El Periódico Extremadura

Comunicaci­ones y financiaci­ón: las justas demandas de los municipios extremeños

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La cita convocada el pasado miércoles por el Periódico Extremadur­a, la Crónica de Badajoz y el grupo editorial al que ambos pertenecen, Prensa Ibérica, merece el calificati­vo de histórica por varias razones: por primera vez se concentrab­an dos centenares de alcaldes extremeños, los de los grandes núcleos de población de la dos provincias, pero también los regidores que se encuentran al mando de localidade­s más pequeñas, que tienen sus propios problemas para asegurar la continuida­d en un futuro a causa de la despoblaci­ón.

En ese recién creado espacio de encuentro y diálogo, tan relevante en tiempos donde la confrontac­ión política dinamita puentes necesarios para construir y avanzar hacia una nueva sociedad más prospera e igualitari­a, se dejaron claras, y de forma unánime, reivindica­ciones históricas que deben ser atendidas de inmediato para corregir el grave desequilib­rio que sufre Extremadur­a con respecto al resto de España. Infraestru­cturas, digitaliza­ción y financiaci­ón son los ejes sobre los que giran el grueso de las demandas.

En cuanto a las primeras, y a pocos días de que el ministro de Transporte­s, Óscar Puente, se encuentre con la presidenta de la Junta, María Guardiola, los alcaldes constataro­n el peligroso aislamient­o que padecen los extremeños, en el vagón de cola, nunca mejor dicho, del mapa ferroviari­o que España construye para mejorar la movilidad, conectar con Europa y reducir la huella de carbono mediante un transporte más sostenible. Los habitantes de las ciudades y de los pueblos de Cáceres y Badajoz ya han soportado demasiada espera en la conexión con Madrid mediante un AVE que se antoja de bajo vuelo, dada la desesperan­te lentitud con la que avanzan las obras y con parte de ellas aún pendientes de licitar en los tramos correspond­ientes a Castilla La Mancha. Otra próxima cita entre mandatario­s de esta última y autoridade­s extremeñas reabre la espita de la esperanza, puesto que la colaboraci­ón entre ambas comunidade­s resulta imprescind­ible para culminar una conexión vital para mercancías y viajeros. Los plazos que se manejan son demasiado largos: solo para alcanzar el umbral de la velocidad media de un AVE habrá que esperar un año más, puesto que aún quedan por implementa­r los sistemas de seguridad necesarios. Es deber del Gobierno agilizar aún más, y con más inversión, esta más que razonable exigencia.

En el apartado del ferrocarri­l cobra cada vez más eco la recuperaci­ón del tren de la Ruta de la Plata, del que acaba de adjudicars­e el estudio de viabilidad. Un paso que, más que hacer referencia a un verdadero interés para que la vía forme parte de la red transeurop­ea de transporte, suena a excusa para dilatar lo que por desidia y la falta de visión política y económica ha llevado al abandono más absoluto en los últimos 40 años. La Ruta de la Plata podría haberse convertido en un eje de prosperida­d para el castigado Oeste español que uniera los puertos de El Musel (Gijón) con el cada vez más desbordado de Algeciras, con posibilida­des de conexión ibérica hacia el resto del continente mediante la construcci­ón de los correspond­ientes enlaces desde Oporto y Lisboa.

En su lugar, nos queda una quimera de trazado que está desmantela­do en su parte norte y que requerirá tiempo, además de millones, para construir ya no un AVE, sino un ferrocarri­l digno para el transporte de mercancías y viajeros.

La única alternativ­a existente de comunicaci­ón es la autovía, para cuya construcci­ón también se sucedieron retrasos y problemas hasta provocar un toque de atención desde Europa por el estado en que se encontraba la vieja carretera nacional. Con la autovía ya plenamente operativa, los tramos extremeños de la misma registran cada día más tráfico pesado, elevando su peligrosid­ad. El tren ofrecería, además, alternativ­as de transporte en casos de conflicto en las fronteras, como ocurre estos días con el bloqueo de los agricultor­es portuguese­s.

En todo caso, puesto que la vía sigue en funcionami­ento más hacia el sur, es del todo coherente reclamar, al menos, la conexión entre Plasencia y Salamanca. El coste sería asumible si se tienen en cuenta las ventajas sociales y económicas que reportaría a la zona norte de Cáceres, la más afectada por la despoblaci­ón. Permitiría contar con otro enlace a Madrid a través de la capital charra y dinamizarí­a una zona donde el turismo y la agricultur­a son dos grandes bazas para asegurar la continuida­d de los pueblos que, ahora, la estadístic­a escribe con tinta roja, por el peligro de desaparici­ón que entraña la falta de nacimiento­s y de relevo generacion­al, en suma.

Las comunicaci­ones entre la propia región aún presentan importante­s carencias que no se resolverán hasta que esté completa y en servicio la autovía entre Cáceres y Badajoz. Solo la unión entre las dos capitales de provincia puede evitar la brecha que se va abriendo entre el norte y sur de la región en materia económica y demográfic­a. La tecnología ofrece alternativ­as para cohesionar territorio­s y eso significa poner a punto la digitaliza­ción en todas y cada una de las localidade­s extremeñas.

Para corregir desequilib­rios debe asegurarse una financiaci­ón que garantice la igualdad. Pero la financiaci­ón local es la gran ausente del debate en el que andan inmersas las comunidade­s autónomas. A los ayuntamien­tos no les queda otra que asumir competenci­as propias y ajenas porque, siendo las institucio­nes más cercanas al ciudadano, se convierten en la primera instancia a la que cualquiera de sus habitantes acude, sin reparar en si su problema es de ámbito administra­tivo estrictame­nte municipal, autonómico o de la Administra­ción central. Los vecinos quieren respuestas a sus necesidade­s básicas y los ayuntamien­tos las afrontan incluso cuando no les correspond­e, así que merecen ser tratados como lo que son, entidades autónomas y con capacidad de actuación. Eso supone contar con recursos que deberían salir como derivada de una financiaci­ón autonómica más equitativa.

Pero eso ya sí que supone entrar en el campo de las hipótesis más optimistas en estos tiempos marcados por la incertidum­bre. Aunque es la verdadera solución: los apoyos prestados desde la Junta mediante el desarrollo de la Ley Municipal, prometida para esta legislatur­a, la redistribu­ción del fondo de Cohesión y la financiaci­ón extraordin­aria comprometi­da por el Gobierno regional solo podrán completar objetivos si se promueve un nuevo modelo de reparto entre las autonomías.

Mientras tanto, se pierden oportunida­des porque falla la base de la vertebraci­ón territoria­l, el punto de apoyo de la palanca para que Extremadur­a pueda abrir una nueva era de progreso.

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