Adivinaciones

Desde tiempo inmemorial el ser humano ha acudido a la adivinación, ya a través de la nigromancia, la cartomancia, los astros, el vuelo de las aves, el escrutinio de las vísceras o el trato preferente con la divinidad, ya de los profetas ya de las sibilas. Hoy muchos aún consultan a los videntes, el tarot o los médium hasta que la IA los desplace a todos.

Y luego están las encuestas, nuestros modernos profetas, que no tiran de revelaciones divinas sino presuntamente matemáticas, además de otros métodos desconocidos para el profano, como el que usa el CISC, bautizado por su autor con el sugerente nombre de Tezanos Alamillo y que le ha servido para que la ministra Alegría proclamara desde su papel de portavoz cuando lo era y con la enorme sonrisa a la que nos tiene acostumbrados, hable de lo que hable, que el gobierno renovaba a su fiel servidor porque siempre acertaba, así como lo ven.

La verdad verdadera es que Tezanos no acierta casi nunca, pero escribe el relato que el gobierno le dicta. También que en las últimas elecciones, GAD 2, la empresa de Michavila, que tan buenos resultados había obtenido hasta entonces y tan de fiar nos parecía a los tontucios de derechas que nos lo creímos, se columpió de manera vergonzosa, dicen ahora los de VOX porque asumió el relato del

PP. Por lo visto, el que un partido aparezca como ganador claro provoca un efecto llamada que le daría más votos, cosa que una, bastante lela al parecer, no comprende, antes al contrario opina que los electores se pueden confiar, dar la victoria por segura y dejar de votar.

El caso es que Tezanos es el único, por ahora, que le quita, no la victoria, como en las últimas generales que ganó, sino la mayoría absoluta al PP en Galicia. Elecciones inciertas estas, visto lo que ocurrió en julio. Los mal pensados pensamos que por electoralismo Sánchez retendrá la amnistía hasta que pierda Rueda. Y termino refiriéndome al último gran adivino. El presidente en su poderío ya sabe que no habrá condena de terrorismo para el independentismo catalán. Que para qué los jueces sí le tenemos a él.