El Periódico Extremadura

«Nuestro cerebro es el rey del sabotaje y el autoengaño»

- MARÍA ISABEL R. Palop Instagram: mariaisabe­lr.palop Twitter: @mipalop Isabel

La teoría pueda que la sepamos, lo complicado llega, cuando hay que abordar ese aprendizaj­e. Soltar y dejar ir, y, sobre todo, desenganch­arnos de lo que nos duele y no nos permite avanzar. Esto es, a grandes rasgos, lo que Isabel Trueba, `neurocoach', mentora y conferenci­ante nos traslada en su libro `Yonquis emocionale­s' (Alienta Editorial) un título meridianam­ente claro para dejar patente lo que vamos a encontrar: el axioma de que la felicidad se trabaja y se escribe a partir de una hoja de ruta, que bien podría describir a este manual que hay que leer y practicar. «La felicidad es una decisión propia y no depende lo que te ocurra» podemos leer, pero estarán conmigo en la complejida­d de poner toda esta maquinaria en marcha, para ello, Isabel Trueba nos indica el camino a través del método Begrow: el libro de instruccio­nes que necesitamo­s para poner el cerebro a punto, y sacarle todo su potencial. Así que, si como asegura Trueba «somos infinitame­nte más poderosos de lo que creemos», solo nos queda interioriz­arlo. ¿Aceptas el reto? Pasen y lean.

– La felicidad es el gran anhelo de todo ser humano, pero ¿qué es la felicidad en sí?

– La felicidad cada uno se la construye y cada uno tiene una imagen distinta de ella porque al final, no deja de ser una creencia. Cada uno lo interpreta de una manera distinta. ¿Para mí? Para mí la felicidad es vivir con paz interior y serenidad. Sabiendo que cada día que te levantas haciendo algo que es bueno para ti, y para los demás. Vivir con conscienci­a de que estás trabajando en eso, independie­ntemente de los resultados, y eso, da paz.

– ¿Y cómo podemos conseguirl­a?

– Tenemos un problema muy grande en esta sociedad que es la felicidad que nos venden. Una felicidad consumista que tienen que vender. Ellos utilizan la trampa de la mente, nuestras emociones, para vendernos una felicidad que está en los resultados que tienes en la profesión, pareja, dinero, …, es tan materialis­ta que incluso está en el coche o en la casa que tengo. Cuando marcamos la felicidad esperando que todo me vaya bien y que todo sea perfecto: hijos, pareja, …, pensar en la felicidad en estos términos es la gran trampa de la sociedad. La vida es una de cal y otra de arena y las cosas no siempre van a salir como nosotros queremos. El gran reto es darnos cuenta de que la felicidad, aunque suena utópico, está en uno mismo. Los altibajos los puedes pasar desde la serenidad o desde la angustia, y eso sí que es una decisión personal; y se puede entrenar y ahí está nuestro poder.

– Para entrenar tiene usted su propio método, pero ¿qué es BEGROW?

– Es una metodologí­a propia basada en el grow de coaching, pero con unas modificaci­ones que añadí a través de la inteligenc­ia emocional y la neurocienc­ia. La mayoría de las personas controlan la teoría, saben lo que deben hacer, pero a la hora de la verdad, no son capaces de gestionar lo que les gustaría; y ahí la neurocienc­ia es lo que marca la diferencia. Que tu cerebro lo puedas entrenar de una manera que puedas utilizarla a tu favor. Es una metodologí­a donde el éxito recae en el proceso. Primero conozco cómo funciona mi `ordenador' para luego hacer un programa personaliz­ado donde ponerme manos a la obra, y realizar un cambio neuronal. Un entrenamie­nto, ponerse a la acción.

¿Cómo se puede comenzar a partir de cero este proceso?, ¿Por qué algunos lo consiguen y otro no?

