La Guardia Civil recaba pistas para localizar al desaparecido
Agentes volvieron a patrullar ayer aunque sin el despliegue de días anteriores Vicente, de 79 años, lleva una semana sin ser visto en Hinojal ni en sus inmediaciones
La Guardia Civil prosigue con su investigación para dar con el paradero de Vicente, el vecino de Hinojal que lleva desaparecido desde hace ya una semana. La benemérita continuó este sábado recabando pruebas y cualquier tipo de indicio que ayude a encontrar al hombre de 79 años mientras que de forma paralela, mantuvo ayer efectivos sobre el terreno aunque sin el despliegue de los últimos dos días, en el que llegaron a movilizarse numerosos especialistas medios aéreos y acuáticos.
En la jornada de ayer, en el dispositivo para localizar a Vicente trabajaron patrullas de seguridad ciudadana y la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ). Un día antes, el viernes, el equipo de actividades subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) inspeccionó lagunas y charcas cercanas sin éxito. Los agentes acudieron acompañados de los voluntarios de Cruz Roja, que se encargaron de reconoen cer los pozos con cámaras 360.
La jornada resultó infructuosa. El jueves tuvo lugar una batida a pie multitudinaria en la que también participaron vecinos de la localidad, los que mejor conocen el terreno. Voluntarios de DYA, Protección Civil, Guardia Civil y bomberos del Sepei peinaron más de cuatro kilómetros a la redonda desde el pueblo sin fortuna.
Su desaparición fue denunciada el martes por su hermana, que reside en Madrid pero se encontraba en Hinojal para la festividad de Las Candelas. No obstante, conocidos y dueños de los negocios que frecuentaba, el bary la panadería, aseguran que llevan sin verle desde el pasado sábado, 27 de enero. Tal y como atestiguan fuentes familiares, Vicente vivía solo el domicilio de sus padres ya fallecidos y le describen como un hombre reservado, celoso de su intimidad y con costumbres muy marcadas. Que rompiera su rutina fue, precisamente, una de las circunstancias que levantó las primeras sospechas. Hasta que se le perdió la pista, acudía a comprar el pan cada dos días y frecuentaba el bar, siempre acompañado de su teléfono. En su casa, dejó el móvil y la cama sin hacer.
Se da la especial circunstancia, además, de que era un gran aficionado a jugar a la lotería y meses antes, había resultado con un premio, un dato que conocen prácticamente en toda la localidad, porque, según los vecinos, el desaparecido lo hacía constar en las conversaciones con frecuencia.