El Periódico Extremadura

Las Candelas pasea por el casco viejo entre la devoción de Cáceres

Aquilino Barrantes, fallecido recienteme­nte, estuvo en el recuerdo de los participan­tes

- JUAN MORIANO caceres@extremadur­a.elperiodic­o.com

Como marca la tradición, cada dos de febrero, en torno a las 17.00 horas, la Virgen de Las Candelas sale en procesión por las calles de la parte antigua de Cáceres. Un recorrido que comienza con la bendición de las velas en la ermita, junto a Santa Clara, que guían la subida hasta San Mateo al compás de los cánticos de veneración y oración. Una vez allí, los feligreses participan en la eucaristía en la iglesia del siglo XVI y vuelven en peregrinac­ión al lugar de salida, la ermita de la Consolació­n (o de las Candelas).

Esta festividad se encuentra muy arraigada en la población de las calles cercanas dado que «es muy importante» para los cacereños, destacó Piedad Pablo, vecina del barrio desde que se casó. Y,

aunque ahora reside más alejada de las murallas del casco antiguo, resaltó que «siempre me desplazo para celebrar las Candelas».

Una opinión que secundó Loli Borreguero, quien colabora en la mesa de ofrendas que se ubica a la

entrada de la ermita. El festejo se desarrolló con normalidad , dado que «se han vendido muchas roscas, aunque todavía quedan cuatro cajas”, afirmó Borreguero, quien echó en falta la presencia de dos organizado­res principale­s: Aquilino

Barrantes, recienteme­nte fallecido, y su esposa Siri, que para Loli Borrego eran «el alma de la festividad».

Su nieto, Victor Barrantes, seminarist­a, destacó la importanci­a de su abuelo porque «todo el mundo lo conocía de toda la vida y él se encargaba de organizar la celebració­n». Una tradición que le inculcó su abuelo y que destacó como muy cacereña, de hecho, «es una de las grandes devociones de la ciudad e incluso años atrás el día era festivo a nivel local».

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EL HIJO DE AQUILINO Para Vito Barrantes, hijo mayor de Aquilino, la procesión de este viernes fue muy distinta a otras, fue un día duro y de recuerdo a su progenitor, «tenemos que seguir con la tradición para continuar con este homenaje humilde y sincero», indicó. Una tradición «que no se puede perder» remarcó Barrantes, quien opinó que «la administra­ción debe ejercer acciones de apoyo y divulgació­n para que las nuevas generacion­es prosigan».

Su reivindica­ción la comparte Juan Francisco Burgos, vecino del barrio desde hace 84 años y por esta misma razón guarda «un especial cariño a la Virgen de Las Candelas» puesto que «esta ermita era el juguete para todos nosotros».

De esta celebració­n no solo disfrutan los residentes del casco antiguo, sino que abre sus puestas a toda la población. «Suelo venir, aunque llevo un tiempo sin pasarme, pero siempre que estoy me gusta acercarme para disfrutar y mantener la tradición», resaltó José Piris, un cacereño que residió en Madrid durante 50 años y que distingue el valor de la capital cacereña, «esta ciudad es un misterio porque siempre que salgo descubro algo nuevo».

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JORGE VALIENTE Los devotos cargan a la Virgen de Las Candelas camino a la iglesia de San Mateo.

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