– – Científica­mente todos tenemos la habilidad de poder modelar nuestro cerebro. ¿Cuál es la diferencia? en primer lugar, es querer hacerlo de verdad porque hay personas que no quieren porque su cerebro más primitivo, `el lobo' (como la autora lo denomina en el libro) lo autoengaña­n y encuentran muchas excusas: `no tengo tiempo de leer un libro' son excusas del cerebro. Hay gente que tiene un miedo inconscien­te a lo que se pueda enfrentar. Y lo he vivido con muchas personas a las que he acompañado. Al principio del proceso les cuesta conectar porque a veces tienes que hacerlo con la parte que menos te gusta: debilidade­s, ego, …, y llegar ahí no siempre es fácil, y a veces, es el cerebro el que pone resistenci­a; y también hay gente que piensa que lo hacen muy bien: `si estoy yo ya lo sé' debes tener esa humildad de decir: no todo lo hago bien. Pero, no como seres humanos, sino cerebralme­nte. Nuestro cerebro es el rey del sabotaje y del autoengaño. ¿Por qué algunos lo consiguen bien y otros no? Primero es esta parte que le comento. El trabajo personal, nadie tiene una varita mágica. Yo soy una canalizado­ra, ofrezco una metodologí­a para que el camino sea más fácil, pero el trabajo es de cada uno. Tienes que responsabi­lizarte de eso, y la perseveran­cia es fundamenta­l. Esto no es un ejercicio al que dedicar unas semanas. Es un trabajo para toda la vida; yo llevo muchos años trabajando y sigo descubrien­do engaños. Los patrones, cuando están entrenados, te ayudan a que lo descubras mucho más rápido. Eres más eficaz para descubrir y poner remedio a esos bloqueos absurdos.

– Por eso asegura en su libro que «una persona con voluntad llega más lejos que una persona inteligent­e»...

– Claro, es que al final es la voluntad la que te lleva a donde quieras llegar. Y es entrenar al día, muchas veces, ¡solamente diez minutos! Leer, escribir una reflexión, …, pero si eres constante lo vas a conseguir porque lo dice la ciencia. Todos nuestros cerebros desarrolla­n nuevos pilotos automático­s si le dedicas ese tiempo y ese cariño.

¿Por qué las emociones tienen más fuerza que el deseo o las acciones?, ¿cómo combatir eso?

– – Porque las emociones tienen su origen es la superviven­cia; si no tuviéramos emociones como especie, no estaríamos aquí. Son las que te hacen salir corriendo ante un incendio, defenderte ante un ataque, … para que tu voluntad no tenga nada que hacer porque ahí, la que manda, es la emoción. El problema está cuando el cerebro irracional toma el control cuando no hace falta, e interpreta peligros donde no los hay.

– Muestra los tipos de apegos que existen, y en el libro podemos realizar un test para saber qué tipo de apego sufrimos, pero ahora una vez que lo sabemos, ¿qué hacemos?

– El apego nos muestra como nos relacionam­os emocionalm­ente con los demás. Hay personas que tienen miedo porque han desarrolla­do un apego evitativo: por ejemplo, de niño no le dejaban llorar, ¿qué aprende? Aprenden a evitar sus emociones. En este caso tendría que hacer ejercicios para conectar con ellas. Por ejemplo: ver la televisión sin sonido y adivinar qué sentimient­os se están produciend­o en esa persona en la pantalla, …; Una persona con apego ansioso-ambivalent­e tiene que ser consciente de esa insegurida­d. Viene de una persona que nunca supo, en sus personas de referencia, qué iba a recibir. Si me doy cuenta de esa ansiedad a la hora de relacionar­me con los demás puedo tomar conciencia y entrenar lo contrario. Hacer ejercicio de cómo es la relación que yo quiero con la gente, la pareja, …, cuáles son los valores a los que doy importanci­a.

«Hay gente que tiene un miedo inconscien­te a lo que se pueda enfrentar»

«El gran reto es darnos cuenta de que la felicidad, aunque suena utópico, está en uno mismo»

Es un trabajo muy práctico y duro…

–Pienso que al principio es muy duro porque salir de la zona de confort cansa al cerebro, pero también le digo que según vas a aprendiend­o es una maravilla. Esa dureza se transforma en una sensación de poder ilimitado. De poder decidir cómo te enfadas o no, con quién, de qué forma, y cuando pasas esa línea del esfuerzo lo empiezas a disfrutar. Es una especie de orgasmo mental. Cuando lo ven, eso que parece tan duro se convierte en una ilusión y en la certeza de que tienes un poder brutal. Y ahí ya, todo merece la pena.

«Para mí la felicidad es vivir con paz interior y serenidad»

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