qué opina de esto? ¿Se siente responsable?' Me han convertido en una especie de experto en violencia cuando no sé nada de ella».
Esta asociación sumió a Burgess en una profunda tristeza. Consideraba que su obra no había sido entendida y para intentar explicarse, entre los años 1971 y 1973 se dedicó a pensar sobre el tema, reuniendo notas, apuntes, reflexiones y breves esbozos de ensayos que agrupó bajo el título de The Clockwork Condition (La condición mecánica). Un texto que permaneció inédito hasta 2019, cuando fue encontrado en un cajón de su antiguo apartamento en Roma.
Ese texto es el germen de Anthony Burgess, más allá de La naranja mecánica, un documental dirigido por Elisa Mantin y Benoit Felici recién estrenado en Filmin.
La pieza, a través de abundante material de archivo, entrevistas con expertos en el tema y los propios textos del escritor, contextualiza la creación de La naranja mecánica y reivindica la importancia que sigue teniendo a día de hoy.