Anteojeras
No es por ser agorero, pero, a veces, parece que la especie humana tiene una extraña e incomprensible predilección por tomar caminos que pueden acabar conduciendo a la extinción. Entiéndanme, que, en realidad, esto es un tanto hiperbólico o exagerado, dado que de lo que voy a escribir hoy no sería uno de esos casos que dirige, directa e irremediablemente, a la desaparición de los hombres de la Tierra. Pero da pistas de cómo la tontuna puede opacar un hallazgo tecnológico y convertirlo en un obstáculo para el establecimiento de unas relaciones sociales normales, para una sana gestión del yo y de la voz interior, y para el recto transitar del género humano por la vida. Es decir: un invento que podría hacernos la existencia más sencilla y mejor, en determinados ámbitos y con cierta perspectiva, pero que, debido al desenfoque y la óptica alterada del ser humano, parece que será origen de situaciones aberrantes o surrealistas y de nuevas problemáticas vinculadas a las que hoy ya se constatan por un uso desmedido, irresponsable y poco cuerdo de los dispositivos móviles y la conexión permanente al entorno digital. Las redes sociales se han llenado estos días de vídeos que muestran a personas portando las Apple Vision Pro en distintas situaciones cotidianas. Por lo pronto, el producto de la factoría de la manzana se está vendiendo por la friolera de unos 3.500 dólares, que no parece que sea un precio al alcance de todos los bolsillos. Sin embargo, se puede observar que esto no ha resultado obstáculo alguno para su adquisición a cantidad de gente allí donde han comenzado a comercializarse. Probablemente, la experiencia de uso de dicho dispositivo supone algo sorprendente y satisfactorio para quien lo está utilizando. Pero, nada más salir a la venta, ya estamos comprobando que algunos han llegado inmediatamente a ese punto de no retorno en que van por doquiera con el sofisticado chisme cubriéndole los ojos y anclado a la cabeza. Y lo cierto es que resulta imposible contemplar esas estampas y no recordar las anteojeras de los burros, que circunscriben la mirada de los pollinos al plano frontal. Probablemente, el invento de Apple supondrá un cambio de paradigma. Eso es innegable. Como lo es que, con el tiempo, casi todos acabaremos conviviendo e interaccionando de manera natural con los avances tecnológicos de los que dicha compañía es precursora o promotora. Pero no debemos dejar que el reconocimiento de esta realidad nos impida analizar el gran desafío, para el equilibrio mental del individuo y para el modo en que se articula nuestra relación con los demás y la convivencia social, que se advierte en lontananza. Ojalá se imponga la sensatez y no acabemos todos atolondrados en medio de un concierto de rebuznos, dándonos coces o guiados dócilmente por el redil como mansos y suaves corderitos.