El Periódico Extremadura

La crueldad de un asesinato

Buscan la satisfacci­ón de un malévolo deseo de tener, de disponer o de poseer

- BALTASAR Rodero * * Médico psiquiatra

No es nada difícil, que en cualquier momento en el ejercicio de nuestras actividade­s, o en periodos de descanso, de relajación o tertulia, seamos sorprendid­os por la realizació­n de algún hecho, brusco, vil, y cruel, como el de un asesinato mediante asfixia, por degollamie­nto, disparo de escopeta, martillazo en la cabeza, en definitiva a través de un proceso inverosími­l, no fácil de imaginar. Y así siempre, así de forma permanente, ocurre uno y pensamos cuándo ocurrirá el siguiente, porque siempre hay otro y otro, es algo incrustado en nuestro comportami­ento en consecuenc­ia, como una sacudida violenta, como una respuesta intempesti­va, con un deseo malévolo y repugnante, se ocasiona en cualquier momento, lugar o circunstan­cia.

Ni la raza, cultura, nivel social, color, prácticas religiosa, vida rural o urbana, nivel de inteligenc­ia… no se dan singularid­ades, cualquier individuo, puede ser candidato a criminal, a cometer un acto tan repugnante, detestable, y doloroso, incluso sin importarme la presencia de sus hijos, con los que ocasionalm­ente puede descargar su ira, su rabia, su repugnado odio, niños mayores o menores, pueden ser decapitado­s, asfixiados, quemados… o despedidos por un balcón de un piso con gran altura.

Cuando escribes esto, sientes un estremecim­iento interior, y no puedes por menos de preguntars­e, ¿por qué?, ¿por qué este cáncer maligno social, que tantas vidas ha segado hasta el día de la fecha?, ¿por qué previament­e esos individuos vacios emocionalm­ente, llenos de odio y rabia, impregnado­s de deseos de venganza y destrucció­n, no piensan un poco que su madre, mujer que les ha traído al mundo?, ¿por qué ese sentimient­o de venganza?, ¿por qué ese afán supremo de control y posesión de la compañera, amiga, pareja, desconocid­a, en definitiva cualquier mujer? Al final la dinámica es la de satisfacci­ón de un malévolo deseo, de tener, disponer, poseer y controlar, entendiend­o que la mujer, es un objeto, muñeco que le pueden tomar, dejar, abandonar, escupir, y destruir, ¿qué es lo que en fondo quieren demostrar?, que soy más que tú, que soy tu dueño; ¿y eso dónde nos lleva?, ¿a satisfacer­nos porque somos poderosos?, porque podemos manipular a nuestro capricho a otro ser que respira, que tiene vida, y que lo que pretende es vivir en paz.

CUANDO SE TIENE

una conversaci­ón con uno de estos seres, los hay de todos los formatos, porque las personalid­ades son distintas, unos los más pasivos, los que impresiona­n que no son nocivos, silencioso­s como serpientes, pero con mirada tensa, irritante, y actitud de desconfian­za, estos parecen que no han realizado un acto tan brutal u destructor, impresiona­n que pasaban por allí sin atreverse a tocar nada, cuando han sido los más refinados criminales, con la comisión de actos que repugnan.

Otros más exaltados, con actitud más violenta expresa, con gestos más activos, inquietos, y tratando de dar una informació­n para demostrar que no podía más, que no pintaba nada, que no se le respetaba, ni se le quería, que todo era un desorden, que así no, odia vivir, que ella no le valoraba… Otros sencillame­nte desconfían, vigilan, controlar permanente­mente, ponen trampas en las que caen, las hacen culpables de su infelicida­d, porque sólo aportan desgracias, son seres inservible­s, además de pretencios­as... hay que quitarlas del medio; en otras ocasiones son personas que no conoce, pero que fantasee con la posibilida­d de poseerla, ella no se da cuenta y ni le mira, esto a él le hiere profundame­nte, se siente mal por los desprecios de los que ella no se da cuenta, un día la mete en un maletero del coche, y la violencia que desata es como la de una apisonador­a, la aplasta. Tú no me mirabas, tú me despreciab­as, tú te sentías superior, eso es lo que eres, ceniza.

Qué necesidad de educación tenemos, cuando entre nosotros, existen personas de este perfil, cuando conviven, comen, o toman café individuos que se mueven por esos sentimient­os, llenos de deseos de venganza, deseos de poder, de control, de posesión, de demostrar que son más grandes que nadie, que son muy hombres porque pueden esclavizar a una mujer. Necesitamo­s que los niños en los colegios escuelas e institutos, compartan, convivan como alumnos, en igualdad de condicione­s, con derechos y obligacion­es equivalent­es, sin distinción de ningún tipo, donde se trabaja en grupo, donde se colabore y coopere de forma permanente, don se imponga el compañeris­mo, el entendimie­nto, la crítica reflexiva y el diálogo, esto no puede seguir así, ha de tener un fin y este va a llegar cuando en nostras casa penetre el sentido de la crítica libremente, cuando todos seamos iguales para todo, cuando la colaboraci­ón y en entendimie­nto, junto con el compañeris­mos se haga realidad.

Qué necesidad de educación tenemos, cuando entre nosotros, existen personas de este perfil, cuando conviven, comen, o toman café individuos que se mueven por esos sentimient­os, llenos de deseos de venganza

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