«Este año sacamos media docena de ritmos diferentes de samba-reggae»
«El sábado dan poca lluvia, y a la hora del desfile se supone que no cae nada. Todo sigue tal y como estaba planificado. Hemos llegado a un acuerdo con la concejala de que, a menos que diluvie, no se suspende». Son palabras de Begoña Rivera, representante de Mansaborá, una comparsa que lleva prácticamente un año organizando hasta el último detalle de su participación en el Carnaval. «El desfile se puede salvar, en ningún momento prevén agua a partir de las seis», insiste, poniendo voz a la inquietud de las agrupaciones cacereñas: que al menos salga el gran pasacalles del sábado, acto central de las fiestas, donde todas lucen sus trajes y sus coreografías.
Pasado el susto de los 45 l/m² que llegaron a anunciarse, las comparsas respiran más tranquilas. Han sido muchas horas, semanas, meses de preparativos… «Dan viento por la tarde, pero nos sujetaremos bien los gorros, no queremos salir volando (sonríe Begoña), estamos confiados». Porque Mansaborá se lo toma muy en serio: se ha constituido como asociación cultural y tiene una dinámica eficiente. Sus 35 miembros, muchos menores, entre ellos Triana y Sofía, dos bebés que nacieron en 2023 con un día de diferencia, no se dejan atrás ni un detalle.
Por ejemplo, han recibido clases de un profesor de samba- reggae para marcar su propio estilo en las batucadas. Ensayan cada semana, desde septiembre, bajo un puente de la Ronda Norte y en el Cuartillo, donde organizan jornadas completas de convivencia para trabajar todos juntos con la música y el baile. «Este año sacamos media docena de ritmos diferentes y metemos coreografías acordes con la temática. Hacerlo con percusión es un poco más difícil, porque debes seguir los ritmos de una caja, un repique o un zurdo, tienes que ceñirte a bailar en dos tiempos o en cuatro tiempos, y ahí nos toca aprender música a todos», aclara Begoña.
Con el vestuario también se organizan al milímetro. Esta comparsa, que en 2018 surgió de la ilusión de tres amigas por participar en el Carnaval --Patricia, Nuria y Begoña--, a las que se fueron sumando familiares y amigos, acuerda el disfraz en marzo, un año antes de cada edición. «Damos un tiempo para que se presenten propuestas, y si nadie se atreve, lo planteamos desde la junta directiva, se diseña, se modifica, todo en consenso», señala Begoña. El modelo definitivo se presentó en julio, y ya en septiembre comenzaron a enviar los tutoriales sobre cada uno de los pasos necesarios para la confección. «Los subimos a una carpeta de `Drive' que tenemos compartida para no ocupar memoria». Todo está pensado.
Un solo disfraz se realiza, como poco, en tres días dedicados al completo: patronaje, cortar, coser, decorar… «Este año solo llevamos tres colores, pero en tonos más vivos. Vamos a contar la historia de otra cultura, y hasta ahí puedo leer…», desvela Begoña. El desenlace, este sábado si la lluvia lo permite, y si no, también...
Empiezan a plantear el disfraz en marzo, lo consensúan entre todos y luego van editando tutoriales